Por mucho tiempo le temí a dibujar, le temía desde que de niña, para hacer las carteleras, se elegían a los mejores dibujantes y entre ellos, no estaba yo. Le temía desde que me di cuenta que mis dibujos no eran lo suficiente malos ni buenos como para que alguien los notara. Pero aun así tenía el cuaderno lleno de rayones y cada vez que podía me pintaba la cara, las piernas o las manos. Eso se mantuvo así por muchos años, hasta hace unos meses que decidí indagar en el dibujo, aunque no fuera ni cerca la mejor o la peor.

Por mucho tiempo le temí a dibujar, le temía desde que de niña, para hacer las carteleras, se elegían a los mejores dibujantes y entre ellos, no estaba yo. Le temía desde que me di cuenta que mis dibujos no eran lo suficiente malos ni buenos como para que alguien los notara. Pero aun así tenía el cuaderno lleno de rayones y cada vez que podía me pintaba la cara, las piernas o las manos. Eso se mantuvo así por muchos años, hasta hace unos meses que decidí indagar en el dibujo, aunque no fuera ni cerca la mejor o la peor.

En las fotos que muestro en este post, me reencuentro con una yo del pasado que le gustaba cambiarle el color a las paredes y ponerlas chillonas, solo que ahora voy encontrando un balance. Además, me pinto la cara como en la vida real me pintaría la piel, solo que ahora no hay agua que me quite la tinta.

Realmente no planeo que se encuentre un simbolismo tras los trazos que he hecho, y espero que no sea decepcionante para el que crea que esa era mi intención. Solo me permití jugar con los colores y con las herramientas que tengo.

Las fotos las hizo Silvio Loreto( @hormigaobrera ), cuando vino una vez a mi casa y encontramos un lugar en mi cuarto donde la luz del sol se asomaba por entre las paredes, lo cual nos pareció hermoso y sobre todo, una buena oportunidad para hacer fotos con luz natural.

Gracias por su atención!

Instagram: emilianacazal

Algunos trabajos anteriores: