El hombre marginal y la reinterpretacion del lenguaje
New Language Red. Gwendolyn Plunkett.
Hay un fenómeno cada vez más evidente en la sociedad escindida latinoamericana, especialmente en el hombre marginal descrito en un inicio para esos individuos en conflicto cultural, fluctuantes entre dos culturas, por Park y Stonequist. “[El] hombre marginal como un sujeto, al que su suerte, le ha llevado a vivir en dos sociedades, en dos culturas, no solo diferentes sino antagónicas. Se trata de individuos en situación de conflicto cultural, que participan de una sociedad, sintiendo al mismo tiempo atracción por otra a la cual considera dominante. Es una condición psicológica del hombre, que le permite sumirse en criterios de conducta y métodos de vida que considera acordes con su verdadera situación…” (1) Pero no es el hombre de clase baja sino el de clase media que tiene acceso a todos los bienes y servicios que proveen las sociedades de primer mundo. La clase baja ha sido desplazada a la miseria donde no se vive la marginación en el sentido de Park sino exclusión absoluta pero también el redoblamiento de su integridad cultural: absorben la tecnología de las sociedades postindustriales pero su vida se desenvuelve en los valores generacionales de sus orígenes. El hombre marginal, el burgués latino, por el contrario ha encontrado la forma de escapar de ese conflicto original que le catapultaba al sin sentido a través de un doble sentido que logra la fuga. Especie de anulación de la carta lacaniana, se vuelven mensaje/código del ingenio de lo banal y el tedio y se traduce en una escalada de suspicacia, de entendimiento de los códigos la cultura madre y de la cultura que se procura para escapar de los ojos del investigador. Dupin, en The purloined letter, llega a esa sensata conclusión a través de un re-planteamiento de las costumbres del Ministro, del jefe e la policía y en general del pensamiento francés, y consigue la carta cuyo suspense no radica en su contenido sino justamente en el juego de códigos a que somete a los involucrados: juego de poder de lo que se cree tener, de lo que se cree significar y de lo cree ser. Presiones burocráticas en un sistema de valores paranoico e intereses concretos cuyo motivo abstracto no se deja ver en La Carta Robada de Poe (nunca sabes qué contiene la carta y no interesa saberlo). El hombre marginal también juega este juego. Traducción de símbolos para generar la nouvelle coutume: lo vemos en la juventud que escribe sus “mensajes/codigos” en idioma no materno como buscando escapar de esa lógica de lo previsible; también ellos se construyen con esta conducta una nueva personalidad que paradójicamente subraya su marginalidad: facebook, twitter, blogs repletos de frases y discursos en idiomas que logran, en un fenómeno de redoblamiento confundir al remitente y anular al destinatario. Utilizamos el inglés, el francés, el italiano, el alemán para despojar la marginalidad del hecho de vivir ese delta original que subyace a la nueva cultura marginada de la globalización.
Ej. Leo a la Srta. C. con un manuscrito lleno de copretérito anglosajón –un cuento corto lleno de la nostalgia latina pero narrado en inglés– y no puedo sino sentir cómo el inglés desaparece para dejar ver un castellano disfrazado por la marginalidad. No se puede ocultar el origen. Situación misma del concepto de Pursuit of happiness en contra la Búsqueda de la fuente de la eterna juventud, no puede C. escapar de la añoranza del pasado y el vínculo maternal; y aun cuando ambos conceptos se entretejan en la dinámica de los intercambios culturales, siempre estaremos hablando de contrasentidos que nacen de la lingüística, más aun de la semiótica, de los copretéritos y pretéritos que no podemos encontrar en Burroughs o Bukowski o Miller que surgen de ese Pursuit of happiness. Disección lingüística de Saussure entre la lengua y su contexto aun cuando una lengua sea vínculo entre civilizaciones para la comunicación. Como él mismo afirma, es su contexto interno donde la lingüística tiene su validez primordial. El signo, aún en otra lengua, se fractura, y lo que oímos no es lo que queremos decir, aun cuando así lo parezca: se reafirma el hombre marginal en su marginalidad. Ese también es el sentido del seminario sobre la Carta Robada de Lacan. Análisis de la traducción de Baudelaire al francés, dice Lacan: “Esto no quita que Baudelaire, a pesar de su devoción, traicionó a Poe al traducir por “la carta robada” (”la lettre volée“) su título, que es: The purloined letter, es decir que utiliza una palabra lo bastante rara para que nos sea mas fácil definir su etimología que su empleo… He aquí pues, simple and odd como se nos anuncia desde la primera página, reducida a su más simple expresión la singularidad de la carta, que como el título lo indica, es el verdadero tema o sujeto del cuento” (2). La fractura lacaniana refulge al momento de analizar el sentido, francés –y el juego del Poe acerca del cuento– y el sentido anglosajón, americano, del texto. Anular lo simbólico del texto para conservar el sentido general, que no es ya el sentido dirigido al destinatario, sino al que recibe la carta, enunciando críticamente: la carta siempre llega al destinatario pero este no es siempre el que recibe la carta! Podemos enunciar el descubrimiento de Freud, a decir, “el desplazamiento del significante determina a los sujetos en sus actos, en su destino, en sus rechazos, en sus cegueras, en sus éxitos y en su suerte, a despecho de sus dotes innatas y de su logro social, sin consideración del carácter o el sexo, y que de buena o mala gana seguirá al tren del significante como armas y bagajes, todo lo dado de lo psicológico.” Es esa fractura del significante; quizá sí, desplazamiento, pero también fractura, del hombre marginal con sus propios orígenes. De ahí también la insistencia de Heidegger en una hermenéutica exhaustiva que redefina el concepto de existencia, existenciaridad, ontología y óntica a través de la disección meticulosa de la palabra. El tren del significante adquiere un nuevo espacio de contingencia; el lenguaje extraño, extranjero, que a su vez es retraducido a la lengua materna. Por una parte bien, sí, la hermenéutica como base filosófica del conocimiento, pero también esa triangulación hermenéutica nietzscheana que siempre deja al receptor la ultima voz a través de la voluntad y la génesis de la práctica (aquí Vattimo profundiza sobre el Ueber siguiendo los pasos de Bataille y Heidegger al respecto). Y sí son tres tiempos: 1) del ministro, la reina y el rey; 2) el jefe de policía y Dupin; y, 3) Dupin y el narrador. Al final Dupin gana el dinero. En todo esto, Poe, previo a estos filósofos ya esbozaba la hermenéutica de la superación.
