Convocatoria al "Concurso Semanal de Nano Narrativa (Semana 6)": Erase una vez, cuando el tiempo se detuvo. . .

Contaba una vez TEMPUS, que una de esas veces en que se quedó dormido de aburrimiento fue cuando pasando por la casa de unas personas de cómoda estampa y de vida surreal, que escuchaban música instrumental, ¡EN PLENA NAVIDAD!, aristócratas prefabricados que quieren empinar la cavidad anal más arriba de lo natural, que por tener dinero poseían una casa en un lujoso urbanismo de la ciudad. La imagen era digna de una película gringa navideña, hasta la casa tenía chimenea, y como el clima es de montaña la neblina alrededor de la casa se podía divisar. El amor no era desbordante, era imponente pues el mayor de los presente no quería abandonar su formalidad y los demás, jóvenes y los más alegres, lo tenían que soportar porque era el dueño de la comida, de la casa y todo lo que se podía observar, era el rey en su espacio y nadie, ni sus hijos se atrevían a bajarlo de su sitial y decirle que algo andaba mal.
Bostezaba TEMPUS en su lento caminar mientras veía esa realidad. Todos pedían ayuda a la divinidad, y de pronto surgió la idea final, escaparse a la “sala de estar” que estaba cruzando el patio para otra música escuchar.
Tempus se hacía lento y cuando por fin permitió la llegada del “niño Dios” él presta atención a una curiosidad antes de echar a andar y vio suceder a una niña de la familia que no es de la casa, si no que fue acogida con su mamá, en esa noche ostentosa llena de frialdad, que al ver los regalos de los demás, soñaba con algo ¡ESPECTACULAR! Pero en sus manos colocaron un estuche de perfume, jabón y colonia y lo primero que pensó TEMPUS es que la niña no se bañaba y seguro olía mal aunque no veía las moscas revolotear, mientras la princesa de la familia, su prima además, recibía un mar de regalos que cubría su cuarto mientras la otra tenía algo que no llenaba su ánimo.
Un ¡trágame tierra! es lo que sentía TEMPUS, para no ver tanta inconciencia hasta que la tía de la joven, cual hada madrina hizo el milagro de navidad, sacó de la nada unas cajita donde se guardaba la música que al sonar en sus oídos era magia pura que movía su espíritu y florecía en sus labios, la salvación en medio de la insignificancia de una navidad sin ritmo ni gracia, de regalos que no eran suyos, que de seguro le hacían sentir que estaba en una casa prestada, pero el espíritu navideño se impone para brindar la alegría, allí mismo TEMPUS la sintió por primera vez en su vida.
El tiempo aburrido se quedó dormido por el gélido momento, fue despertado por el espíritu navideño, encontró una rendija para salirse a rastras, echar a andar y brindar otro día más.
Entonces el amanecer se hizo realidad y vino el disfrute de lo bien regalado y de lo que no, más adelante será utilizado.

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