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in #spanish7 years ago (edited)

Los outsiders, esos personajes que se encuentran en los márgenes de la sociedad, o están directamente fuera… Personas que se hacen a sí mismas y tratan de encontrar su lugar en un mundo hostil lleno de dificultades, que deben luchar continuamente para seguir adelante. Los outsiders son fundamentalmente rebeldes que se mueven a contracorriente, que se enfrentan constantemente a los principios de la sociedad establecida, al pensamiento y la opinión mayoritaria. Antihéroes, canallas y rebeldes, muy apreciados en la actualidad como protagonistas de novelas, películas, cómics o videojuegos.



Retrato (supuesto) de Miguel de Cervantes Saavedra, atribuido a Juan de Jáuregui, Real Academia Española.

¿Fue Cervantes un outsider?

Desde luego, si atendemos a su vida, Cervantes fue un tipo aventurero y emprendedor que se vio envuelto en numerosos lances y que, pese a todo, vivió siempre rozando la marginalidad. Cuando trabaja en sus grandes obras, a principios del XVII, Miguel de Cervantes es un hombre maduro, casi un anciano, que está de vuelta de todo. Si echa la vista atrás ve una vida azarosa y viajera: soldado lisiado, cautivo de piratas, recaudador excomulgado, preso acusado de robar dineros públicos… Es ahora, en la madurez tardía, cuando se revela como gran escritor, pero tras una vida llena de sinsabores que no ha respondido a sus anhelos de gloria y fortuna. Por una u otra razón, sus intentos se han visto frustrados. Aun así, Cervantes no se rinde, es un inconformista que no está de acuerdo con los valores establecidos, con el pensamiento mayoritario ni con los usos sociales de su tiempo; es un contestatario y todo esto lo deja reflejado en su obra.

Frente a Lope de Vega, cuyo teatro encarnaba la opinión oficial del vulgo, la nobleza, la Iglesia…, Cervantes nos muestra una tenaz rebeldía contra lo aceptado y gozado por todos. Intenta superar sus frustraciones con su manera de entender la literatura, con ese realismo tan lleno de humor que defiende al individuo, al «yo», frente a lo aceptado por la España mayoritaria, una España hostil con quien se aparta de la opinión única establecida. De ahí la importancia que da el autor a las opiniones, así, en plural, opiniones distintas, y su defensa a ultranza de la libertad y la dignidad del individuo frente a la masa. Hay una actitud en su obra escéptica e irónica hacia ciertas creencias conformistas como la honra, el linaje, incluso el tocino, por eso de los cristianos nuevos. Cervantes aboga siempre por aquel que es capaz de decidir su propio camino, que sabe en todo momento quién es. «Yo sé quién soy» expresa don Quijote en el capítulo V, después de la paliza que le han dado.

Cervantes también trató de seguir esta filosofía a lo largo de su vida, la vida de un hombre poco corriente, y, como don Quijote, cae de bruces una y otra vez al chocar con la dura realidad. Aun así, como el otro, también se vuelve a levantar en cada ocasión.

Orígenes poco claros

Algunos han querido ver marginalidad en su propio origen. Estudiosos tan ilustres como Américo Castro, y más recientemente Leandro Rodríguez, de la Univesidad de Lausana, insisten en el posible origen converso del escritor. Cervantes sería un marginado, un outsider por su origen converso, y estaría obsesionado con ello. De ahí lo que queda reflejado en sus novelas. Pero ningún dato o documento lo acredita, y Jean Canavaggio, su último gran biógrafo, tampoco ve ningún indicio. Castro se basaba, sobre todo, en un análisis estructural del Quijote y en detalles algo endebles: el oficio de su padre, la prohibición de ir a América…

El caso es que de su infancia y adolescencia poco se sabe, hasta que lo vemos como discípulo del humanista Juan de López de Hoyos. Pero no llegó a cursar estudios superiores. Es más, Cervantes es autodidacta, algo muy extraño entre los grandes literatos de la época. En esto ya va a contracorriente: sus conocimientos los adquiere a lo largo de sus viajes, como en Italia, donde se empapa de arte y lee a los grandes maestros, o en los caminos castellanos, donde se cruzará con todo tipo de fauna humana.