Es objetivo de resignificación mediante el desplazamiento de la lengua materna por una lengua extraña que hace que el sujeto aparezca objetivo; inaccesible en su marginalidad podemos asegurar que hay una intención en el discurso, pero esa intención subyace a un complejo desplazado. También, por qué no, regeneración de una nueva cultura, de una nueva identidad que se está formando como abreacción a la marginación que se vive como cotidiana.
La ambigüedad del lenguaje, como dice Lacan, sumerge en el juego de la reinterpretación del sentido psicoanalítico; el discurso, la transferencia del discurso no se da sólo en el diván o en la consulta, sino en cada gesto observado en los modos de manifestación cultural actual, especialmente aquellos a los que accede esa sociedad burguesa del hombre marginal. No logramos comprender una manifestación de avanzada, dirigida a anular al sujeto envuelto en la difusión de identidad; creyendo que es el contenido de la carta cuando lo verdaderamente importante es la relación que se da entre los participantes, nos enfrascamos en un análisis –de ahí la ironia de Poe al llamar análisis al álgebra, y el comentario perspicaz del narrador: “Temo que se enemiste usted con algunos algebristas de París” (3). Ciertamente Poe se divierte. Su frase al inicio del cuento es maliciosa y sarcástica. Pero no es el contenido de la traducción de Baudelaire, ni el contenido de la versión inglesa o castellana lo importante, sino esa interrelación triangular del discurso. Heidegger apunta sabiamente: “La percepción no es una modalidad de la conducta que el hombre posea como cualidad sino al contrario: es aquel suceso que posee al hombre” (4). La nueva posición epistemológica del observador que, cómo menciona Balandier, “…percibe un universo ordenado, pero no totalmente ordenado, resulta la sensación de que existen sistemas autónomos, capaces de crear lo radicalmente nuevo.” (5) [La hermenéutica contemporánea se ha desprendido incluso de los arquetipos jungianos para hablar de un imaginario simbólico que tiene el carácter transpersonal y universal (ontológico). Es decir: si la percepción es la situación existenciaria o la experiencia en general, los significados deberían tener un valor simbólico. Es el triángulo hermenéutico, según Nietzsche que “los hechos son interpretaciones”.(6) (Y a esto habría que agregar que las interpretaciones son el eterno retorno, ya sea al primordio fetal o a la madre, de la civilización postindustrial anglosajona y su fascismo historicista, o el fascismo latino paternalista y descarado: el simbolismo es ese tren de significantes que se proyectan, que se introyectan, que se niegan en el inconsciente que se desgañita en acto, planes y estar siendo). Emancipación y voluntad. Todo ello se da en el hombre marginado a diferentes niveles, a estratos, a rizomas que se entretejen poco a poco en una dialéctica que escinde más profundamente, pero no en el sentido patológico de la difusión de identidad, sino en la conciliación del origen latino a través de la percepción ajena, la del poeta que como dice Hölderlin, observa en el borde de la civilización y configura su presente proyectado en el futuro entre la razón y la locura: la diferenciación también deriva en unidad. Sujeto, objeto y predicado. También con esto juega Poe en La Carta Robada, y se burla del jefe de policía y sus conclusiones acerca de los poetas y los locos.
(1) La pobreza en latinoamérica: factor de violencia y de inestabilidad social. su proyección para fines del siglo como amenaza para la seguridad del continente americano. José Francisco Pacheco Silva.
(2) El seminario sobre La carta robada, 1956. Jacques Lacan.
(3) La carta robada, 1844. Edgar Allan Poe.
(4) Introducción a la metafísica, 1987. Martin Heidegger
(5) El Desorden. Georges Balandier.
(6) O suxeito posmoderno. Txito Hauser.
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Excelente post, interesante punto de vista, en muchos pasajes pareciera que hablara de Argentina, cuantas razón tienes. mi amigo @garvofe. felicitaciones.
gracias por compartir.
Gracias @jlufer, creo que aplica a muchas culturas no anglosajonas.