Quiero contarles que soy feliz y ya sé que muchos creen que la sensación de felicidad es momentánea pero la paz que se conserva con el paso de los días también es una forma de felicidad, el olor del café en las mañanas, la sonrisa de las personas que quieres, persistir, soñar, buscar, lograr y tantas palabras que podrían definir la felicidad.

Resumirlo sería egoísta porque de cierta forma somos inconformes y muchas veces creemos que hasta no lograr cierta meta, hasta que lleguen las vacaciones o los pequeños conflictos pasen, no seremos felices y la verdad es que quizás ya lo somos pero estamos muy ocupados viendo caos en cosas sencillas. Sé que también existen grandes problemas pero créeme no estarán hay para siempre, como todo. Esa es la naturaleza de los instantes que se desvanecen.

También he tenido días en que no quiero levantarme de la cama, quiero que la tierra me trague e incluso pierdo el apetito pero gracias a esos días grises aprendí a valorar los días soleados y no me refiero a un día en que de repente me gano la lotería o algo parecido, no, me refiero a un día que quizás es bastante parecido al anterior pero yo he cambiado porque ahora veo las cosas de otra manera, aprecio más los pequeños detalles, las cosas que quizás antes pasaba por alto, cierro los ojos mientras escucho música y como mi desayuno como si fuese la primera vez que pruebo una arepa.

Dejé ir todo eso que me molestaba y entendí que era yo quien le daba vida a todas esas personas y situaciones. No lo decidí de un día para otro, realmente me tomó tiempo, podría decirles que fue tanto que un día me detuve y pensé que debía resolver ciertas cosas conmigo misma y entendí de una vez por todas que la opinión de los demás dice más de ellos que de mí. Ahora no le doy oportunidad a ningún pensamiento nocivo pues estoy atenta y sé que aquello no será así si yo no lo dejo ser.