Hola, mi nombre es Lolah Yordanov, una linda chica de veinte años y tres meses de edad, siempre he sido una persona llena de energía aunque mis eternas ojeras, mi voz quebrada y mi pesadez notoria quizás les hagan pensar que les estoy tomando el pelo. Siempre he amado la vida nocturna pues amo salir a caminar o bailar de noche, pero tengo un pequeño problema...

Esta es mi historia.

_{Fuente: Pixabay}

«Despierta por favor, despierta; maldita sea despierta...»

_{silencio repentino}

— ¡DESPIERTA! — escuché esas palabras en el borde de mi oreja.

Abrí los ojos de manera abrupta, sentía que el corazón se me iba a salir del susto y ahí, yaciendo en mi cama sabía que comenzaba el juego una vez más... otro día, otro reto.

2:00 de la mañana marcaba ese viejo reloj que colgaba en la pared.

— «Tic, tac, tic, tac» — sonaba de manera perturbadora y escalofriante.

Recuerdo que ese día ya no pude —ni quería— volver a conciliar el sueño pues otra pesadilla me hizo despertar con el alma tan fría y asustada que la poca energía que pude agarrar para levantarme de la cama e ir a la cocina, me llevó a prepararme unas tres tazas de café; prefería lidiar con la taquicardia que con él de nuevo.

Aunque, pensándolo mejor, vayamos al inicio de este día, no van a entender por los momentos a qué me refiero a menos de que les cuente todo desde el comienzo.

_recuerdo

_{Fuente: Pixabay}

— ¡Muy bien! Hoy siento que es un buen día para salir a caminar — me dije con bastante energía y buen ánimo.

Agarré mis tenis blancos, mi «leggins» negro, mi «crop-top» negro y una camisa de cuadros roja desabrochada hasta los botones de la cintura y amarrada dentro del «leggins», un café negro sin azúcar para agarrar la energía suficiente y mi libro favorito (el cuál ya había leído unas seis veces pero siempre lo volvía a retomar cada cierto tiempo), ya estaba lista.

— ¡Hey Lolah!, ¡Buenos días! ¿Cómo amaneces? - escuchaba una voz con mucha energía en el pasillo de mi edificio.

Era mi vecino David; él es mi vecino del apartamento de al lado, creo que le gusto o siente algún tipo de atracción por mí porque siempre está esperándome mirando por el ojo de su puerta -generalmente veo su sombra detrás de la puerta- o inclusive a veces se queda parado en la puerta de su apartamento cuando escucha que ando en casa hasta que yo abra mi puerta para darme los buenos días, buenas tardes, etc.

— Hola Dave, pues realmente estoy tranquila, algo exhausta, lo normal, aunque hoy iré a caminar pues tengo días que no salgo y creo que ya necesito un poco de aire libre — le dije mientras sonreía amablemente.

— Disculpa el atrevimiento pero ¿puedo acompañarte el día de hoy? — preguntó mientras agarraba su chaqueta de jean.

— No, disculpa, pero voy con algo de prisa — respondí rápidamente y me fuí.

Las calles estaban hermosas ese día, el sol estaba en su mejor punto y plenitud, el cielo tan hermosamente azul y un ligero decolorado se podía notar en él pues las nubes ese día no salieron tan densas. Caminé hacia mi parque favorito donde siempre me siento a leer mientras escucho música, realmente no sabía qué colocar pues mi estado de ánimo en ese momento no era el más indicado, había salido de una ruptura unos meses atrás pero realmente no quería homenajearme con un cortejo fúnebre a tan tempranas horas de la mañana.

Miré mi reloj y marcaba las 8:23 de la mañana, tardaba alrededor de 5 y 10 minutos llegar hasta el parque.

Como de costumbre me senté a leer en un banquito de madera en medio del parque, ese es uno de mis lugares favoritos a pesar de estar tan cerca de un parque infantil. Escuchaba la risa de los niños, las madres enojadas regañándolos por salir corriendo, ya saben, lo usual.

— ¡Te vas a caer, joder! — escuché de una señora gritándole al niño.

Y en efecto, se cayó y comenzó el llanto; debo admitir que ese niño sí que lloraba de una manera muy ruidosa, sin embargo, lo ignoré y encendí mi Ipod y coloqué un buen house para entrar en ambiente.

— ¿Te diviertes? — escuché como un susurro de una persona que sentí en mi espalda.

Volteé y no había nadie.

— Creo que solo fue mi imaginación — me dije ingenuamente, pensando en voz alta.

— Ahora vas a ignorarme todo el día ¿no? — volví a escuchar la misma voz, pero esta vez un poco más firme y con un tono irónico.

Me quité los audífonos para ver si alguien me estaba troleando o simplemente me estaba adentrando tanto en el libro que comenzaba a delirar. Si... debía ser eso.

— Lolah, ven a jugar, ven y duerme un rato que quiero verte — me dijo... «él».

Guardé silencio en el acto, de manera muy incómoda... mi corazón se detuvo por un momento y tragué un nudo en mi garganta, me puse helada del miedo y comencé a temblar.

