La Paradoja de Hermes

in #spanish6 years ago


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Especie de precuela para: https://steemit.com/spanish/@dranuvar/no-puedes-escapar-por-siempre

Ese día decidí visitar el parque. Según el señor Valdemar, a pesar de lo ligeramente descuidado que se veía, era un lugar perfecto para relajarse, además, según él, necesitaba algo de aire fresco. Desde que había llegado a la tienda hace unos meses, mis salidas se habían limitado a una periferia muy reducida, y solo el tiempo necesario para comprar víveres y objetos de baño (si, me sorprendí que aunque pequeño, la tienda tuviese un baño completo), además de una que otra merienda en una cafetería cercana. El azúcar me pone de mejor humor.

Este era un vecindario muy particular, tenía una cierta aura de antigüedad, y parecía que el sol nunca brillaba tanto aquí como en otros lugares, la gente era calmada pero excéntrica, eso me agradaba. El parque, localizado en lo que podría ser el corazón de vecindario, era un espacio medianamente grande, aislado de todo contacto con el resto de la ciudad, tenía muchos árboles, y diversas especies de flores regadas aquí y allá; la hierba era algo alta, y en general, te daba la sensación de descuido, y quizás por ello, de despreocupación; en cierta forma, te relajaba, y eso, aunque bueno, temía que sucediera, porque significaría volver a pensar en todo lo que deje atrás.

Silbando una melodía lenta, iba mirando alrededor, buscando algo interesante en que concentrarme, y, en la parte más profunda del lugar, le encontré. En la cima de un pequeño obelisco, estaba la estatua más curiosa que había visto en mi vida: un ave exótica, con rasgos de águila y de ibis, devoraba una de sus alas, la otra, yacía con ilusión de limpidez, como muerta.

Me acerqué hasta tenerla justo en frente de mí, a pocos centímetros: era de mármol blanco, manchada de intemperie y exquisitamente detallada; su porte era orgulloso, y parecían haber captado la imagen de un momento muy emocional, se sentía una mezcla de sufrimiento y aceptación, de sacrificio. Note a los pies de la estatua, una plaquita de metal con la siguiente inscripción: “El Ave de Hermes es mi nombre, devoro mis alas para domesticarme”.

La critica frase solo sirvió para grabar la estatua aun más hondo en mi mente, trataba de discernir su significado y no llegaba a nada concreto.

He de suponer por tu intensa mirada, que te ha gustado la escultura… o al menos te ha intrigado su concepto- escuche que alguien decía detrás de mi; voltee, y me encontré con una mujer que debía rondar los 30 años, de corto cabello castaño y tez pálida, sus ojos de liquida esmeralda, su vestido de ligeros colores tierra y su voz, le dieron un aire etéreo en ese momento.

Tienes razón, el que un animal cometa autofagia, especialmente a la parte de su cuerpo que mas le caracteriza, ha de ser algo mórbidamente atrayente para cualquiera

Entonces, ¿te atrae lo mórbido?

Solo lo extraño… ¿tú conoces algo de esta escultura?

Se puede decir que si… si quieres nos sentamos unos minutos, me gusta contar esta leyenda

Luego de responder afirmativamente, comenzó con su relato. Me conto que al comienzo de los tiempos, los dioses primales crearon a la mas magnifica de las criaturas (el Ave), y le dieron como don el mas alto grado de libertad; ella trascendía el tiempo y el espacio, ni cadenas ni leyes divinas podían someterla, así, el Ave se dedico a viajar y a observar, las estrellas naciendo y sofocándose, algunas dando vida; vio a los humanos surgir de la tierra resquebrajada en medio del manto azul, los vio aprendiendo, y siguió ahí aun después de que sus creadores fueron olvidados o transformados.

