Quienes crecimos en hogares sustentados sobre la base del amor, la educación, valores morales y espirituales bien definidos sabemos que todo lo expuesto en tu publicación es cierto. De niños nos irritaba la insistencia de nuestro papás, abuelos y tíos por inculcarnos disciplina, orden para todas las cosas; aquello de cumplir determinadas horas por día a los estudios y hasta el tiempo de distracción. Nos hicieron ver lo indispensable que resulta trabajar en equipo en casa y fuera de esta. Amar a nuestra familia y a nuestro prójimo con tolerancia y respeto fue otra de sus enseñanzas más sólidas. Al crecer, casarnos, formar familia y tener hijos comprobamos que fue la mejor formación recibida. Nos dieron las herramientas necesarias para ser hombres y mujeres íntegros con una clara visión del camino a transitar. Nos enseñaron a volar. Ahora nos toca a nosotros multiplicar lo aprendido mostrando a nuestra descendencia que no importa la época ni la tendencia de moda pues el amor de familia siempre nos sostiene, nos sustenta, nos soporta.