Antes de dormir

La maraña de pensamientos a la velocidad del rayo que se nos pasan por la mente al cerrar los ojos y apagar la luz antes de dormirnos es uno de los momentos más íntimos y disfrutables de cada día.

Repasas casi todo lo que te ha pasado en las últimas 24 horas casi sin darte cuenta. Te acuerdas de algunas conversaciones que has tenido en el trabajo, con algún amigo o familiar. Recuerdas la cara de esa chica guapa que viste en la caja del supermercado, unos labios rojos y un botón desabrochado de su camisa, combinación demasiado poderosa como para no mirar disimuladamente no sin antes sentirte avergonzado cuando su mirada se cruzó con la tuya y tuviste que levantar la mirada hacia esos ojos verdes que aún te pusieron más nervioso.

Piensas en la gente que quieres, ves la cara de casi todos, tu madre, tu padre, tus hermanos, tus mejores amigos, alguna tía o tío cercanos, familiares fallecidos. Incluso te acuerdas de alguna mascota que tuviste cuando eras niño.

Yo sólo he tenido una mascota en mi vida. Una gata callejera, Tora. Debe hacer como 25 años que desapareció pero aún de vez en cuando me acuerdo de ella.

Me acuerdo de llegar a casa, abrir la puerta, silbar y ver sus ojos brillantes acércandose por el pasillo largo y oscuro que teníamos.

Era exactamente así:

---

Luego piensas en lo que tienes que hacer al día siguiente. Visualizas la reunión con este o aquel compañero, visualizas alguna escena cotidiana como salir de casa y entrar en el coche. Un coche que ya hace nueve años que tienes y que te sigue encantando, que ha sido testigo de muchas cosas y que por nada el mundo quieres vender. Después te imaginas en otro coche, te imaginas en un porche, acelerando en la autopista un día soleado, tus gafas de sol son de fibra de carbono y cristales polarizados. Entonces visualizas una casa en un acantilado con unos ventanales enormes en el salón y te visualizas entrando en un garaje de puertas automáticas silenciosas.

Ahora abres los ojos y la silueta de la lámpara en tu habitación oscura parece una mujer con capucha, encorvada y mirando a la pared como si estuviera castigada a una vida de lloros golpeándose una y otra vez contra el muro de las lamentaciones.

Te imaginas la cara la cara de la mujer, una mujer mayor con muchas arrugas, cara oculta por flecos y sombras. Entonces se te viene a la cabeza los dementores de Harry Potter y te los imaginas en tu ventana ahí flotando mirándote. Te imaginas por unos segundos un mundo lleno de magia, como si tuvieras 8 años de nuevo.

Vuelves a abrir los ojos y miras ese resquicio de luz que se ve en la esquina de la habitación. Los cierras y se te viene a la mente esa escena de Gladiator cuando está llegando a casa en España y va acariciando el trigo al pasar andando. Entonces te imaginas Australia por asociación de ideas (Russell Crowe es australiano) y te acuerdas de los compañeros de Universidad del último curso que se fueron a hacer el último curso a Nueva Zelanda mientras tú te fuiste a Inglaterra para ahorrarte un semestre y terminar antes. Recuerdas sus caras y te preguntas que habrá sido de ellos.

Piensas mañana le escribo en Facebook a ver que ha sido de sus vidas, pero al día siguiente no lo haces.

---

Ahora estás una playa de Tailandia. Muchos amigos han estado allí pero tú aún no has tenido la oportunidad. Te imaginas andando en una playa paradisíaca con varias islas en el horizonte cercano y entonces te viene a la mente Leonardo DiCaprio y te vienen a la memoria decenas de escenas de la película “La playa” y escenas de otras películas, lo ves arrastrándose medio cayéndose por unas escaleras y lo ves en una lucha encarnecida con un oso. Luego lo ves dentro de un sueño y ahora visualizas a la “arquitecta” de la peli Origen y la ves en Juno y recuerdas que te encantó.

---

En fin,

La mente es maravillosa

---

Fuente de imágenes: 1Pixabay345