Cuentos para asustarte: Concurso de relatos inspirados en mitos y leyendas latinomericanas – UN ENCUENTRO SOBRENATURAL

María Lionza se considera el mito venezolano más estudiado e importante de nuestro país; constituye una expresión cultural en la que se mezclan la cultura indígena, africana y española, en un perfecto sincretismo. El culto a María Lionza se remonta antes de la llegada de los españoles; los indígenas que habitaban lo que hoy es el Estado Yaracuy, adoraban a Yara: mujer de hermosos ojos verdes, piel canela, amplias caderas, largo y liso cabello... Cuenta la leyenda que fue raptada por una enorme culebra dueña de las lagunas y los ríos, que estaba enamorada de ella. Los espíritus de la montaña, decidieron castigar a la culebra por ello; haciendo que se hinchara hasta reventar y nombrando a Yara madre protectora de la naturaleza y reina del amor. Yara fue cubierta por la religión católica con el manto de la virgen dándole el nombre de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar, con el paso del tiempo, sería conocida como María de la Onza, o María Lionza.

Dos amigas y yo decidimos aventurarnos a una excursión a las montañas, preparamos todo y partimos muy entusiasmados; conseguimos un claro donde montar el campamento y una vez allí, salimos a explorar el lugar, maravillados no solo por el paisaje, sino por el aura que emanaba de el; los rayos de sol se colaban entre los árboles originando reflejos de diferentes colores. De pronto, escuchamos la corriente de un rio y al acercarnos, también voces, como el rezo de una extraña letanía; nos asomamos detrás de unas piedras y observamos a seis personas vestidas de blanco y rojo realizando una especie de ritual; formados en parejas, uno sumergía al otro mientras rezaban en un idioma desconocido; en la ribera del río, había un raro símbolo dibujado con velas rojas y un polvo blanco…

Nos alejamos asombrados, algo asustados y sin hacernos notar… Ya casi oscurecía y mientras cenábamos algo ligero, comentábamos: - Deberíamos marcharnos de aquí – dije - las chicas rieron, burlándose - No pasa nada, miedoso - ¿Acaso estás asustado? Ellas se fueron a dormir a su carpa, agotadas; mientras yo avivaba la fogata… Comenzó a oscurecer, una fuerte brisa mecía árboles y arbustos, produciendo un sonido espeluznante que semejaba quejidos y/o lamentos; toda la piel se me erizó… Los árboles danzaban reflejando sombras tenebrosas, como garras que se abalanzaban sobre nosotros; no podía moverme, petrificado por aquellas sombras y sonidos; era como si nos reclamaran nuestra presencia allí; no pude dormir en toda la noche. Al amanecer, relaté a mis amigas lo sucedido y nuevamente se burlaron: - Lo que estas es impresionado por lo que vimos, quédate quieto, disfruta el paseo, fueron sus respuestas.

Pero yo sabía que no era nada de eso, la naturaleza anoche me reclamaba (a su manera) nuestra presencia allí, estaba seguro que estábamos en un lugar mágico o embrujado. Mientras ellas preparaban el desayuno, me dirigí al río, necesitaba un baño para tranquilizarme y despejarme. Disfrutaba del agua, relajado, dejando que la suave corriente masajeara mi espalda; voltee y no podía creer lo que mis ojos percibían: En la orilla estaba una mujer, de sorprendente cuerpo y hermosa cabellera, con el rostro levantado como saludando al sol y semidesnuda… Me quede quieto, como si moviéndome, rompiera un hechizo; esa mujer estaba rodeada de una luz multicolor; lentamente fue adentrándose al río, a medida que entraba la temperatura del agua cambió, ya no estaba fría sino caliente y la corriente se hizo más fuerte, tanto, que jadeante, llegue hasta una piedra y me así de ella para que no me arrastrara y así sin más la mujer desapareció...

No conté nada a mis amigas, igual no iban a creerme; quería guardar para mí esa sorprendente experiencia; pase el resto del día exaltado, sin borrar de mi mente la imagen de aquella bella mujer. Solo deseaba que llegara la noche, y amaneciera pronto, para regresar al rio... La noche llegó y con ella su embrujo, una enorme luna llena iluminaba todo; las chicas conversaban animadamente, y yo solo trataba de escuchar lo que la naturaleza quería decirme… Hipnotizado me levanté, seguí a aquellas voces, sentía mil ojos sobre mí, los arbustos me abrían paso para seguir un camino hasta una inmensa piedra donde se erigía aquella mujer de piel dorada y resplandeciente, con los brazos extendidos hacia delante; ya a cierta distancia no pude avanzar más, y escuche una misteriosa voz proveniente de lo profundo del bosque que exclamaba: ¡Estás en mis tierras, mi santuario, este lugar es sagrado y no se debe profanar, quienes vienen aquí deben rendirme tributo - ¿Quién eres? – alcancé a murmurar; no hubo respuesta, solo una intensa luz; al recobrar la visión, en el sitio se encontraba un altar decorado con flores, frutas, velas y una estampa donde se podía leer: María Lionza, la diosa de Sorte…

Relato basado en el mito venezolano sobre Maria Lionza y mi presentación para el 1er Concurso de relatos inspirados en mitos y leyendas latinoamericanas, propuesto por @marlyncabrera, si te interesa participar consulta acá