En esta ocasión mi amigo y compañero de las tablas, @Salvao me ha invitado a participar de un maravilloso ejercicio de creación colectiva en la forma de continuación de un relato que sigue el hilo propuesto por varios autores, y el reto consiste en crear la participación en un límite de 48 hrs. Hay varias líneas en desarrollo y las bases y pormenores de esta propuesta pueden encontrarlas en esta publicación en el blog de @Alevil:

Reto de segundas partes en 48 horas: Bases y recopilación.

He de confesar que @Salvao me invitó hace más de una semana, pero dado que he estado un poco correteado en los quehaceres de la vida, he venido a enterarme hace un par de días. Sé que aunque ello constituye algún tipo de falta a las reglas, la regla principal es también divertirse con la escritura y continuar con la creatividad y las propuestas. :)

Los primeros tres capítulos de La Esfera, además de ampliamente recomendables y muy divertidos, se pueden visitar en estos vínculos para comprender el hilo del relato:

@Alevil: (Capítulo I)

@FlamenDialis: (Capítulo II)

@Salvao: (Capítulo III)

Al final de este capítulo nominaré a los dos autores que han de seguir con la línea argumental o bien ponerle conclusión al relato. Ojalá que todos lo hayan disfrutado y lo sigan haciendo tanto como yo. ¡¡Muchas Gracias, @Salvao!!

Sin más, vamos a lo que sigue.

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La Esfera

(Capítulo 4)

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La sala de juntas del Hospital era un hervidero, los médicos comenzaban a preocuparse del estado del Dr. Peter Adams, quien había aparecido hace siete años en su coche en medio de una autopista y en un profundo estado de coma, les parecía extraña no sólo su súbita recuperación sino que aunque hablara con un perfecto acento de Minneapolis, parecía querer convencer a todos de que había vivido toda su vida en España. Algunos proponían probar alguna nueva droga psicotrópica, otros proponían escaneos cerebrales, todavía algún decano por ahí se atrevió a comentar, —In my times we treated these things with electroshocks.

Entre risas nerviosas y comentarios de consternación sobre el caso, los médicos recibieron la noticia de la visita mensual de la única persona que tenía relación con el paciente, la Dra. Alice Nadimka, una arqueóloga de la Universidad de Minnesota, asociada en los proyectos de aquel investigador que había estado tanto tiempo dormido. Le informaron que la identidad del Dr. Adams estaba fracturada y que ahora se encontraría con un supuesto español que se decía jefe de vigilancia de un museo de Madrid. El paciente se encontraba en aislamiento en la última planta del Hospital. Alice pidió verlo.

Mientras miraba la Esfera, la disposición de este departamento que le resultaba tan extraño así como sus ropas y comprendía poco a poco que debía encontrar los documentos de identidad de este cuerpo en el que se encontraba, el Dr. Adams escuchó sobresaltado el timbre del teléfono. Una voz de mujer sonaba al otro lado del aparato.

¡Adán, soy Alicia! Disculpa que te hable a esta hora… pero es que simplemente has estado muy raro. Después del viaje a Irak te has puesto francamente pesado. ¿Estás bien? —El silencio comenzaba a hacerse denso hasta que ella misma continuó— Mañana por fin se inaugura la dichosa exposición de arte sumerio, es el “gran día”.

¿Arte sumerio? —Preguntó el Dr. Adams en perfecto español—. Los objetos de la habitación comenzaban a cobrar sentido, aún no sabía exactamente de quién era este cuerpo pero comenzaba saber dónde buscar, su cuerpo parecía responder mejor en tanto más se relajaba y con una agilidad y precisión desconocidas para él. Alicia seguía hablando al otro lado. —¿Puedo ir a tu casa?

—Dime una cosa, Alicia, ¿podrías pasar por mí para llevarme al… museo? Yo… creo que debo revisar nuevamente esas piezas.

—Supongo que te querrás encerrar nuevamente horas con aquel trozo de piedra. Tú famosa “Llave” de los coj…

—¿Has dicho “Llave”?

—Sabes, ¿por qué no vas tú sólo? Yo pretendía que te distrajeses del trabajo pero por lo visto simplemente estás como una cabra. Y yo que pensaba que me estabas evadiendo por lo nuestro aquella noche…

—Alicia, de verdad te necesito en este momento, por favor ven por mí y de camino te cuento.

Desde que vio por primera vez a la Dra. Alice, Adán no podía quitarle de encima la mirada. Estuvo esperándolo todo el día hasta que lo dieron de alta. Mientras viajaba con ella en su coche sentía que un vasto cúmulo de conocimientos iba asentándose en su conciencia. Su reciente viaje a Irak para atender asuntos de seguridad de la exposición que se presentaría en Madrid parecía adquirir dimensiones inusitadas, sus recuerdos se mezclaban con otros del mismo lugar pero que no reconocía como suyos. Visitas a sitios en ruinas, nombres de dioses, cosmogonías, filosofías, toda una línea de hipótesis sobre esa antigua civilización iba tomando forma clara en su cabeza. Vio el momento en que el Dr. Adams entro en coma. Después comenzó a recordar aquella Luz a la que por alguna razón identificaba como la Madre. Súbitamente le preguntó a Alice en perfecto inglés:

—Where are we going?

—Your home.

—Please, take me to my office in the University. I need to see the “Box” again.

—Seven years later and you are still obsessed with that “Box”.

—And I need to make a call to Madrid, Spain.

As you wish… —Después de un pesado silencio mientras tomaban rumbo a la universidad la Dra. Alice le preguntó a Adán— Do you remember that night?

Alicia no podía creer aún lo que había visto en casa de Adán, se había quedado maravillada con aquella Esfera y de no haber sido por los reflejos de él, hubiera terminado tocándola. Se encontraban en el Museo, exactamente frente a donde estaba expuesta la “Llave”. ¿Qué significa todo esto? —Preguntaba Alicia sin esconder un creciente nerviosismo— Estaban completamente solos en aquella sala del Museo, el Dr. Adams tomó a Alicia de la mano.

—Pronto sabrás todo. Estamos a punto de vivir ese cambio de era que se nos había prometido. Vamos a conocer a Nuestra Madre.

—¡Tengo mucho miedo, Adán! Por favor explícame qué está pasando.

—Ahora va a sonar el teléfono. Necesito contactar conmigo mismo.

—No entiendo de qué cojones hablas…

El sonido del teléfono móvil de Adán interrumpió a Alicia, quien con sus enormes ojos miraba esa sonrisa con la que el Dr. Adams intentaba tranquilizarla. Él contestó el aparato en perfecto inglés.

—How are you Adán, it’s been a long journey since the last time.

CONTINUARÁ...

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Para las nuevas etapas de este reto nominaré a dos amigas escritoras que han acompañado con su gran talento mi camino en esta plataforma y que estoy seguro compartirán una excelente propuesta.
Espero que acepten y disfruten de esta invitación.
Ellas son:
@Mllg y @LastSense

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@LeVeuf

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Imágenes originales

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