Hoy les hablaré de algo totalmente diferente. Una de las cosas que aprendí, durante mis 32 años esclavizada por el sistema; es que merecemos TODOS, un descanso total de todas nuestras responsabilidades.

Un día me dije, “así como trabajo, así debo divertirme” y emprendí una de las experiencias más maravillosas de mi vida… VIAJAR.

Ya de por sí, mi país es sinónimo de buena comida; pero muy pocos conocen los bellos lugares que tenemos en cada esquina.

Muchos hemos visto, en películas, cómo en medio del desierto aparecen bellos oasis: ya sea por espejismo o por alguna rara coincidencia. Uno de ellos, UNO DE VERDAD; existe en Perú. Exactamente en Ica, un departamento al sur de Lima (Capital).

Al visitarlo, tenía muchas expectativas; pero simplemente se quedaron totalmente cortas, al estar ahí. Viajé en febrero del 2017, después de haber planeado con mi novia, pasar el día de San Valentín por allí.

Lo primero que hicimos, fue conocer la plaza de armas y luego ver que tours haríamos, en los tres días que estaríamos por ahí. Por los alrededores de la misma plaza, contratamos a dos agencias de tours que nos harían un recorrido completo de todo Ica. Una de ellas empezaría ese mismo día a las 04:00 PM; ya que, aprovecharíamos el atardecer.

Antes de ir al hotel, probamos la gastronomía del lugar. Los platillos peruanos, se pueden preparar en diversos lugares; pero probarlo en su lugar de origen, es un regalo de los dioses.

El primer tour, nos llevaría a tres lugares míticos de Ica en esa misma tarde. Pensamos que el oasis sería lo último que veríamos; pero no, fue lo primero. Al trasladarnos sólo nos llevaban por casas aledañas, que poco a poco se iban perdiendo por la arena del desierto. Después de unos minutos, adentrándonos en las arenas más calientes que había sentido en mi vida, llegamos al oasis. Su nombre, HUACACHINA; que tiene por significado, en el dialecto quechua, HUACCA = llorar y CHINA = mujer.

Esto nos lo contaron pobladores de la zona; pero el estar mirando esa hermosa laguna, es una experiencia realmente única, que el temor de la leyenda se fue disipando por si sola. No hay explicación para tan espectacular lugar.

Luego de las respectivas fotos y de tratar de buscar los mejores ángulos, se nos indicó que fuéramos a ocupar nuestros asientos en el carro todoterreno, para empezar por el “paseo” por el desierto. Y si, resalte paseo; porque esa experiencia fue a más de 80km/hora por las dunas del desierto. Sentía literalmente que moriría, pero a la vez me sentía tan viva. Una aventura ÚNICA, que volvería a repetir una y otra vez. Llegamos a una duna alta y empezamos con el siguiente deporte de aventura, practicar SANDBOARD; que es, deslizarse por la arena con una tabla. No me atreví a hacerlo, porque tenía miedo de morir en el intento. Mi novia, se deslizó por dos dunas y su emoción fue realmente grande; tanto que pude notar, que el estrés de los días duros de trabajo ya habían desaparecido. Este fue sólo el comienzo de un increíble viaje.