Ahora Zeus reinaba, y ella fue deseada por los nuevos dioses, y Hermes, en vista del amor que sentía por ella, le adorno con belleza tangible, como una provocación ante toda criatura que deseara poseerla, aun sabiendo que era imposible, mientras, los humanos seguían matándose unos a otros, ahogándose en guerra, muerte y enfermedad, pero a todo esto permaneció ajena, hasta que se encontró con el misterio más grande que había encontrado hasta entonces, el “Amor”.

Ella, una mujer mortal, fue testigo de cómo el Dios de la Eternidad le observaba, y proyectaba su sombra sobre ella; él se vio atrapado, y bajo de su vuelo esperando poder negar su naturaleza libre a fuerza de esa misma libertad, y así entregarse a un cariño incierto, pero aun pesaban los postulados de su nacimiento, el ERA LA LIBERTAD, y aunque su naturaleza se lo permitía, su esencia misma le negaba cualquier atadura, esta era la paradoja a la que se enfrentaba… entonces, ante los ojos negros de la mujer, el ave negó de la siguiente forma “el ave de Hermes es mi nombre... me domestique devorando mis propias alas”, y ya nunca más pudo volar.

Ella se fue poco después, dijo que se había distraído mucho, y tenía que volver a su trabajo. Yo hice lo mismo.

La siguiente vez que vi al señor Valdemar, le hable acerca de la escultura en el parque, y de la leyenda que me contó la mujer.

Nunca antes había escuchado esa versión, es bastante poética… de todas formas, busca en la sección de ocultismo, ahí encontraras material sobre la versión mas conocida del Ave, la alquímica.

Pero, si usted no sabe de donde salió, ¿de donde cree que aquella mujer saco esa narración?- se la había descrito, y me dijo que la había visto una vez, pintando en el parque. Se llamaba Adrienne.

Las pocas palabras que intercambie con ella me sirvieron para saber que era una bastante culta; además, cuando le pregunté por su pintura, me dijo que, al igual que su padre, buscaba el ideal de perfección, pero que siempre lograba únicamente caos, materialidad picaresca e incompleta; por eso estaba sentada cerca de la estatua del ave caníbal, esa, aunque la menos conocida, resulto ser la obra maestra de su padre, según sus propias palabras al menos… así que es posible que esa leyenda sea invento del padre, o de ella misma, inspirada por las obras del artista que intenta emular.

Era posible. Quise saber que mas podría averiguar al respecto, así que me dispuse a leer los libros que me recomendó mi sabio empleador, gastaba mis ratos libres en leer sobre alquimia, sobre George Ripley y sobre el “Tres Veces Grande”, Hermes Trimegisto. Resulta que la figura del ave es puramente metafórica en su mayoría; o es un avatar del sabio dios egipcio Toth, o un recurso literario inteligentemente usado para referirse a la piedra filosofal.

“…devoro mis alas para domesticarme”

Mi fascinación al respecto crecía. Todos los días iba al parque a contemplar la escultura, y la leyenda que me contó Adrienne volvía a mi mente cada vez. En un par de oportunidades me la encontraba a ella, ahora siempre pintando; me sentaba en el piso cerca suyo, de espaldas a ella o detrás de su lienzo (nunca pude ver lo que pintaba), y hablábamos de arte, y de las cosas que considerábamos bellas. Le pregunte por su padre, y no fue mucho lo que me dijo, pero al menos descubrí que la leyenda que me contó si fue escrita por él; me preguntó porque vivía solo, y lo que dije distó mucho de ser la completa verdad, pero ella no lo supo.

Quizás debí haberle contado todo, pero no pude, ya que de repente, dejo de venir al parque, y yo me quede pensando en una de las ultimas cosas que me dijo: quizás, tu obsesión con el ave de la leyenda, es porque te identificas con ella, ¿lo has pensado?. Y si antes no lo hacia, ahora si.

