Haciendo memoria del proceso de aprendizaje de pintor de cuadros ( 3)

in #spanish8 years ago (edited)

Entre encargo y encargo, también pinté cuadros para colgar en las paredes de la casa de mi padre. Recuerdo con nitidez pasmosa una serie de cuadros de vistas de Salamanca.

Los que más me dolieron al tener que desprenderme de ellos fueron dos sobre todo, y los dos se marcharon para Cataluña. En alguna pared seguirán colgados: uno de la calle Tentenecio y otro del puente romano con las catedrales al fondo.

Los clientes de aquellos cuadros de paisajes urbanos buscaban justamente mi estilo de pincelada suelta y de soluciones técnicas que no fueran convencionales como las muchas que encontraban en las tiendas de recuerdos de Salamanca.

Seguía siendo tímido, pues recuerdo que, al plantar mi caballete portátil en las distintas sesiones, sobre todo pintando la calle Tentenecio, me molestaba el corrillo que se formaba con los transeúntes que se paraban un rato a verme pintar, en un silencio que, a pesar de lo concurrido de la situación, se oía hasta el pincel mezclando colores en la paleta.

En una ocasión intenté tirar del hilo preguntando a unos y otros para ver si daba con el ovillo de los catalanes que me habían comprado aquellos cuadros, y a lo más que llegué a través de un antiguo conocido fue que eran de Tarragona. Seguí preguntando para poder pedirles por lo menos unas fotos de los cuadros, pero ya desistí ante el fracaso de no obtener información más precisa.

En aquella época pasé varias temporadas en Barcelona. Salamanca era entonces el referente cultural universitario de España pero Barcelona era el referente cultural amplio y cosmopolita. Allí tuve a ocasión de empaparme de pintura, en las múltiples exposiciones, de distintas tendencias y estilos.

Sin abandonar mi impronta personal, pero sin duda, por lo que ahora autoanalizo, influenciado por Barcelona y París, realicé dos cuadros cuyo formato y textura se salían de los convencionales lienzos claveteados en los bastidores: “La catedral” inspirado en “Notre Dame”, y un “Bodegón apaisado”.

Estos dos cuadros los pinté para mí, para mi casa, para no venderlos nunca. Me encantó elatrevimiento de experimentar con nuevos materiales además de los consabidos tubos de óleos.

De la misma época fue el retrato de “Mi padre”. Explicaré en otro artículo más adelante los detalles de la realización del mismo.

LA CATEDRAL

Sobre una tabla, con un polvo blanco llamado “plaste”, que utilizan los escayolistas hice una colada al fuego mezclando una cola y lo extendí dejando una base rugosa y de duración perenne y compacta para que no se cuarteara.

En una fontanería pedí unos trozos de recortes de plomo y los fundí en una cacerola. Con el plomo líquido lo hacía correr sobre el suelo para obtener distintas formaciones, de las que luego elegí las que me interesaban y el resto lo deseché para la basura.

Con las piezas del plomo líquido construí lo que serían el grueso del cuadro, y el resto, aprovechando la textura de la pasta de la base, lo pinté con óleos.

Me pareció una interesante composición, por lo que ya no lo puse a la venta y siempre lo he tenido decorando una de mis pareces.

DETALLES DE “ LA CATEDRAL “:

Y la firma en un lugar discreto:

Para la realización del bodegón apaisado, no utilicé un lienzo convencional sino sacos de azúcar de un tejido muy tupido pero muchísimo más áspero para intentar conseguir unos efectos con sus rugosidades que para mí eran totalmente originales. En una exposición de Paris había observado los efectos conseguidos por otras bases que no eran lienzos sino tejidos varios, incluso metales laminados.

Este cuadro lo pinté en Astorga, en casa de mi padre todavía, y ya siempre decoró una de las pareces.

Se dio un hecho curioso: el marco se lo encargué a la cristalería que también enmarcaba cuadros, y vendía toda clase de molduras. El cristalera me lo pidió para decorar su escaparate durante un mes del verano. Evidentemente se lo cedí con gusto. Ellos dos o tres días me llamó el cristalero pues me podía interesar algo importante, me dijo.

Había entrado en la tienda un matrimonio madrileño-canadiense que casualmente estaban de turismo por Astorga camino de Galicia. Le ofrecieron una cantidad considerable de miles de pesetas, para enrollarlo y llevárselo para América. Hubiera sido el cuadro más caro que había vendido. Le dijeron que cuando pasaran de vuelta hacia Madrid se lo enrollara y lo embalara bien para que no se deteriorara en el vieje. Titubeé por momentos pero fui resoluto y le dijo que no, que era para la casa de mi padre y que no lo vendía, que le dijeron a los señores que muchas gracias por el ofrecimiento. Y nunca me he arrepentido de conservarlo.Seguro que algún día, un tataranieto de mi padre o un chozno, o quién sabe, igual un chozno de un chozno agradecerá mi gesto, pues dejo escrita la anécdota para la historia de la familia.

Sort:  

Debo decir, viendo la variedad y calidad de tus posts desde hace ya unos meses, que me siento orgulloso de compartir comunidad con alguien tan culto y talentoso como tú @jgcastrillo19
Sinceramente, creo que no había conocido aún a nadie tan "tremendo".

Bonitos cuadros, Jesús.
Saludos

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