La leyenda del Huay Chivo en Yucatán, México, se une a una larga tradición de personajes con la capacidad de transformarse en animales, nahuales, brujos que han vendido su alma por poderes más allá de lo humano. Cuando estos se presentan a las personas que caminan en la noche suelen acarrearles grandes males. También se gozan con aterrorizar con su presencia para conseguir algún oscuro provecho de los pobladores. Presento esta entrada para participar en el concurso de relatos sobre leyendas latinoamericanas que puedes visitar en el siguiente vínculo: Cuentos para asustarte.

Lo organiza @MarlynCabrera junto a sus talentosas hermanas @AdnCabrera y @SandraCabrera; realmente es un reto para refrescar las viejas tradiciones con ambientes más actuales. Muy inspiradora invitación a la que aún hay tiempo de entrar. Espero que lo disfruten. Sin más:

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El Huay Chivo

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Se había vuelto algo constante esa sensación molesta en el largo tramo que recorría hacia su casa después de que lo dejaba aquel compañero; el que acercaba en coche a su casa a varios meseros cada madrugada tras cerrar el restaurante-bar en el centro. Él vivía fuera de Mérida, para ser más exactos, en el cercano pueblo de Tixpéhual. Siempre era el último que dejaban y el que tenía que recorrer mayor distancia hasta su casa, un rato incluso por carretera

Llegaba con su esposa e hija ya dormidas procurando hacer el menor ruido y tras alistarse, se iba directo a la cama. Sin embargo esa noche no consiguió el esmerado silencio y su agitación le hizo tirar un florero con los que su esposa adornaba la casa. Fue su hija la que salió encendiendo las luces y descubriendo el desastre de flores regadas. ¡¿Qué te pasó, papá?! —Dijo la hija, inquieta— Nada, princesa, por favor vuelve a la cama, tienes ese examen que me dijiste mañana temprano, no quiero que te desveles, ya pronto viene esa titulación, hija mía. —Le decía el padre conduciéndola a su cuarto, llenándola de besos en la frente—. Sin embargo no sabía qué fue aquello que lo embistió llegando al pueblo, si un animal o una persona; no podía distinguir ahora en sus recuerdos aquella figura negra que apenas miró mientras rodaba por el suelo, que caminaba hacia atrás llevando en la cabeza cuernos.

En una de las llevadas después del trabajo, les comentó a los compañeros de viaje lo que aquella noche le había pasado, uno que siempre iba muy callado en ese preciso día dijo, —Hay un Huay Chivo que ha llegado por tu pueblo; si te topó, algo querrá de ti, ya no hay cómo zafarse; oye lo que te digo—. Yo digo que fue un alienígena. —Dijo otro tras un silencio—. Las risas fueron llevando la conversación hacia otros terrenos, pero él se quedó pensando todo el camino en que aquello podría ser cierto y que ese extraño ser que lo había estado rondando pudiera quitarle algo. Corrió todo el camino y al llegar a casa no pudo dormir en toda la noche.

Pasaron pocas madrugadas cuando volvió a ocurrir, no supo de dónde vino, pero sintió un tremendo golpe. Aquella persona enorme y con cabeza de chivo estaba perfectamente iluminada por un farol, enseñaba los dientes babeantes, se extendían enormes las fosas nasales cuando respiraba. El resto era un pelaje entre negro y grisáceo, los ojos de un rojo sangre. Solamente le dijo —Ella va a ser mía—, y salió del alcance de la luz brincando grotescamente. Tenía lastimada la rodilla, se sentía arder en fiebre pero llegó lo más rápido que pudo, no evitó el ruido y cuando salieron su esposa e hija les dijo: —Nos vamos a casa de mis papás, agarren lo que puedan llevarse en una maleta, después yo les explico—.

Habían pasado dos meses, vivían ahora en una casa rentada a unas cuadras del sitio donde trabajaba. Era lunes, descansaba ese mediodía cuando escuchó un auto a la puerta, el sonido de llaves daba paso a su hija con una compañía que le erizó la piel. El hombre parecía muy rico y a la puerta se alcanzaba a ver un auto de lujo, un chofer inmóvil al volante. No sabe el gusto que me ha dado encontrar a esta excelente abogada, —le decía sonriendo aquel hombre de enorme talla— Cuánto me alegro de habérmela encontrado mientras buscaba talentos para mi empresa en su universidad, me advirtieron de su potencial, simplemente me dije: “Ella va a ser mía”. —El padre sintió hundirse en un letargo del que no salió hasta bien entrada la noche, ya dormidas la esposa y la hija—.

Sudó todo aquel martes en el trabajo del bar-restaurante, no pudo ver a su hija antes de marcharse aquella mañana, habría querido explicarle mejor aquello por lo que salieron corriendo de su antigua casa. Ese hombre era un Huay Chivo y la quería a ella, lo tenía bien claro. Pero no contestó sus mensajes ni en la tarde ni en la noche. Caminaba de regreso por las calles del centro entre automovilistas borrachos cuando vio al hombre frente a su casa, parado junto a su auto, un mensaje llegó a su teléfono: “Papá, ya tengo trabajo”. De nuevo no vio la embestida que lo puso bajo las ruedas de un carro.

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FIN

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Comparto nuevamente el vínculo al concurso: https://steemit.com/spanish/@marlyncabrera/cuentos-para-asustarte-1er-concurso-de-relatos-inspirados-en-mitos-y-leyendas-latinoamericanas
Actualización: La obra fue premiada con el segundo lugar en el Concurso.

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Imágenes originales

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@LeVeuf

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