Nydia

in #spanish4 years ago

Nydia




Dibujaba en un rincón, sus manos tomaban con fuerza cada lápiz de color, las líneas no eran de expertos pero dibujar era su mayor forma de expresión.

Su cabello rubio caía a cada lado de su cara, una cara que no poseía sonrisa.

Su nombre era Nydia. Cada día se sentaba al final de la fila de pupitres sola, apartada de los demás, aunque no siempre había sido así. Cursaba el quinto grado de primaria y su maestra había compartido con ella desde el primer día de primer grado. Había recibido a Nydia cada día con mucha alegría, porque a diferencia de los otros niños, ella nunca lloró al desprenderse de su mamá, hablo siempre mucho y su curiosidad salió a relucir desde el primer día.

Hacia algún tiempo su maestra notó el cambio en el comportamiento, pero por primera vez, la niña no quiso hablar, ni preguntar, ni indagar.

Su madre la recogía cada día, Nydia se acercaba a ella, la abrazaba y partían de la mano. Su casa no quedaba lejos de la escuela, y el sol las acompañaba durante todo el recorrido.

Al llegar a casa la pequeña seguía dibujando en su pequeña habitación, ya sus juguetes quedaron delegados a segundo plano. Pero su progenitora no notaba ningún cambio, no se fijaba en la poca expresividad de su pequeña.

El corazón de la pequeña a medida que pasaban las horas se llenaba de miedo, angustia, temor. No sabía que sucedía pero la sensación que había en ella era horrible. Le oprimía su pecho, no la dejaba respirar.

La hora de la cena era la más pesada, faltaba menos para ir nuevamente a dormir. Faltaba poco para que el monstruo apareciera en su pequeño cuarto. A veces pasaba días sin acudir, a veces solo iba durante minutos, otras veces durante horas pero siempre lo que ella sentía era horrible.

No le agradaba el juego del monstruo, no le agradaba sus visitas. Quería correr y huir...

Esa noche el monstruo volvió cuando dormía, siempre la despertaba, siempre le pedía jugar. Ella no podía negarse y nuevamente vivía una noche muy fatídica.

En el colegio sus ojos se cerraban frente al pizarrón cuando la maestra explicaba una vez más las sumas. Ella no presta atención, está muy cansada. Con mucho cuidado la maestra toma la mano de la pequeña y la guía fuera del salón, le pide conversar, que le exprese todo lo que la tiene asustada.

Pero Nydia no quiere hablar, siente mucho miedo de que el monstruo la descubra y pierda el juego. Con cariño la maestra le recuerda que puede confiar en ella y sin decir más decide que debe hablarlo con la madre de la niña.

Lo hace, a la hora de la salida le explica la situación y todas sus preocupaciones. La madre solo le comenta que la niña está normal, que simplemente es muy dormilona. Y se la lleva del lugar.

Ese día Nydia decide esconderse, no quiere que el monstruo la encuentre; así que se mete en el armario, y se envuelve con su manta, de seguro en ese lugar no la encontraría. Pero se equivoca. A las pocas horas una sombra entra en la habitación de la pequeña, se posa sobre la cama pero evidentemente está vacía, la busca debajo de la cama y luego, como si la oliera abre la puerta del armario donde la niña le ve con terror en sus ojos.

Sin duda su plan ha fallado, y tendrá un gran castigo por ello.

Nuevamente el monstruo la invita a jugar, le dice que está decepcionado por haberse ocultado de él. La toma de la mano y se la lleva del armario.

Nydia llora, desde pequeña su abuela le contaba historias de monstruos que vendrían a buscarla si se portaba mal, pero ella no sabía en que se había portado mal, ella no sabía porque la seguían castigando. La sombra le explica una vez más las reglas, le dice que no puede decirle a nadie lo que sucede, ni a mamá, ni a los abuelos, ni en el colegio, que debe siempre permanecer callada, porque si no perderá el juego, y tendrá que hacer cosas que a ella no le gusta, y le hará cosas muy malas también a su mamá, a su hermanito.

Nydia tiembla, ya sabe lo que procede. Todas las noches sucede. Pero siempre se pregunta porque a ella, ¿o acaso con todos los niños es igual? Porque en las historias los monstruos solo venían por los niños que se portaban mal, y ella nunca se había portado mal. En las historias siempre eran criaturas feas y deformes, con garras y largos dientes.

Su monstruo tenía el rostro y la voz de su padre, y era lo que más le aterraba.

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Muchas veces notar los cambios en la actitud de los niños es complejo, sobre todo para aquellas personas que no los conocen. Pero esto puede decir mucho de un pequeño, tanto de sus miedos, de sus alegrías, de su salud.

Como padres se debe estar atento ante cualquier situación que genere un desequilibrio y desbalance; para ellos hablar es complicado y más cuando están bajo sugestión. Los niños son vulnerables y débiles, el deber de quienes los aman es protegerlos de todos los peligros posibles; incluso dentro de su propio hogar.

Crear confianza y un lazo con sus hijos les permitirá notar cualquier inconveniente de una forma más rápida.

Cuidemos a los que amamos, cuidemos de nuestros niños.

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