Vida aventurera

Precisamente su marcha a Italia nos trae otra de las incógnitas de su vida. ¿Huyó como fugitivo por haber malherido a un tal Sigura? ¿Tan pronto lo encontramos en los márgenes de la ley? La verdad es que hubo una provisión real por un duelo en el que resultó herido este Antonio de Sigura. En ella se condena en rebeldía a un tal Miguel de Cervantes y se decreta que se le corte la mano derecha y se le destierra durante 10 años. ¿Sería este nuestro Cervantes? Lo cierto es que su marcha a Italia ese mismo año fue muy precipitada. Pero así comenzó su vida viajera y aventurera.

Tras servir durante varios meses al cardenal Acquaviva por toda Italia, Cervantes se une en Nápoles a los tercios españoles integrantes de la Santa Liga, que se van a enfrentar a los otomanos. Es su etapa heroica como soldado, lo que más enorgullece a nuestro escritor durante toda su vida: haber participado en Lepanto, la mayor batalla de su tiempo, haber formado parte de la armada que destrozó al turco y alejó el peligro de Europa. Y así es: Miguel luchó valientemente en la galera Marquesa, con mucho arrojo a pesar de tener fiebre, como atestiguaron los que le vieron. Allí recibió los dos arcabuzazos en el pecho, y el que le dejó inútil la mano izquierda.

Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un
arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa,
por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los
pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las
vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de
felice memoria.

De su famoso autorretrato en el prólogo de las Novelas ejemplares

Tras recuperarse, siguió varios años más como soldado y luchó en Navarino, Túnez y La Goleta. Es cuando regresa a España para obtener el grado de capitán cuando su suerte se tuerce, cuando su barco es apresado por piratas berberiscos.

Los cinco años pasados como cautivo en los baños de Argel lo marcarán para toda la vida. Pero es un cautivo respetado y de espíritu indomable que trata de fugarse en cuatro ocasiones, por tierra y por mar, y que siempre asume toda la responsabilidad cuando su grupo es capturado o traicionado. Algo que lo lleva en más de una ocasión ante la presencia del despiadado pachá Hassan Bajá, que siempre le amenaza con grandes torturas que nunca lleva a cabo. Se ha llegado a especular que se habría encaprichado de Miguel. El caso es que Cervantes casi acaba en Estambul, es liberado en el último momento, cuando ya estaba cargado de cadenas en la galera como galeote.

Desde luego, la suya no es una biografía para nada convencional.

Regreso al mundo real, austeridad y marginalidad

Cuando por fin regresa a su patria se desengaña. Se da de bruces con una realidad amarga. Todo lo que ha hecho por España, esas heridas de las que está tan orgulloso no sirven para nada, y fracasa en su intento de conseguir cargos públicos o cualquier empleo decoroso digno de sus méritos. Para colmo, le deniegan el permiso para marcharse a hacer fortuna en las Indias ¡Dos veces se lo deniegan! La ilusión se desvanece y de soldado heroico pasa a una vida de penuria económica y sinsabores, de nuevo rozando la vida del marginado.

Su matrimonio tampoco le trae sosiego. Ya ha tenido una hija natural y se casa al poco con una mujer veinte años menor que él. Pero Cervantes es incapaz de vivir como cualquier hijo de vecino. En la Mancha toledana reposa tres años mientras da a luz sus primeras obras, pero pronto se marcha a los caminos: consigue trabajo como recaudador en Andalucía, primero para abastecer a la Armada Invencible y luego recaudando impuestos atrasados. Está separado de su mujer durante más de una década, salvo, acaso, algunas visitas esporádicas.

Su vida como recaudador es penosa y rutinaria. Mientras requisa productos, tiene trato con oficiales mezquinos, funcionarios corruptos, mercaderes ricachones, curas excomulgadores, arrieros… También toma contacto con otro tipo de delincuentes y pícaros. El pícaro encarna a ese antihéroe, ese outsider, envés del héroe y el santo. Es un personaje sin norte ni asidero, un vagabundo, como lo es Cervantes, que pasa de ciudad en ciudad y de amo en amo tratando de ganarse la vida.

