Él se localizaba detrás del jarrón, y alejado del pedazo de cráneo aplastado.

—Puedo observar que dormiste incómodo y con un fétido olor a sangre. Excelente… ¡QUIERAS O NO, VAS A TENER QUE DECIRME QUÉ DEMONIOS ESTÁN PLANEANDO CONTRA MÍ! Créeme, sufrirás mucho si no lo haces— Le respondió con un aire imponente.

Mientras tanto, solo había silencio de parte del sujeto. Él estaba acostado y desorientado, pero viéndola directamente a los ojos.

—Qué callado estás, eh? Veamos…—

Némesis adentró la mano en el jarrón.

Para su rehén, era una mano enorme que llenaba la abertura del mismo y, lentamente, descendía. Él no mostró mucha oposición a los dedos y tampoco hacia aquellas uñas muy afiladas pintadas de negro.

—Te pondré afuera— Respondió mientras colocaba al hombre en la mesa de madera, al lado del jarrón.

—¡LEVÁNTATE DE AHÍ!—

El hombre no hizo caso y se mantuvo en el suelo.

—PÁRATE O VERÁS, TE LO ADVIERTO— Reclamó de nuevo pero, esta vez, con un tono más amenazante.
 
El hombre no demostró ningún tipo de reacción delante de ella.

—Está bien, si así lo quieres…— Le respondió acercando la uña de su dedo meñique al cuello del hombre.

Lo cierto es que al ver que no había respuesta alguna, la movió rápidamente hacia la mano con la que se apoyaba el hombre, y la presionó clavándola en la madera tan pero tan fuerte que terminó cortándole cuatro dedos.

El hombre agonizaba del dolor sujetándose de la mano, mientras se retorcía de lo que este le causaba estando acostado.

Némesis veía aquellos cuatro dedos bastante diminutos dentro de su propia uña y, con la misma, los removió.

—Irás perdiendo partes de tu cuerpo cada vez que te niegues a darme lo que te exijo, especialmente si te trata de extraerte toda la información necesaria—

—¿Ahora si te vas a levantar de esa mierda?— Le preguntó Némesis.

El hombre movió sus piernas y se levantó lentamente, sujetándose la mano.

—Entonces, ¿Qué es lo que planean?—

—Vete al infierno, púdrete— Le respondió a Némesis.

¡Oh no, qué grave error!

Por un instante, Némesis sonrió y, de repente, la uña de su dedo índice la clavó en la mesa, cortando la madera con lo la finalidad de llegar al zapato del hombre para cortarlo por la mitad.

Sus gritos eran muy fuertes y escandalosos. Sin embargo, para Némesis era sinónimo de música.

Cuando Némesis sacó la uña, el hombre cayó al suelo tratando de llevar su mano sin dedos hacia su pie amputado como si de reflejo se tratara.

—¡JAJAJA NO TIENES DEDOS! Esto es excelente. Me encantaría grabarte—

—Debes aprender a obedecerme. Seré piadosa— Le decía en un tono de voz algo burlesco.

Némesis se aprovechó del sufrimiento de su rehén para tomar, entre sus dedos, el pedazo de zapato cortado, y sacudirlo. Era medio pie que había caído al suelo.

Lo contempló por un breve momento, descendiendo su dedo índice sobre él, listo para quedar aplastado y dejarlo como una pasta de carne comprimida.

—¡Te comerás esto, ahora mismo!— Ha dicho Némesis, acercando su dedo a la cara del hombre.

No obstante, el hombre en su sufrimiento no se percató de lo que Némesis había hecho. Así que para no hacerla enfurecer y, en completa agonía, comenzó a masticar y tragar, mientras caían lágrimas de los ojos.

—¿No te gustó? Es tu propio sabor…—

Él no entendía a qué se refería específicamente, no se dio cuenta de que era su pie el que se estaba comiendo.

—Déjame ver a qué sabes…— Le dijo mientras se llevaba el dedo índice a la boca.

