Concurso Cervantes: 3ª Entrega.
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¿Alguna vez has pensado en cómo sería una versión de ti mismo en otra dimensión? Tengo la certeza de que tu respuesta, muy posiblemente, será afirmativa. Habrás pensado en qué hace, qué piensa, cuáles son metas y aspiraciones. En si le va mejor, o peor, que a ti.
¿Y qué pasaría si tuvieras la oportunidad de verle? O incluso, de intervenir en el curso de su historia. ¿Lo harías?
Mi otro yo.
Bueno, resulta que un amigo me retó a hacer ese estúpido ritual. Y yo dije, ¿por qué no? Después de todo, esas cosas no son reales. ¡Qué ingenuo!
Para comenzar, te piden que estés solo en tu casa; todas estas cosas son así, no funcionan si estás acompañado. También te piden que busques una habitación con un espejo, de preferencia que sea de cuerpo completo. Un par de velas; cualquier color, y un cigarrillo. Tienes que cerrar todo entrada o salida de la casa, irte a la habitación que seleccionaste, encender las velas a los costados del espejo y fumarte el cigarrillo exhalando todo el humo en dirección a tu reflejo; cuando se esté por acabar, tienes que apagarlo apoyodándolo sobre el reflejo de tu rostro... sentirás algo de dolor al hacerlo pero, no te preocupes, es algo normal. Es tu mente jugando contigo. Claro, tu mente.
Yo hice todo lo que pedían. Y no pasó nada, ¿saben? Bueno, no inmediatamente. Me quedé mirando al espejo, la mancha negra que había dejado el cigarrillo al apagarse, el humo que se arremolinaba alrededor de mi silueta; parecía haberse incrustado dentro del vidrio. Lancé un bostezo al cristal, comenzando a moverme para apagar las velas y arreglar todo, pensaba que el ritual había sido un fiasco. Fue entonces cuando pasó. Mi reflejo no bostezó. Rebusqué en mi memoria, tratando de recordar qué debía hacer a continuación, sin embargo, el ritual no daba ninguna indicación para después de comenzarlo. – ¿Hola?–fue todo lo que atiné a decir pero no tuve respuesta. – Seguramente ha sido imaginación mía. –susurré para tranquilizarme. Porque sí, eso me había sacado ligeramente de mis casillas pero estaba seguro de que, entre tanta sugestión, mi cerebro me estaba jugando una broma. Le di la espalda al espejo por un momento mientras buscaba el interruptor de la luz, ya había comprobado que el ritual no funcionada, así que no le veía sentido a seguir allí, con la habitación hecha un desastre y a oscuras.
Entonces, escuché un murmullo detrás de mi, un sonido tenue que parecía provenir del espejo. Me volteé lentamente, comenzaba a sentirme genuinamente asustado y no estaba seguro de si quería averiguar de quién, o de qué, provenía aquél ruido. Lo que vi me sorprendió, la silueta en el espejo, que ya no se parecía en nada mi, había absorbido todo el humo del ambiente y ahora, tenía cierta apariencia fantasmagórica que no hacía más que empeorar. Había partes de su cuerpo que no tenían piel, por lo que podía ver sus venas y, en algunos casos, sus órganos. También había bichos, toda clase de bichos, viviendo entre esos huecos en la piel; y en todo el cuerpo, en general. Recorrían, de pies a cabeza, toda la extensión de esa cosa en el espejo. En este punto, estaba aterrado. Una voz en mi interior me decía que, a pesar del aspecto, era yo quien estaba allí. Pero, ¿cómo era posible? Esa... esa cosa parecía más un monstruo que un humano.
– ¿Quién eres? –me sentía en el aire, no esperaba que el ritual funcionara y, ahora, me encontraba hablándole a lo que parecía una versión distorsionada de mi mismo. El reflejo se movió, extendió una mano huesuda al cristal y comenzó a darle pequeños golpes, luego, poco a poco, fue aumentando la intensidad. Retrocedí asustado, podía escuchar como retumbaba el espejo y tuve de miedo de que fuese a romperse, y que esa cosa saliera de ahí. El murmullo tenue que escuché al principio se había intensificado, pude distinguir que era. Era su voz. Me pedía ayuda, en una especie de grito gutural que alborotaba a los bichos que vivían en su garganta. Él se veía realmente afligido, parecía estar sufriendo una agonía terrible. No sé si fue compasión o estupidez de mi parte, pero me acerqué al espejo y coloqué mi mano sobre el cristal. – ¿Cómo puedo ayudarte? –las palabras no salieron de mi boca, simplemente resonaron en mi mente. No sé si pudo escucharme o entenderme. Pero la expresión de su rostro cambió súbitamente y comenzó a golpear el cristal con más fuerza. Volví a retroceder por miedo a que el vidrio se rompiera y, vaya... fue justo a tiempo.
Lo que pasó luego de eso, aún me confunde. Una figura sombría se acercó a mi yo del espejo; tuve que voltear para asegurarme de que no tenía nada detrás de mi. Lo tomó de la cabeza y lo lanzó hacia atrás. Luego, miró fijamente en mi dirección y sonrió. Eso fue todo. El humo del espejo se disipó y yo corrí a encender las luces. Tengo la certeza de que, de haber continuado apoyado al cristal, esa cosa del final podía haberme agarrado. Eso pasó hace algún tiempo pero aún tengo pesadillas con eso y, a pesar de que tapé el espejo de mi habitación con una sábana, todavía escucho el sollozo de mi reflejo por las noches.
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Buena historia ;)
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Excelente historia, mucho suspenso. Saludos
Muy buena historia, bastante interesante! Aca te dejo el link del post con el que yo habia participado, espero te guste y me des tu opinion! https://steemit.com/spanish/@maerod/concurso-cervantes-3a-entrega