Madrugada

Todo fue un sueño, un horrible sueño. Siento el cuerpo algo entumecido y un extraño sabor en la boca; salgo de la cama, la habitación está helada apenas si tolero el frío, afuera todas las luces están apagadas excepto la de la habitación de mi madre, bajo la puerta se desliza un haz de luz, miro el reloj al final del pasillo.

-Las tres de la mañana- pienso con cierta sorpresa -¿por qué me he despertado a esta hora? Mejor sigo durmiendo, no molestaré a mi madre

Aunque se me hace extraño que la luz esté encendida decido no entrar, asumo que se quedó dormida leyendo algo y vuelvo a la cama. Cuando despierto nuevamente, es la misma situación.

-Dormí todo el día, eso no está bien aunque es lo mejor así no molesto a nadie -suspiro y trato de justificar mi comportamiento

Tengo la sensación de que algo falta, pero no sé qué es, voy a la cocina por un poco de té, no hay, sobre la mesa hay un par de platos con comida servida los cuales prefiero no probar. Estoy completamente despierta pero sin ánimos de nada, tampoco puedo hacer mucho a esa hora, de repente recuerdo.

-Estoy esperando a alguien, ¿habrá venido?

Las sillas siguen en la misma posición y la taza en el suelo está a medio llenar, supongo que no vino y nadie recogió eso, es raro que mi madre no lo hiciera, me siento a ver por la ventana, no hay luna esta noche. Hay un hombre parado en la esquina, puedo verle sonreír.

-Debemos volver

-Cómo puedo oírle desde esta distancia.

-Vamos ya es la hora

Miro hacia el reloj que justo marca las cuatro, el sueño me cierra los ojos y por alguna razón tengo la visión de una vela extinguiéndose, casi dormida puedo escuchar a mi madre sollozar pero no puedo hacer nada, no sé qué sucede, no me puedo mover más.