A la chica que me encaró preguntándome si se me hacía justo que ella llevara cuatro horas en fila, y que yo, solo por llevar silla de ruedas podía pasar. Que si se me hacía justo ganarle su voto.  A ella que le preguntó con voz en cuello  a la de la entrada, en mi cara, que si se le hacía justo dar preferencia a discapacitados y viejos. Que si le parecía que su voto no contaba.

A ella.

Te dije que sí solo para no alargar la discusión, pero la verdad es que no, no se me hace justo, pero es lo que hay.

No puedo hacer fila como tú, aunque te parezca que voy muy cómodamente sentada, acá entre nos, la verdad es que no lo estoy. Las subidas, los baches e irregularidades en el piso me dificultan avanzar, a riesgo de tener un accidente. Como cuando viste que la silla se atoró en la banqueta y casi nos vamos de boca mi hermana y yo, pero no moviste un dedo. Mejor la señora con bastón. No es justo, pero es lo qué hay.

Me disculpo por querer aventajarte, pero de tener que hacer fila, no me hubiera quedado y no hubiera votado. Hubiera aceptado tranquilamente mi destino. Por eso mi hermana preguntó antes de bajarme del auto.

Yo dependo del tiempo de una personas más. Mi hermana ya fue a echarse dos o tres horas votando en su casilla, haciendo escaramuzas viales, llevando y trayendo a mi papá y a mi mamá. Y ahora se tiene que aguantar alrededor de dos horas y media en el sol conmigo, en una casilla foránea, para que yo lo pueda hacer también. Tampoco es justo, pero es lo qué hay.

En las casillas especiales votan las personas que están lejos de casa, de su sector. Mi credencial es de Sonora y estoy en Morelos. Tú, como la mayoría de los que estaban formados (hasta donde pude observar) venían de la Ciudad de México, a escasos sesenta minutos en carretera, más tráfico. En algún lugar de esa cercana ciudad hay una boleta con tu nombre esperándote para que ejerzas en amplitud tu derecho a votar sin temor a que se acaben las boletas, por todo lo que te corresponde, no nada más presidente y senadores. Pero prefieres estar en la puerta quejándote junto a uno que hacía transmision en vivo. ¿Viste ahí tu salto a la fama como incolumne luchadora social? No sé, pero es lo qué hay.

Juntando estas razones, me parece prudente que se le de preferencia a los discapacitado y adultos mayores.

Yo te escuché gritar afirmando que ya no había boletas (por eso el reproche sobre ganarte el voto), cuando en la puerta la señora que me dejó pasar, dijo que si había, no tantas, pero que sí había. También te escuché decir que eras una joven a la que estaban haciendo menos, que merecías  votar y gritarle leperadas, cuando la pobre señora ni paga recibe por estar ahí. No se me hace eso justo tampoco, pero es lo qué hay.

No se me hace justo tampoco que la gente no cambie o actualice su dirección en el INE (Instituto Nacional Electoral), como se supone es su deber ciudadano (como el de votar), y dejar que así se llenen las casillas especiales. Aúnale a eso qué hay gente que ignora por completo los procesos de la contienda electoral y engrosa las filas creyendo que puede votar donde se le pega la gana, dándole cuenta de su error justo cuando entregan la credencial. Ya se sabe: solo hay cierto número de  boletas por casilla especial (setecientas cincuenta, creo), no hay producción infinita (sería contraproducente). Debería de haber otro método, estoy de acuerdo, pero es lo qué hay.

Déjame decirte que para las elecciones hacen una especie de sorteo del padrón electoral (o zodiacal, ya ni sé, porque luego los sacan por mes de cumpleaños), y “los privilegiados” seleccionados son los que se hacen cargo de las casillas. Individuos que gozaron de una escasa capacitación en el área, y que obviamente no están preparados para el número de personas y  las situaciones estresantes que las elecciones acarrean. Que reciben insultos y groserías cuando la situación es evidente que se les está saliendo de las manos y no reciben ayuda alguna, puros reproches. Que cuando se acercan a los trabajadores en busca de orientación, éstos levantan las manos diciendo “ey, a mi no me digas. Yo solo soy observador”. Que te puedo decir, se me hace una chingadera, pero es lo qué hay.

Deberian de traer un contador de personas, abrir más casillas, imprimir boletas,  poner a los viejitos en la sombra, hacer una app para que sepan que ya llegaste y te atiendan ¡Muchas innovaciones! Pero es lo qué hay.

Y chica, disculpame, pero mientras sigamos queriendo hacer lo que nos de la gana, sin empatía, las colas se van a alargar y las boletas se van a acabar.

Contenido original de @mokamisschievous para Steemi. El texto es de mi autoría