Cuando la Ley de Murphy se vuelve una parodia de tu vida

La mayoría de los lectores de este texto seguramente habrán tenido un pésimo día, en el que todo lo que hacen les sale mal, a lo cual se le conoce como "Ley de Murphy" —Lo que tenga que salir mal, saldrá mal— y el problema es que ocurre en una cadena de eventos uno tras otro.

Algunos dirán que son cosas que pasan, y que "hay otros que cargan cruces más pesadas", pero resulta que ellos son ellos, y nosotros somos nosotros, por lo que no podemos ponernos por completo en el lugar de otra persona, pues su mente y forma de pensar es otra que difícilmente se podría igualar, ni siquiera los gemelos idénticos tienen pensamientos y comportamiento idéntico.

La Parodia de tu vida - Uno de tantos días

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—Te levantas temprano y decides entrar a tus sitios web y cuentas de redes sociales para verificar mensajes nuevos, por lo que te dispones a prender tu PC, y por azares del destino se te ocurre revisar si dejaste un CD o DVD dentro del reproductor de la PC... Y ¡O sorpresa! El botón del lector no funciona, reinicias la PC, he intentas tantas veces que funcione el botón que llega al punto en el que se quiebra el botón de plástico (de su base) y cae al suelo, por lo que muy a tu pesar decides desconectar todos los cables de tu PC para tratar de retirar el lector/quemador de discos.

—Después de desconectar cables y retirar tapas, quitas el lector/quemador, y logras desarmarlo para tratar de pegarle el botón de plástico que se quebró, además de revisar si está fallando el switch tipo botón. Lo siguiente es el intento de usar pegamento potente para pegar el botón de plástico... ¡Pero resulta que el destino te da otra bofetada!, pues sucede que el plástico del botón reacciona con el pegamento haciéndolo como chicle, lo cual es equivalente a quedar inservible.

—Ya comenzando a sentir la frustración, entonces decides que lo mejor será reemplazar el switch tipo botón, por lo que "por suerte" encuentras un reemplazo, pero este es necesario desoldarlo de donde se encuentra, para cambiarlo por el del lector/quemador.

—Tienes listo todo a la mano, y te dispones a conectar el cautín, te esperas a que se caliente lo suficiente, y comienzas a tratar de desoldar el reemplazo del botón, después de un buen rato batallando para tratar de quitarlo, te das cuenta de que el cautín comienza a sentirse muy flojo de su base de metal que hace contacto con su base de plástico, y te das cuenta de que el calor está quemando el plástico de la base... No te queda otra más que suspender el proceso.

—Ya sintiendo la frustración incrementada decides que lo mejor es poner todo ha como estaba antes, armas todo de nuevo, reconectas cables, y te dispones a prender la PC... ¡Comienza a sonar el maldito pitido de alarma de la tarjeta madre!... después de desconectar varias cosas para probar cual sea el posible error, logras corregirlo al reconectar el cable SATA de su base en la placa (el cual nunca desconectaste ni moviste cuando quitaste el lector/quemador).

—Una vez reconectado todo y corregido el error con la tarjeta madre, pones a prueba el lector/quemador... ¡y para tu sorpresa este funciona perfectamente!... pero con un horrible hueco que muestra el lugar donde estaba el botón de plástico —te atormenta que cuando se quebró el botón de plástico ya habías intentado hacer funcionar el botón switch directamente.

—Pero este día no fue más que uno como cualquier otro, pero que quizás no te fue tan mal porque al final casi todo regreso a su debido orden...

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Después de que te suceden esta cadena de eventos desafortunados y llega la conclusión final, en la que o todo quedo estropeado, o por arte de magia todo vuelve a funcionar como antes, es cuando comienzas a sentir una especie de indiferencia, que es como una forma natural de lidiar con esta clase de eventos, pero que por desgracia es algo temporal, porque al día siguiente no te quitas de la mente los problemas que tienes que solucionar, así sean simples aspectos estéticos en tus cosas.

Al menos el premio de consolación es que aquellos que viven bajo una constante serie de eventos desafortunados, tienen al menos una ventaja sobre quienes viven una vida "más afortunada", pues quienes viven la ley de Murphy como si fuese la historia diaria de su vida, están tan acostumbrados al estrés, que difícilmente se ven afectaciones severas a su salud causadas por el estrés. Pues quienes son más afortunados basta con que hagan un solo coraje para que terminen incluso en hospitalización.

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Notas:

Esta es solo una historia que puede ser o no ser ficticia, pero que refleja un día de tantos que puede ocurrir en la vida de quienes están tan acostumbrados al estrés.