Hola amigo lector.

Es curioso hacer memoria y pensar en aquello que de pequeños decíamos que haríamos al ser adultos. Como es lógico, los niños suelen ser fantasiosos, y también muy impresionables, pero si algo es seguro, es que son honestos consigo mismos y para con los demás.

¿Qué querías ser tú de pequeño?

Yo por ejemplo creo que quería ser desde piloto aereo y científico, hasta astronauta, jugador de futbol y médico (vaya combinación ¿no?). Haz un esfuerzo y trata de recordar aquellas cosas que querías ser cuando fueras grande, seguro te sorprenderán los resultados.

¿Qué terminaste siendo de adulto?

Es decir, ¿a qué te terminaste dedicando al crecer? En mi caso particular, terminé convirtiéndome en lo que soy hoy, es decir, en un emprendedor digital.

¿Concuerda aquello en lo que deseabas convertirte con lo que realmente eres ahora?

Es muy probable que no, de hecho, si la mayoría de las personas adultas hiciesen un cotejo entre lo que deseaban ser cuando crecieran y en lo que finalmente se convirtieron cuando sucedió, estoy casi 100% seguro de que no coincidirán lo uno con lo otro en la mayoría de los casos, por lo cual, puede decirse sin lugar a dudas que no hay una correspondencia entre las aspiraciones infantiles y las ocupaciones de la etapa adulta.

¿Te sientes satisfecho con lo que eres ahora?

Debo admitir en mi caso, que aunque no se corresponde lo que soy (o a lo que me dedico) con lo que deseaba ser cuando era niño, me siento muy satisfecho con el rumbo de mis ocupaciones y mis conocimientos en general. La vida es más que solo deseos, hay que esforzarse, hay que aspirar, pero (aunque de un modo optimista) también hay que hacerlo de un modo realista. En el camino de nuestros esfuerzos, solemos descubrir nuevas metas y nuevas aspiraciones, tan loables y deseables como las de nuestra niñez.

Reflexiones adicionales.

El propósito de este ejercicio no es hacernos sentir mal ni mucho menos, es -por otra parte- fijarnos en un hecho concreto: Cuando somos niños, nuestros deseos (aunque honestos) no están apoyados por razonamientos lógicos, ni por un conocimiento muy amplio del mundo, somos inocentes, por lo cual fantaseamos sobre aquello que desearíamos llegar a ser, sin más limitación que el idealismo o probablemente la competencia con otros niños de nuestra misma edad.

Pero con el curso de los años, en función de nuestras experiencias, vivencias y cualidades (aunado a las necesidades y oportunidades que se van presentando) terminamos eligiendo un camino que por lo general, será completamente distinto al que aspirábamos o imaginábamos inicialmente.

Pasa lo mismo cuando de adultos, pensamos o queremos lograr algo, pero no tenemos ni la más remota idea de lo que se requerirá para conseguirlo. Puede ser que lo logremos o puede ser que no, pero si algo es seguro es que si nos instruimos sobre aquello que deseamos conseguir y mantenemos una firme determinación, tendremos mayores probabilidades de lograrlo.

Y tú, ¿a qué te querías dedicar y en qué te terminaste convirtiendo? por favor escríbelo en los comentarios.

¡Hasta la próxima!

Artículo escrito por José Quintana.
Autor y redactor del Blog Emprendiendo e Invirtiendo.