El medallón (Cuento)

La dama asesinada en una oscura calle de la ciudad tiene un objeto que ya el detective Sarmientos ha visto en otras ocasiones.

Se trata de un medallón en forma de corazón similar al que llevaban puesto otras tres víctimas en los últimos 4 meses, por lo que su instinto le dice que existe un asesino serial rondando la ciudad.

Sin embargo no comunica sus sospechas a los compañeros ni superiores sino que inicia una investigación sobre las cuatro mujeres.

No descubre nada que las conecte, por lo que concluye que el azar es el método usado por el criminal pero existe otro detalle que no cuadra en su impresión inicial, el método con el cual fueron asesinadas es completamente diferente.

Para un psicópata estos pequeños detalles sobrepasan su capacidad por lo que la intriga crece y se exacerba cuando una quita victima aparece en la playa, pero a diferencia de las demás no tiene rastros de haber sido asesinada sino que al parecer murió de otro motivo.

El informe del forense indica que sufrió un paro cardiaco provocado posiblemente por un fuerte susto.

En el contacto con los familiares de las occisas corrobora que ninguna tenía algún lazo de amistad entre ellas pero descubre que el medallón ha sido comprado en el mismo lugar, por lo que se frota las manos seguro que ha descubierto al asesino.

Va hasta el local que no resulta ser una joyería o tienda de prendas de fantasía para damas, sino un establecimiento donde venden artículos esotéricos.

La propietaria es una anciana septuagenaria que más que caminar se arrastra ayudada por una andadera, por lo que sería imposible que fuera la ejecutora de los homicidios, pero podría ser la autora intelectual de los mismos.

Una joven adolescente la acompaña en la tarea de atender la clientela, que es mínima, tomando en cuenta que en el intervalo que ha estado allí no ha llegado más nadie.

Se identifica con ambas y le muestra las fotos de las víctimas.

Sin mostrar ningún tipo de emoción la anciana le responde que todas eran clientes del lugar y que buscaron algo en común, un talismán que les ayudara a encontrar el amor.

Igualmente le declara que les vendió un collar de cobre con un medallón en forma de corazón del mismo material ya que es el indicado para este fin y que el mismo solo deberían colocárselo los días viernes, ya que es el día regido por el planeta Venus.

Se reprocha mentalmente de no haber notado que todas murieron el mismo día de la semana.

Igualmente le explica que ha vendido aproximadamente veinte de esos amuletos, por lo que especula para sus adentros que existen quince posibles víctimas en la calle.

Pasa más de quince minutos escuchando a la anciana, y algo le llama la atención sin saber la causa, según ella el talismán es un inductor para atraer el amor pero igualmente es un escudo de energía para atraer el bien o apartar el mal y según el uso que se le da este puede ser mortal cuando quien lo lleva quiere hacer que el mismo le sirva para beneficiarse o aprovecharse del atraído.

Por lo que la hipótesis de la septuagenaria es que las mujeres muertas no son en realidad victimas sino que intentaron ser victimarias, atrajeron el mal y esta las mató.

¿Dónde localizo para apresar al mal?

Piensa sarcásticamente.

Si todo lo que la nigromante, como la ha bautizado en su memoria, es cierto entonces hay cuatro asesinos diferentes y eso lleva a una interrogante mayor.

¿Quién mató a la quinta víctima?

Meses después, para desgracia de Sarmientos, quien estaba seguro que ella era una charlatana, las especulaciones de la mujer comienzan a tomar forma, son atrapados los cuatro asesinos y todos declaran haber sido víctimas de las mujeres quienes por diferentes métodos los extorsionaban, pero niegan recordar el haberlas asesinado.

El quinto culpable nunca apareció.

¿Sería en realidad el propio mal el homicida de todas?