— No escuché nada, seguiré con mis actividades — me dije ligeramente asustada, pensando en voz alta.

— «Por favor no ahora, no tan temprano» — pensé.

Un escalofrío se sintió desde mi cabeza hasta la punta de mis pies, sentí que comenzaba a sudar, sabía que las cosas se iban a empezar a poner tensas; ¡maldita sea por qué tenía que ser tan temprano! Ya estaba contenta de que todavía no había tenido un encuentro repentino con «él».

Pero luego de eso no lo escuché más en un buen rato, inclusive pude continuar con mi día, llegué hasta la página sesenta de mi libro y fui a comer un helado, pude calmarme un poco.

Esa voz provenía de una «persona» a quién yo le he llamado Viktor. Odiaba tanto ese nombre que simplemente era el perfecto para «él».

_{Fuente: Kiwihug en Unplash}

Viktor siempre luce un traje de gala negro con un lazo rojo, pero un tono de rojo que parece que hubiera sido bañado en sangre para darle esa degradación que lo hace ver como medio vinotinto tétrico. Alto, como de un metro y noventa centímetros estimo yo, brazos fornidos con manos muy grandes, dominantes, contextura de atleta y con un rostro el cuál nunca logro detallar con precisión, o al menos no del todo pues en algunas oportunidades he logrado ver sus ojos...

Ojos amarillos como el oro, siempre brillando en las noches tormentosas donde «él» suele jugar con mi desesperación. Su zona de confort es mi subconsciente, él vive dentro de mi mente y solo consigo «verlo» cuando voy a dormir. Aunque este «encuentro casual» con él no me pasa todo el tiempo... únicamente sucede cuando suelo dormir muy profundamente.

Su voz podría considerarse como la de un barítono con una tesitura incluso más grave de la que debería poseer, muy profunda, burlona y tormentosa. Siempre está sonriendo y sus dientes son malditamente perfectos pues la silueta de esa sonrisa siempre adorna mis más profundas pesadillas donde suelo sufrir en una escala que depende de cuánto sueño haya acumulado...

Nunca podría olvidar esa maldita sonrisa.

No saben lo horrible que es escucharlo susurrándome «Lolah, vine a jugar, ¿hoy nos vamos a divertir?» cual cazador acechando a su presa preparándose para asestar el golpe mortal. El problema es que él nunca me asesina; siempre me tortura de maneras muy particulares y me hace sentir cada maldita herida en lo más profundo de mi ser y sabe cuándo puedo o no puedo despertarme con facilidad, es sencillamente un maldito. El dolor es indescriptible y además es tan real, que creo que cuando despierto ya no puedo sentir nada, no me queda casi tacto.

_{6 horas más tarde}

— Bien, hoy tuve un excelente día, aunque estoy demasiado exhausta, creo que me recostaré a ver televisión, veamos si esta vez hay algo bueno que ver — dije en voz alta con la voz bastante pesada.

— ¿Me extrañaste? — escuché una voz desde la cocina.

— Viktor, por favor, hoy no, ten piedad de mi, quiero descansar, por favor — dije con la voz quebrada.

— Depende, hoy estoy de humor como para jugar, ¿tú no? — preguntó riendo a carcajadas.

— ¡Bah! hoy no tengo tanto sueño, no podrás hacerme nada esta noche — le dije con un poco de seguridad y firmeza.

— Veremos, ¡acá te espero pequeña! — exclamó con un tono maquiavélico.

Empecé a sentir los párpados pesados...

Pero no...

No podía dormirme.

— «No te duermas... no te duermas... ¡por favor Lolah, no te duermas!» — pensé.

Mis ojos ya no aguantaban más, debía dormir.

— No te...

_{Silencio repentino}

Abrí los ojos y me encontraba en mi habitación, estaba iluminada con una pequeña lámpara que siempre tengo en el estante junto a mi cama, al parecer todo estaba bien.

— Que alivio — dije en voz alta y suspiré.

— Fue un sueño rápido, que felicidad — dije con un tono de voz tenue.

Pero al agarrar mi cobija sentí algo moverse en mi cama...

No quería voltear, me repetía a cada momento que no volteara, que solo ignorara todo lo que sentía y me quedé en silencio por un momento.

_{Silencio total}

No se escuchaba ni el ruido de los vecinos; habían muchas cosas que me extrañaban demasiado. No podía sentir ni siquiera las personas transitando por los pasillos del edificio o por las aceras de mi avenida, ni los carros, nada... me quedé pensando un momento y sentía como si no estuviera en mi casa aunque todo se veía en orden y no había nada fuera de lugar.

Y aunque mi casa estaba normal y como la había dejado antes de dormir, sabía que algo andaba mal y no sé por qué se me ocurrió la increíblemente estúpida idea de voltear.

_{Silencio repentino y de repente...}

_{Fuente: Pixabay}

— Hasta que por fin volteas, te extrañé ¡jajajaja!.

— ¡NOOOOOOOO! ¡AYÚ...!

_{Silencio repentino y un sonido de líquido derramándose por todo el suelo....}

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_{Este vídeo no me pertenece ni es de mi autoría.}

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