El chico y la chica

Un despertar como cualquier otro. Un corazón roto como cualquier otro. Una cama desordenada... como cualquier otra. Trance efímero de una mente maestra del amor que hizo desastre en el cuerpo de un chico, uno como cualquier otro. Nada allí era especial, nadie allí era especial. Lo especial se había ido. Lo especial dejó de existir en el momento en que una chica, que no era como cualquier otra, salió por la puerta principal de la casa del chico. Él prometió pensar en ella todo el tiempo. Ella prometió jamás pensar en él de nuevo. « ¿Para qué hacer de algo único una repetición? » dijo ella. « ¿Por qué no repetir nuevamente algo único? » dijo él. Un encuentro casual irremediable e irreparable al corazón del chico. Quien entre sus expectativas soñó con un sinfín de noches con conciertos eróticos, encontrando solo una canción. Una triste canción.

Las cualidades no eran precisamente el fuerte del chico, no podría encontrar a alguien especial simplemente preguntando en la esquina a qué precio se vendía el amor, como hacía regularmente. Esta vez, solo había tenido suerte, viéndolo desde el punto de vista optimista, ya que ella solo buscaba otro recipiente más para depositar su cansado amor nocturno. Ella, tenía unas cualidades formidables, una belleza singular e inteligencia superior. Sin duda podría encontrar el hombre más apto para formar una explosiva relación, pero ella no cree en el amor, al menos no en el «para siempre», prefiere el fugaz « ¿en tu casa o en la mía? ». Es todo un momento único ver el cruce de dos almas que jamás debió haberse hecho, pero que el destino se encargó de jugar a favor del visitante, eliminando al local de toda competencia amorosa a partir de ahora.

El chico se imagina mil cosas distintas. ¿Cómo administrará los momentos de vacío y de dolor?, ¿qué sería más peligroso: entrar en la mortífera rutina salvando su cuerpo y arruinando su corazón, o vivir a plenitud arruinando su cuerpo y salvando su corazón?, ¿podrá vivir sabiendo que cada mañana al estirar su mano, esta se amolda a una figura vacía que es el membrete marcado del paso fugaz de la chica en su cama?, ¿cómo se supera en una vida, a quien te superó en una noche?. Cada mañana, al despertar, la chica piensa quién será el causante de su fatiga amorosa de la noche. Ella, en todo su derecho terrenal, toca el cielo cada vez que el reloj pasa de medianoche.

Pasan días, semanas y meses. El chico, atado a una catastrófica rutina, se derrumba en el suelo del fugaz paraíso aparecido tiempo atrás, cuando algo especial, mejor dicho, alguien especial, entró en él. El chico no puede aguantar un segundo más, sumido en la total tristeza, esbozando como último suspiro el recuerdo de la chica, muere de soledad. Pasan días, semanas y meses. La chica no se acuerda entre las decenas de chicos quién fue el único que quiso repetir lo irrepetible. Ella, postrada en una cama de un hospital cualquiera, se aferra a la esperanza de salir ilesa de las consecuencias tomadas en los encuentros furtivos. Como último aliento, logra acordarse del chico, muriendo, por culpa de siempre estar acompañada.