En realidad, esta vida de recaudador le trae numerosos disgustos: se enfrenta a las autoridades locales y a las eclesiásticas, que le llegan a excomulgar varias veces, es acusado de diversos tipos de abusos, hasta ser encarcelado en dos ocasiones, en 1592 y 1597, acusado de malversación y de apropiación indebida.


Rinconete y Cortadillo por Manuel Rodríguez de Guzmán (1858). Museo del Prado

En su segunda temporada a la sombra, que pasa en Sevilla, seguramente entra en contacto más directo con el mundo del hampa. Hay indicios de que ya era conocido en la ciudad hispalense por su afición al juego y frecuentar garitos y casas de apuestas. En obras como Rinconete y Cortadillo, da la sensación de que Cervantes conoce perfectamente esa sociedad paralela de los delincuentes, con sus propias leyes, su jerarquía y hasta su jerga. Nuestro escritor, siempre en el filo.

Las Cervantas

Así llega a los albores del XVII. Cervantes es un trotamundos que en la primera parte de su vida no para por casa. Cuando por fin decide establecerse, en Valladolid, donde está establecida la corte en ese momento, forma una extraña familia, para nada convencional. Vive en una casa del arrabal, rodeado de mujeres: sus hermanas, su hija, su sobrina, una criada… Son conocidas como “las Cervantas”, y las malas lenguas dicen que viven de sus amantes y «protectores». Como siempre, se mueve Cervantes por el borde de lo socialmente establecido. Esa mala fama hace que toda la familia pase un par de días en la cárcel cuando se ven envueltos en el extraño suceso del caballero Gaspar de Ezpeleta, que aparece herido de muerte en la puerta de su casa.

Solo a partir de la publicación del Quijote se alivia un poco la situación del escritor y puede saborear el éxito, aunque nunca terminará de salir del todo de la miseria y la marginalidad.

En definitiva, vemos en Cervantes a un viajero, un aventurero, un hombre valiente siempre luchando por un futuro mejor; un hombre que ha convivido con cardenales, soldados y con gentes de mal vivir, continuamente rondado por la miseria y la marginalidad; un hombre que denuncia la sociedad en la que vive a través de sus escritos y que ha seguido siempre su propio camino: un outsider.

Fuentes

AAVV: Historia de la Literatura Española, Tomo II, Ediciones Orbis, 1982
Canavaggio, Jean «Cervantes en su vivir», en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Canavaggio, Jean «Biografía y ficción en Cervantes», en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Castro, Américo: «Cómo veo ahora el Quijote», estudio introductorio a su ed. del Quijote, 1971
Spunger, Alberto: Miguel de Cervantes, Ediciones Rueda, 1999
Trapiello, Andrés: «Cervantes. El genio errante» en Historia National Geografic nº148

Un artículo de Javier G. Alcaraván (@iaberius)

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Este artículo se publicó primero en mi blog Tierra de don Quijote en el que he puesto un enlace a Steemit. Por favor, antes de comentar un posible plagio, compruebe que no sea yo mismo el autor de ambos textos. Esto va, sobre todo, por ti, Cheeta.

Sort:  

Impresionante artículo, con detalles que no conocía y que me hacen admirarlo mucho más. Creo que "Yo sé quién soy" lo deja todo bastante claro. Lo comparto, ojalá se entienda bien quién era Cervantes.

Lo cierto es que su propia vida parece una novela tan grande como las que escribió. Y su personalidad comparte mucho de la que imprimió a don Quijote.

Exhaustiva la reseña biográfica cervantina. Da un poco de escalofrio pensar que en cualquier momento bien pudo Miguel caer del lado fatal del filo del hampa y la guerra. Pero me parece evidente que ese bagaje vital contribuyó en mucho a la maestria de sus obras.

Su capacidad para cambiar de registro a la hora de hacer hablar a sus personajes. Lo de soldado, no sé hasta qué punto le habría impedido escribir; me viene ahora mismo Garcilaso a la cabeza como escritor-soldado. Aunque claro, acabó como acabó.

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