La psicosomática de lo aórgico

in #spanish8 years ago (edited)



 Psicoanálisis del Vejigante. Rafael Tufiño. 1971.


El espacio ha sucumbido. Como menciona Sami-Ali, se trata del espacio que se mutila a sí mismo, que se hace nada para dejar sólo el tiempo y el ser que se desgañita en su incontinencia, en su vacío, en su Nada: de ahí surge la psicosomática neurótica o psicótica que se percibe como la oscuridad infinita, como la desorganización orgánica(1). Premisa heideggeriana que ya en si es esquizofreniforme. Existencialismo previo a Heidegger: “En un teatro se declaró un incendio en los bastidores. Salió un payaso a dar la noticia al público, pero, éste, creyendo que se trataba de un chiste, aplaudió. Repitió el payaso la noticia y el público le aplaudió más todavía. Así pienso yo que perecerá el mundo: bajo el júbilo general de cabezas chistosas que creerán que se trata de un chiste”.(2) Locos. Kierkegaard es el payaso y todos nosotros los imbéciles enajenados.

El espacio ha sucumbido para darle lugar al texto que es tiempo: no hay contingencia en el texto, no hay espacio que involucre; el pensamiento, contrario a lo que piensa Heiner Müller, no es una cicatriz en el cerebro: no hay espacio para el pensamiento. El ensayo no tiene espacio; tiene raíz cuadrada de tiempo, patafísica; su rigurosidad está en sus símbolos (√t). En la patafísica no hay espacio para contener la realidad ¿Qué realidad?

Triste discurso dismórfico el de Alan Sokal que no entiende que es justamente el no sense el meollo del tiempo y el ser: no la hermenéutica rigurosa científica que desmenuza bolas de estambre de realidad mediante estadística y experimentación contingente sino mediante el ensayo y la experimentación temporal que se da en el puro lenguaje (3). Más aporta su crítica plagada de sin sentido que su crítica a la crítica del sin sentido. ¡Utilizarlos a todos! A Deleuze, a Derrida, a Lacan, a Zizek, a Heidegger, a Husserl, a Lyotard, a Cioran. Muertos, vivos, imbéciles, eruditos

Sokal es un genio imbécil –un autista- en su ingenuo cinismo y sarcasmo y lo utilizamos. Su “escándalo” se constituye como un monumento de sentido al no sentido; su discurso revolucionario es más valioso por su carencia de rigurosidad científica que cualquier ensayo experimental con significancia finita. ¡Oh, que la realidad no tiene espacio sino tiempo: infinito, asignificante, plagado de incoherencias e incongruencias. El proceso de pensamiento es tiempo, es construcción temporal; sus imágenes se dan en lo virtual de signos y síntomas. El que el autor de Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity no sea capaz de darse cuenta de la importancia de su “escándalo” poco importa: no se trata aquí de la persona, el ser no es siquiera la persona, sino tiempo, tiempo que es construcción temporal, incoherencia e incongruencia semántica, semiótica. Más ha hecho por la historia de la humanidad Altazor de Huidobro que la teoría de la relatividad de Einstein, aun cuando este último use su factor de constante cosmológica. Lo que la ciencia no podrá lograr jamás, Huidobro logra al final de Altazor con su factor poético por llamarlo de alguna forma:


Lalali 

Io ia

i i i o

Ai a i ai a i i i i o ai (4)


Deconstrucción hermenéutica del lenguaje no en espacio sino en tiempo. El espacio es un vacío sin paracaídas que precipita a la psicosomática científica. El concretismo de Sokal no puede entender esto por las deficiencias propias de sus procesos cognitivos, más próximos a la genialidad imbécil de la ciencia estadística que a la pseudociencia intuitiva o interpretativa. Al igual que Einstein, Sokal se resiste al absolutismo del tiempo cuando no tenemos más que el tiempo como factor universal de vida y muerte, de lo póstumo incomprendido e incomprensible. Transgredir las fronteras, los límites, encasillar lo cuántico con la hermenéutica del espacio cuando no hay espacio al cual aproximarnos: sólo agujeros negros. Tiempo. Patafísica. ¡Espirales, romboides, fractales, cuadrados, triángulos, líneas! ¡Usémoslas todas! ¿Qué importa? La existencia es tiempo y el tiempo es la Nada de la implosión y explosión continua, sin intermisión, que deviene a lo posterior mediante los fantasmas de los sentidos. Entonces sí hablemos de espacio: la imaginación espacial y la realidad temporal que lo devora todo: al cuerpo, a la consciencia, a la inconsciencia. Espacios neuróticos, psicóticos, psicosomáticos donde la organización temporal se muestra como el horror humano que realmente significa: lo aórgico, lo desorganizado, lo desorientado, lo incoherente e incongruente del lenguaje. ¡Brilla humanidad! ¡Refulge en tu magnifica tragedia! Símbolos incoercibles, resingularización de los duplicados, de los multiplicados, de los sublimados, racionalizados, estamentalizados: potencia infinita (p=∞). ¿No es suficiente con eso? ¿O qué final se espera? ¿Qué más podemos espulgar del cadáver de Einstein para determinar la ecuación de los dioses? Formulas matemáticas. Pasos raquíticos de sin sentido [no sense] de la ciencia estadística, comprobable, verificable en comparación con los saltos gigantescos de Altazor, de Maldoror: “…El gran duque de Virginia, era bello, bello como una memoria sobre la curva que describe un perro que corre tras de su amo…” (5) El sin sentido es el tiempo en su justicia perenne sobre el fantasma del contingente que se abre y se escapa constantemente: la ilusión, la vacuidad del cuerpo imaginario, reconstruido con los arquetipos de los rituales primitivos de contingencia espacial. Así, pues, dónde poner al tabú en el tiempo. No hay posibilidad: debe existir el cuerpo de contención de lo social; el espacio que proyecte el sufrimiento del inconsciente colectivo; el contingente que catapulte la volición intuitiva de los procesos cognitivos concretos. Lo abstracto del tiempo es incomprensible aun para el mismo Ser que se proyecta a la Nada una vez que se deshace del espacio que le limita e intenta anular su potencia. El Ser y la Nada lo es en tanto el Tiempo se relativiza pero no por orientación filosófica sino por necesidad ontológica, por ineficiencia humana: el horror y la soledad de pensar linealmente, concretamente, espacialmente. Sokal no entiende esto y por eso critica la deconstrucción pero la deconstrucción, por los medios que sean, de los espacios imaginarios, simbólicos, “reales”, será la única forma de que el hombre escape a la nulidad en la que se proyecta al delimitar su existencia. Psicosomática de lo aórgico, solo basta echar un vistazo a la sociedad actual para entender el trastorno derivado del espacio y de la incomprensión del tiempo. Con gusto acogemos los escándalos de lo no riguroso, de la patafísica postmoderna, de la orientación humanista que se deshace del neuroticismo racionalista para dar lugar a la fluidez del lenguaje como Tiempo, como incontinencia temporal que proyecta en la formula ya mencionada: p=∞.


(1) Lo visual y lo tactil. ensayo sobre la psicosis y la alergia. Sami-Ali, Mahmud

(2) Fragmento de Diapsálmatas, 1842. Søren Kierkergaard.

(3) En relación al Escándalo de Sokal, cuando en 1996 publicó en una respetada revista postmoderna su ensayo  "Transgresión de los límites: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica". Para saber más, pueden leer: El escandalo Sokal.

(4) Altazor o el viaje en paracaídas. Fragmento del Canto VII, 1931. Vicente Huidobro.

(5) Cantos de Maldoror. 1869. Isidore Ducasse.


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