—Hmmm… ¡Qué asco!— Exclamó Némesis con el rostro cerca del rehén, y en su estado de repugnancia, decidió escupir los restos que hacían en su lengua en dirección al cuerpo de su prisionero. Cada gota de saliva era como un golpe, y las que cayeron encima, lo dejaron inconsciente al instante.

Fuente

Pasaron más de 3 días…

Para ilustrar mejor, veíamos a un rehén que se encontraba en el mismo jarrón de flores. Solo iba acompañado de una masa de carne, y del incesante dolor de su mano, se despierta a media noche.

—¿Pero qué rayos? ¿Dónde estoy?— Preguntó al despertarse todo desorientado.

El hombre estaba acostado de lado. E inmediatamente, sintió palpitaciones en su mano derecha de donde solían estar sus dedos, anteriormente mutilados. Pero lo más raro del caso, no había sangrado y no sabía el por qué.

Sintió un vacío en el estómago y una intensa sed que no le permitía pensar con claridad sobre sus próximas “estrategias”. Y con los labios resecos, trató de pasarse la lengua sobre ellos.

Por consiguiente, él intentó recostar la espalda, pero se dio cuenta de que en la nalga derecha, había algo que no lo dejaba posicionar su cuerpo cómodamente.

Lo que estorbaba era un móvil…

Durante toda la tortura, se había olvidado de que todavía estaba en el bolsillo trasero del pantalón.

Con la esperanza, introdujo la mano izquierda y, al sacarlo, se fijó que tenía 40% de batería restante pero la señal era bastante baja.

Entonces, pensó en mandar una señal de auxilio.

Vertiginosamente, intentó escribirle un mensaje a su culto que decía:

—¡Ayuda! He sido encogido por una de ellos. Estoy atrapado, pero eso es lo de menos… Ella hizo un pacto y puede destruir todo nuestro trabajo. Es urgente, mi vida está corriendo un grave peligro—

El mensaje fue enviado junto a su locación.

No obstante, solo había un pequeño inconveniente... El aviso no fue mandado enseguida.

Como él fue encogido, su teléfono no funcionaba con la misma eficacia. Esto quiere decir que tenía un tiempo restante de 34 horas y aguantar bajo las peores condiciones.

Pero debía asumirlo... Él necesitaba sobrevivir…

Solo de esta forma, y protegiendo su móvil, enviaría una señal de rescate con el propósito de eliminar a Némesis para siempre. Ellos tenían armas superiores y, de seguro, podrían acabar con ella.

A causa de ello, el hombre lo guardó en una parte del cráneo aplastado por su captora, y tomó un pedazo de sesos… Difícilmente se lo comió al estar ya casi podrido, pero era el único modo de humillarse lo suficiente para que Némesis lo dejara seguir viviendo.
Regresó cojeando a su lugar, y se acostó a dormir.

—¡BUENOS DÍAS!— Una voz estruendosa retumbó en el jarrón.

—¿Cuánto tiempo dormiste? ¿3 días?— Preguntó.

—¡De verdad que te ves del asco! Medio pie, sin dedos en una mano… Y tu cara… ¡Qué asco tu cara! Tiene moretones, ¿puedes siquiera ver por los dos ojos? ¿Tan fuerte te cayó mi saliva como si fuesen un combate boxeo? ¡JAJAJA!— Decía Némesis mientras se burlaba del desastre y en lo que había convertido a su rehén.

—Está bien. Quizá me pasé un poco al escupirte. No sabía que iba a ser tan fuerte para ti. Debes tener todo tu cuerpo con hematomas. Creí que te había matado. No era algo que realmente me importara. Si pasaban unos dos días más, y no respondías, iba a lanzar tu cuerpo contra la pared para ver cómo explotaba. Lo hubiese disfrutado—

ESTA HISTORIA CONTINURÁ...

JD.

¡Espero que haya sido de tu agrado este nuevo post y me brindes un poco de apoyo!

Estaré a la orden; acepto recomendaciones, sugerencias y consejos de todos ustedes.

De antemano, muchísimas gracias por tomarte la molestia de leerme.

Un gran abrazo.