La música en mi vida.

in #spanish5 years ago (edited)



La música en mi vida.

Nací en un pueblito llanero en el estado Guárico, que en la década de 1950 era petrolero, y la agricultura había pasado a un segundo plano en importancia.

Por otra parte, el talento musical siempre se ha manifestado en algunos integrantes de nuestro núcleo familiar, y mi padre lograba extraerle algunas notas a su cuatro, y era un cantador en fiestas populares, a lo que acompañaba con las parrandas.

Pero mis verdaderas fundamentaciones vinieron de mi hermano mayor, de nombre José Mercedes "Curpe ", quien había nacido en 1944, y a su vez había recibido clases ocasionales de un músico apodado Bolas de agua,
que solo se sabía 2 canciones, una *La maricutana, y otra La pava, las que "chapuceaba todos los días, y cuando alguien pasaba por su calle, algunas veces le gritaba:

—¡Bolas de agua! ¿Y cuándo te vas a aprender algo nuevo?

En alguna oportunidad salía con un mandador en la mano para perseguir al intruso, pero era un muchacho bromista, a quien le era imposible alcanzar, porque Bolas de agua tenía que usar bastón .

Y fueron La maricutana y La pava las 2 primeras canciones que mi hermano aprendió. Él tendría unos 10 años, por lo tanto, lo anterior es una referencia que aprendí después.

Mi hermano fue interesándose en el arpa, y ya después, nuestra casa era visitada por conocidos artistas como "Catire" Carpio, José Romero Bello (el de "Florentino y el diablo""), Juanito Navarro, y muchos más, y recibió muy buena asesoría y enseñanza de Alfredo Tenepe, con su estilo de hacer vibrar los tiples, de manera peculiar.

Mi hermano grabó un long play con José Romero Bello, y varios más como solista, siempre del arpa del maestro Tenepe.

Éramos muy pobres a principios. Me motivó mi hermano al darme la nota de re menor, y por ahí me fui. Nunca le busqué para que me enseñara nada más, sino que me la pasaba dándole a un cuatro de lata que logré construir.

Mi familia evolucionó, mi padre "pegó" en una "contrata" petrolera como obrero, y ya después mi hermano me regaló un cuatro. Cuando llegaban esos grandes artistas, me quedaba pegado de la pared, y con las manitos atrás y planas, como en señal de reconocimiento, sumisión y expectativas ante los que "más sabían".

La música empezó a regir mi vida, y fui aprendiendo por interés propio, algo que realmente fue un error a la larga, pues de haber recurrido a mi hermano, de seguro habría aprendido a tocar arpa, cuatro y bajo, como él lo hacía.

Recuerdo cuando todas las tardes se iban a Valle de la Pascua a presentarse en Radio Difusora Venezuela, y obtenían buena paga. Al tiempo, mi hermano Curpe se hizo animador del programa, y de ahí, de actos y eventos culturales y musicales.

En 1967 nos mudamos a San Juan de los Morros, y no había nadie que tocara instrumentos musicales, a menos que en sus parrandas, papá llevara algún músico, y me ponía de cuatrista a acompañar, por ejemplo, a Miguelito Soublette y su violín mágico.

Seguí dándole a mi cuatro en cuanto podía, y en 1968 formaba parte del conjunto navideño de mi liceo Roscio como maraquero.

No había músicos que me enseñaran, y la forma autodidáctica seguía su papel en mi aprendizaje.

Cuando a los 18 años, contradictoriamente, empecé a parrandear y consumir bebidas espirituosas, me ligué a buenos ejecutores, de la talla de Ezquiel Villarroel, Octavio Seijas, Miguel Tiape y Rafael Páez, guitarrista este último.

La música seguía impregnando cada glóbulo del cuerpo, y luego cuando era docente por horas en la cátedra de inglés, me motivé a formar el conjunto del liceo José Félix Ribas, compuesto por jóvenes de séptimo a noveno grados, y lo único que les tocaba era el cuatro. Hasta bailarinas se hicieron algunas niñas.

