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  ¡Saludos guerreros de Ares y cazadoras de Artemisa! 

  Hoy me temo que de mucho tiempo no dispongo para relatarles una historia larga. Una batalla nos llama, y con la bendición de Ares, dios de la guerra, este espartano piensa ir a marchar ¡Pero no se sientan mal! Sé que historia contarles, es una algo breve…y les gustará, nos involucra a nosotros los mortales.  

  ¡Que el Olimpo escuché! 

  Algunos de ustedes podrán pensar Ya nos has relatado de los dioses, de sus orígenes y sus batallas, ¿pero dónde entramos nosotros en todo eso? El momento es ahora para que lo sepan. Podrán pensar que es una historia injusta, pero dejaré que ustedes mismo juzguen.  

  Venganza y amor, esos son los sentimientos que motivan las acciones contadas en esta historia.  

  Nos crearon a imagen y semejanza de los inmortales, pero no éramos nada comparados con ellos. Durante el reinado de los Titanes, la Edad Dorada, muchas criaturas existían, pero hubo un titán que se decidió a crear una criatura a semejanza de los dioses. Fue así como el hombre fue moldeado y se lo otorgó vida  ¡Nacimos! Los hombres vivíamos en la plenitud, sin preocupaciones, la vejez era una fantasía. Pero tampoco estábamos dotados de mucha inteligencia, sólo éramos guiados por el instinto, nuestras necesidades eran básicas y limitadas.  

  Fue el hijo del titán Jápeto y la oceánide Clímene, Prometeo, nuestro creador y vio algo que ni los mismos dioses se molestaron en apreciar. Insatisfecho por nuestra mundana forma de vivir, nos enseñó muchas cosas, a comunicarnos, a leer las estrellas, a razonar, a construir, a sentir…nos convirtió en seres conscientes. Con todo esto se convirtió en Prometeo ¡protector y benefactor de la humanidad! 

  

Prometeo creando al hombre  

  Fue hermano de Atlas, Menecio y Epimeteo. Se diferenció de los otros Titanes, no por su fuerza o violencia, sino por su astucia y su facilidad para el engaño.  

  El titán era popular por su osadía, ¡no tenía temor alguno a los dioses del Olimpo! Le gustaba poner a prueba la inteligencia y la paciencia de Zeus, dios del cielo y el rayo. 

  El primer engaño, sucedió cuando sacrificó a un buey como ofrenda a los dioses. Zeus debía elegir la parte que el deseará de la ofrenda, el resto sería entregado a los hombres. Llevado por su astucia, Prometeo ideó una forma de engañar la perspicacia del olímpico. Cortó el buey en partes, tomó la piel y la carne y la ocultó dentro del vientre. Picó los huesos y los envolvió en la grasa del animal. Ahora Zeus sólo debía elegir.  

  El rey del Olimpo optó por elegir la grasa del animal. Al introducir las manos y encontrarse con los huesos, como fue de esperarse se puso furioso, ¡estalló en cólera! ¡El rey de los dioses humillado por un titán! El cielo oscureció, los truenos retumbaron entre las noches. Como una forma de castigar a Prometeo, Zeus se rehusó en darles el fuego a los mortales, obligándolos a vivir en el frío y en la oscuridad.  

  Debido a su amor por su creación y su temeraria actitud ante los dioses. El titán desafió la voluntad de Zeus ¡y se rebeló! Se escabulló entre los pasillos del Monte Olimpo y directo de la carroza del dios del sol, Apolo, ¡robó el fuego! 

  

Prometeo lleva el fuego a los mortales 

  No perdió tiempo y corrió, con toda rapidez se lo entregó a los hombres y les enseñó a usarlo. De esta forma ya no viviríamos en la oscuridad.  Sin embargo, no todos estaban tan felices. 

  Zeus no pudo ignorar este segundo engaño, era el momento de enseñarle al titán una lección… el rey del Olimpo se aseguraría de que sirviera como otro ejemplo para todo aquel que decidiera desafiar a los dioses.  

  A este punto, introduciremos a un nuevo dios, hermanos y hermanas, quien formó parte de la segunda generación de olímpicos.  

  Hefesto, dios del fuego y de los herreros, artesano e inventor. Hijo de Hera fuera del matrimonio con Zeus, se dice que al nacer era tan feo que fue arrojado del Monte Olimpo, y cayó durante nueve días y nueve noches. Como consecuencia, aparte de su fealdad el dios obtuvo una cojera permanente, aún así era todo un artista en la fragua, ¡nadie podía superarlo! 

  Para castigar a Prometeo, Hefesto fue enviado junto con Bía y Kratos, representaciones de la Violencia y la Fuerza, quienes encadenaron al titán a una roca en una de las montañas del Cáucaso. Para darle un destino peor la muerte, Zeus envió a una enorme águila, hija de Tifón y Equidna, ¡monstruos de los cuales les hablaré más adelante! Para que devorará el hígado de Prometeo.  

  

Bía, Kratos y Prometeo  

  Pero el Amigo de los Mortales era un ser inmortal, por lo que su hígado volvía a crecer al caer el sol. Este sería su castigo por toda la eternidad, todos los días el águila se alimentaría de su hígado, esto le causaba un horrible sufrimiento…y debía vivirlo cada día, ¡era suficiente para volver loco a cualquiera! 

  Sin embargo, Prometeo siempre se mantuvo cuerdo, porque él sabía, que había hecho lo correcto, aun cuando eso significaba ir en contra de la voluntad de los amos del universo. 

  

El castigo de Prometeo  

  Los dioses son benévolos como despiadados, hermanos y hermanas, así han sido todos los gobernantes.  

  Esta historia nos deja una reflexión; aun si el universo está en contra de nosotros, no debemos dejar de hacer aquello que creemos correcto, eso es parte de nuestros principios ¡Y aquí en Esparta el honor lo es todo! 

  Por hoy he terminado, como dije sería una historia breve, ¡pero ya me están esperando! Si los dioses me favorecen no tendré que verme cara a cara con Caronte hoy y podré volver con más historias. 

  ¡Qué Apolo los beneficie con buenas predicciones!   

Fuentes:

Mito de Prometeo 

Teogonía - Hesiodo  

Prometeo