De niño, mi imaginación era mis alas, y siempre me sentí libre de la vida común que llevaban los demás habitantes de mi pueblo. A veces invitaba a otros niños a “volar” conmigo, y aunque muchos aceptaron, todos eventualmente me dejaron solo, pero no me importaba, yo era feliz explorando los mundos y las vidas de mi mente, y así fue hasta entrada mi adolescencia, cuando conocí a alguien que parecía ser igual que yo. Ella fue la mujer de ojos oscuros que progresivamente me hizo rechazar la libertad absoluta de la que presumía, pero yo aun no me daba cuenta, creía que ella y yo volábamos juntos, y me deje llevar por cada una de sus palabras, viendo inocencia en su sonrisa, sus gestos y su mirada. Me había enamorado.

Un día me dijo de alguien que la ataba, la hacia su prisionera y se divertía mancillando su cuerpo y mente, pero que yo podría romper esas cadenas, y así seguiríamos felizmente ajenos a cualquier otra cosa fuera del “nosotros”. Me escondí en su casa y espere a que su padre llegara; estaba oscureciendo, y la casa vieja tenia dañado el sistema eléctrico, así que no me vio con el puñal en la mano, ni cuando le salte encima.

Forcejeamos, chocando contra mesas y destrozando los objetos de la sala, y caímos al piso. Logre clavarle la hoja de metal en un costado, y eso me permitió liberarme de el; pero sin haberlo notado, la vela que el había encendido al entrar a la habitación había caído sobre las cortinas, que rápidamente ardían. En ese momento, su hija entro en la habitación, calmada e ignorando mi expresión de pánico; se acerco a su padre y le levanto el rostro.

Te dije que seria fácil convencerlo, dijo con una voz aterradoramente calmada mirándole a los ojos.

No siempre podrás… salirte con la tuya… demonio…, contestó el hombre, con un rastro de sangre saliendo de la comisura de sus labios y la voz cada vez mas delgada.

Me hiere que me llames así padre –dijo riendo divertida- pero lo importante es que esta vez si lo hice… y por eso te agradezco Santiago-

¿Le habías hablado de esto…?, ¿quién eres en verdad…? lo bizarro de su breve conversación, y su sonrisa sádica a la luz de las crecientes llamas inyectaron miedo en mi.

¿De que hablas Santiago?, soy tu amiga Lucia, ¿Qué ya no me reconoces tontito?, y se rió.

Y en verdad no pude, la Lucia de los últimos meses, por más que deseara “libertad”, no sonreiría así ante una persona moribunda, ni ignoraría mi horror ni las llamas.

¿A que jugaremos ahora Santiago…?, dijo acercándose a mí, acariciando mi pecho y oliendo mi cuello.

La aparte de mí con fuerza, y cayo cerca de su ya completamente callado padre. Salí apresurado de la casa en llamas, con la última visión del brillo complacido de sus ojos, y su mano derecha manchada en sangre que se despedía de mí. No me quede a ver que paso después, tome la mochila que había dejado colgada en uno de los arboles cercanos, y abandone el bosque y el pueblo, y con ellos, toda posibilidad de perpetuar mi “vuelo”.

Así que Adrienne tenía razón, yo y el Ave éramos lo mismo, voluntariamente renunciamos a nuestro don, y nos entregamos a las cadenas de la incertidumbre. No se como le habrá ido al ave, pero yo me arrepiento de cada segundo, e hice mi misión el tratar de olvidar.

Ya eran casi 3 semanas desde la última vez que vi a Adrienne, y tanto la escultura como yo la extrañábamos, nosotros 2 si continuamos viéndonos; yo sentía que no podía dejar de visitarle. A media mañana el señor Valdemar entro en la tienda llevando un sobre en sus manos.

Muchacho, ¿es que cuando te levantas no te fijas si alguien ha dejado correo en la puerta?

Me limito a cambiar el anuncio de “cerrado” a “abierto”… además, ¿desde cuando se reciben cartas aquí en la tienda?

