El premio (Cuento)

En su casa en el campo nunca ha habido tantos vehículos como ahora, ni siquiera unos años atrás cuando murió su esposa y lo dejó solo en esa propiedad donde vivieron desde que se casaron.

Se la compraron a un amigo extranjero que tras pasada la guerra regresó a su amada Europa, fue algo así como un regalo de boda a los recién casados.

Siguiendo la tradición familiar, la siembra y cría de aves y una que otra res o cabra, que les suministraban la leche con la que alimentaron a sus tres hijos, fueron la base de la economía familiar.

Cuando sus descendientes volaron del nido y le hicieron saber que romperían con la tradición de ser campesinos, como una manera de cubrir la soledad intensificó su trabajo.

Llegaron los nietos y las reuniones familiares por momentos se hicieron más frecuentes pero con los años terminaron distanciándose, por razones de lejanía y trabajo de sus hijos y solo para navidad y año nuevo lograban reunirse todos, aunque siempre había alguna ausencia.

Las invitaciones a vender la propiedad y mudarse con alguno fueron frecuentes por algunos años, pero sus raíces estaban profundamente sembradas en ese lugar y no imaginaba despertar y no sentir el aroma de la tierra en su nariz.

Su esposa, como imán que estaba entre dos grandes amores, accedió a pasar alguna temporada con algunos, pero siempre regresó a su lado.

Su testarudez comenzó a ser un obstáculo y en los últimos diez años, las reuniones de navidad estuvieran limitadas a uno que otro nieto, ya que los hijos, tal vez como reclamo ante su inamovilidad, siempre consiguieron alguna excusa para no asistir.

Sin embargo, como todo pueblo pequeño, donde sus habitantes por generaciones han luchado hombro a hombro, nunca la casa estuvo vacía, hasta que la edad de las perdidas comenzó a llevarse a otros planos a los amigos y finalmente a su esposa.

Pensó que la muerte había perdido su dirección, hasta que un médico venido de la ciudad le realizó algunos exámenes y determinó que tenía un cáncer que lo transportaría al lado de su amada en pocos meses.

El dueño del periódico local, amigo de la infancia y todo un personaje con ideas macabras, una noche mientras lo visitó en su lecho de enfermo, le dijo.

-Sobrará gente en tu funeral.

Y así ocurre ahora, como salidos de todos los rincones, familiares que no conoce se encuentran, como zamuros, esperando que cierre sus ojos para siempre.

Todos tienen un motivo más fuerte que el amor o alguna consideración, el dinero.

Como cómplices en la fechoría, un día su amigo le confesó la razón por la cual ahora tiene nietos de madres que no conoció o como sus hijos lograron conseguir vuelos desde el exterior y otras ciudades del país para llegar antes que la parca se lo lleve.

Inventó y puso en la primera página del diario que se había ganado un premio millonario en una lotería extranjera y además colocó esa falsa noticia en algo llamado redes sociales.

El afán del dinero fácil de quienes ahora ocupan su propiedad les obnubiló la razón y nunca se preguntaron. ¿Cómo juega una lotería extranjera alguien que no sabe ni siquiera leer ni conoce de tecnología?

Al final del cuento se conseguirán con la verdad y la sorpresa que su única propiedad, la ha dejado en herencia al hijo de quien ha sido su mano derecha por más de cuarenta años y quien ha sido que la ha mantenido prospera como se encuentra.

La vida es corta pero rica en anécdotas, acciones y sorpresas.