Volar cuando trabajas en una línea aérea o cuando tu mundo está relacionado con la aviación siempre se siente diferente, pero para mí no fue diferente, reconozco cuando arranca motores, por qué retrocede en ese momento inicial, el por qué de cada espera, reconoces los ruidos en vuelo y ves el proceso de frenado tras la toma, pero si en algo me identifico contigo cuando vuelo es en las cosquillas en el estómago y los pequeños nervios previos a un largo viaje.

La espera previa a volar es una rutina muy similar siempre, ya has roto el hielo con un pequeño salto entre Málaga y Madrid, sea en avión o en tren ya has comenzado tu viaje, pero tan sólo es un aperitivo de apenas 40 minutos, la realidad comienza en esa T4 en la que tal cual llegas debes llegar al satelite central de vuelos internacionales que la denominan T4s, para ello hay que coger un tren intercambiador entre ambas terminales y después pasar tu correspondiente control de pasaporte, a todo esto, se agradece atravesarlo en casa y no tanto en el extranjero, aún así a los españoles se nos recibe bien allá donde vamos y no suelen ser duros en los puestos fronterizos.

Estudiar la máquina en la que vas a viajar es el siguiente paso antes de embarcar, fijarte cómo cargan el equipaje y la mercancía, ver que lo repostan de combustible (como si el hecho de no verlo fuese causa de no volar jaja), investigar ese avión está entre mis cometidos como buen pasajero asustón. Ya solo queda atravesar esa pasarela y ya no habrá vuelta atrás.

Una vez dentro, saludado al amigo que te acompaña, colocado tu respaldo en posición vertical y tu equipaje de mano en el compartimento superior llega el momento en el que los auxiliares te muestran los protocolos de seguridad a bordo y que nunca ves o que sabes que llegado el momento no recordarías por el caos, así pues, yo como de costumbre miro hacia fuera y saco foto al arranque de motores, espero nada ocurra porque no atendí.

Despegó sin incidencias, plácidamente y ya sólo quedan horas y horas de vuelo hasta destino, las primera hora miras hacia fuera buscando nuestras montañas y el inicio del océano, después ya sólo me quedarán nubes y el entretenimiento a bordo.

Primeras montañas, las nuestras, las de nuestra península ibérica.

Qué puedo decir de lo que sigue...mi afición por los cielos y por fotografiarlos se hizo latente.

Para mí era como estar cerca del paraíso aunque sea una expresión fácil vistas las imágenes.

Por fin y tras 9 horas de vuelo comenzó un poco de cambio en las vistas, el verde y la selva comenzaron a asomar.

Tanta belleza para un peninsular del sur, acostumbrado a montañas color tierra...

Comenzamos el descenso, los oídos se taponaban pero no apartaba mis ojos de la ventanilla.

¿Descripción gráfica de volar entre nubes?

Pues el avión se mueve como si fuesen sólidas...

Una vez por debajo de las nubes el día amanece húmedo dando sentido al verdor de lo que nos rodea.

Al fin tomamos tierra y quise fotografiar la reversa del avión, un día os explicaré este proceso con algo de detalle.

Aún no terminó mi viaje, pero esta aventura transoceanica llegaba a su fin, próximo destino...

By @jvb71