Aparentemente, desde hoy… toma, esta dirigida a ti, dijo entregándome el sobre.

Era cierto, escrito con fina y elegante letra, en el sobre se leía “Para Santiago Montserrat, de Adrienne Guyot”; lo abrí y empecé a leer la carta.

Lamento haber desaparecido así de repente, pero hay veces que las acciones son ajenas a la voluntad conciente… disfrute mucho de nuestro tiempo juntos, aunque algo taciturno, eres un joven realmente encantador.

¿Lograste dar con la raíz de tu obsesión por el ave?, no quise decírtelo al principio, pero desde que te vi note en ti un aura parecida, como de renuncia y abandono, quizás también resignación e incertidumbre. Supe que tu y el ave de la que te hable tenían uno conexión. Tú nunca quisiste hablar mucho de tu pasado, y lo comprendo, cuando uno miente es porque no quiere que la gente descubra cosas de nosotros, respeto eso, y si, sabía que lo que me decías era en su mayoría mentira, soy muy perceptiva. Pero yo tampoco te hable mucho de ni de mi ni de mi padre, y puedo apostar que lo demás lo rellenaste con imaginación; lamento arruinar cualquier divertida fantasía que tuvieras, pero en este papel he decidido contarte algo, para que me entiendas mejor.

Mi padre era un artista, uno multifacético y perfeccionista, esa era su cara publica; en privado, era un ávido lector de textos de magia y alquimia, y a través de su arte buscaba lograr lo que los antiguos sabios con su ciencia, la perfección de la materia, la trascendencia de esta, la “piedra filosofal”; no se como habrá llegado a ese nuevo camino, pero el siempre fue un hombre difícil de entender, por eso mi madre nos abandono cuando era muy pequeña.

Su obsesión fue creciendo paralelamente a su frustración por la falta de resultados, hasta que un día le llego la iluminación que necesitaba: si buscaba trascender la materia a través de un concepto tan abstracto como el arte, debía de desprenderse de todo lo material, lógico y conocido, debía hacer lo opuesto a las ataduras de ave. Tenia que suicidarse.

Lo encontraron muerto, yo me había quedado a pasar la noche anterior en casa de una amiga. Una mezcla de pastillas para dormir y desangramiento por cortarse las muñecas. El piso de nuestra sala tenia un nuevo color, y yo desde aquel momento odié el rojo.

Por cierto, la leyenda que te conté era un cuento que el me leía frecuentemente, siempre me gustó, me hacía sentir que ese hombre, mi padre, tenia talento también para la literatura, pero de eso nunca me enteraré.

Quiero entender porque mi padre hizo lo que hizo, así que he decidido hacer un viaje, uno del que no volveré, así que no me esperes más Santiago.

PD: en el sobre, junto a esta carta, te adjunto 2 entradas para una exposición de arte que hay en unos días, por si tu y el señor Valdemar tienen curiosidad por ver mi ultima pintura, esa misma que hacia mientras conversábamos tu y yo."


Decidimos ir.

En el lugar, nadie sabia donde estaba ella, la renombrada artista se había esfumado justo después de entregar su más reciente obra, pieza central de esa exposición. Sin nada mas que me interesara, deje a mi amigo viendo las demás obras, y me dirigí a la de Adrienne.

Allí, separada de mi por escasos centímetros, estaba la imagen de un joven sentado con las piernas cruzadas y los brazos ensangrentados colgando a los lados; estaba desnudo, con la boca manchada de rojo, y su largo cabello negro descansando todo sobre su hombro derecho, tenia la cabeza ladeada y los ojos cerrados. Alrededor de el, debajo de el, plumas, huesos de alas, y sangre.

Se parece un poco a ti, ¿no crees?, pregunto detrás de mi el señor Valdemar

Aun no me crece tanto el cabello

Pero algún día lo hará, posiblemente… ¿Cómo se llama la pintura?

La Paradoja de Hermes

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