Gaitas, aguinaldos, tamboreras y villancicos conformaban el repertorio, y eran de 12 a 16 años mientras mi edad no era tan disímil: 22 años.

Por otros motivos, salí del liceo y entré rápidamente a lo mío: instructor de música en la Casa de los Niños La Paraulata, con un sueldo de bs. 1.500 mensuales, algo suficiente para mí solo. Y entonces fue cuando me afiancé en la enseñanza musical. Allí conocí a mi excelso maestro Freddy Herrera quien me guio con aplomo con sus conocimientos y dominio del área.

Recuerdo varios niños que aprendieron a tocar cuatro, pero los 3 primeros fueron: Miguel Lucena, Chiquitín Bermúdez y Aníbal Villalobos, exactamente, en 1982.

Luego en 1985, estos modelos de casas de niños fueron desapareciendo, y mi desubicación y extrañeza surgieron, al montarse un jardín de infancia. Ni idea tenía de trabajar la música con niños de esa edad.

Para no abandonar el cargo ni mi forma de subsistencia, empecé a asistir, y los primeros 15 días me limitaba a observarlos, y seguía con mis incógnitas: ¿Qué hago con estos niñitos?

Descubrí lo más hermoso que me podría ocurrir como docente: ser instructor de educación musical de preescolar.

En octubre de 1985, comencé a impartirles clases de tambor, maracas, charrasca, chapero, sonaja y cuanto instrumento navideño se me ocurriera. Y soprendentemente ¡los niños aprendían ipso facto!

Ya en diciembre estaba conformado el conjunto con más de 30 niños, que actuaban en la primera presentación de parrandones navideños escolares. Hermosa vivencia que se mantuvo hasta el 2000, cuando dejé de laborar en el jardín de infancia, y pasé a otra dependencia. Continué con preescolar, pero ya no con conjuntos.

La música siguió su curso, y cultivé el difícil campo del canto coral pero lo que nunca probé fue con adultos. Me ha parecido siempre más bonito el trabajo con niños, y gracias a Dios, me ha ido muy bien.

Hace unos años observé que la mayoría de las escuelas de mi municipio no contaban con himnos institucionales, y por tal motivo, me forjé lograr esa cristalización. De un poco más de 100 escuelas de preescolar y básica, ya casi todas cuentan con su himno, de los cuales he compuesto 63.

"Donde está la música está la alegría, y donde esté la alegría, estoy yo con la música". Ese es mi lema, que comparto con ustedes.

Agradezco su atención, y le doy gracias a Dios por tanto ben que me ha proporcionado con la música.



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Me encanta tu reseña amigo, nunca dejas de sorprenderme, en mi experiencia como músico me siento un tanto identificado ya que actualmente doy clases de teclado en una academia y de verdad me siento satisfecho con los resultados al difundir y colectivizar la música, es muy bonito relato de verdad, espero seguir leyendo más de tus contenidos. PD: pronto te escribiré por discord.

¡Saludos!

Mi buen amigo Daniel, muchas gracias por tu lectura y comentario. Lo que noto es que he acostumbrado a escribir de manera breve, pero en esta ocasión escribí, y escribí, y sin darme cuenta, hice unas cuantas líneas. Sucede cuando emociona lo que se escribe, y no hay temor de que nadie te ve, ja, ja. Bendiciones de Dios.

jejejej muy cierto amigo, yo aprovecho eso por que ser blogger es eso, "escribir y expresar lo que uno siente y opina y cree" para compartirlo con los demás, ¡¡bendiciones igualmente!!!

Musica para el alma, para muchas personas es parte de su vida. Felicidades

Cuando hay motivo las inspiraciones surgen, y se va escribiendo, al punto que llegan turbulencias de ideas para la escritura, y evocaciones en una misma concurrencia. Gracias, Eri, por tu atención.

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