Todas las noches, desde hace cuatro meses, un monstruo viene a verme | #Microrelato

in #spanish7 years ago

¿Quién no ha sentido Impotencia en su niñez? Ese deseo de querer hacer algo y no poder...

Cuando la inocencia de un menor es arrebatada, ésta nunca vuelve. Muchas veces la opción es callar, esconderse, refugiarse en el miedo y en las lágrimas. Pero, ¿alguien escucha esa voz débil? ¿Como "el maullido de un gato débil en la calle bajo la lluvia, con un maúllo casi imperceptible que nadie logra escuchar".

En el siguiente relato, se plantea esa terrible impotencia que muchos han pasado, y que pocos han contado:

DULCES SUEÑOS

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Todas las noches, desde hace cuatro meses, un monstruo viene a verme. No es un monstruo como los demás: éste es aún mucho más terrorífico. Tiene largas manos con las que me atrapa, con dedos muy hábiles y un aliento tan caliente que me quema toda la piel. Su fuerza es tanta, que siempre, siempre, me deja llorando, absorta en esa pesadilla.

Todo sucede en la noche, después que mamá apaga las luces. Yo me arrincono en la punta de la cama que pega con la pared, y me arropo de pies a cabeza. Me pongo a rezar: “Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares, ni de noche ni de día. No me dejes sola, porque me perdería”.

Pero no hay oído que escuche mis oraciones.

Sólo me limito a detener mi respiración y pensar que desaparezco, o me vuelvo invisible, para que no me vea. Pero siempre, siempre, me encuentra.

Esté donde esté.

La puerta cada noche cruje más, y las paredes se vuelven oscuras... Es que hasta mi cuarto se aterra con la presencia del monstruo. Sé cuándo se está acercando a mí, porque me empieza a sisear, como una serpiente que pronto devorará a su presa. Sus enormes patas se hunden en la madera del piso, haciéndolas gritar de suspenso. Entonces es ahí, donde me cubro aún más, y nuevamente empiezo a rezar el ángel de la guardia.

El monstruo todas las noches se sienta a un lado de mi cama, mirándome con esos ojos rojos, sediento. Mientras finamente pasa su mano sobre mi cuerpo envuelto en sábanas, acariciándome, como si en algún momento sus uñas se fuesen a incrustar en mi piel, y me fuesen a rasgar como la página de un libro.

Todas las noches hace lo mismo. Pero hoy, no son todas las noches. Hoy es diferente.

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El monstruo tira todas las sábanas que me cubre hacia el suelo, y me deja descubierta, como cuando abres una concha para ver su perla. No abro los ojos, me cubro la cara con mis manos y comienzo a temblar. Quiero gritar, pero no puedo... El monstruo me pone sus manos sobre mis brazos y las siento calientes, como si su cuerpo contuviera al infierno dentro. Me quema e intento gritar... Otra mano me cubre la boca. Intento moverme, intento saltar y correr. Pero la mano ágil me paraliza el brazo, y su cuerpo se abalanza sobre el mío, y me detiene. Me quedo indefensa, como un gato débil en la calle bajo la lluvia, con un maúllo casi imperceptible que nadie logra escuchar.

−No grites… −me dice jadiando de sed−. Si no gritas, no dolerá y te dejaré vivir.

Pero sé que es mentira. Porque lo que el monstruo me hace todas las noches, es como si miles de agujas entraran y salieran de mí, con fuerza y con diferente ritmo. Y yo con la boca tapada, con los brazos inmovilizados, queriendo gritar del dolor que es tan fuerte, como si tres tornados se reunieran dentro de mí.

Y no hago más que llorar, y llorar… y rezar porque todo pase rápido.

Pero es cuando el tiempo se tarda más en pasar, y hasta parece detenerse.

Luego que me besa el cuerpo con esos labios escamosos, me deja tirada en la cama, temblando de dolor y de miedo, me arropa como el más dulce padre que haya existido, y me recuerda:

−No le digas nada a tu mamá, o este monstruo la hará desaparecer... Sigue como vas, y verás a tu mamá sonreír como siempre lo hace…

Se vuelve a vestir, mientras camina hacia la puerta. Al final, se despide con la frase de dulces sueños, mientras la cierra.

Yo me quedo ahí, en la cama, ahí, sin más qué hacer, porque ya todo estaba hecho. Medito sobre aquello que viví, lloro porque todo es siempre igual y no hay nada que pueda hacer; antes, no comprendía el verdadero significado de la palabra impotencia. Hoy, ya lo sé.

Tener un padrastro es tan diferente a como lo pensaba...

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Realmente sin palabras... no solo por la excelente narrativa sino por la triste realidad que muchos inocentes viven...

Es cierto, es muy fuerte escribir un tema así. Por eso lo planteé más fantástica, para hacerlo más digerible literalmente.

A pesar de lo digerible no deja de pegar en el alma... gracias por compartir...

execelente, no decepsionas ...

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