¿Una sociedad educada?

Leo los periódicos en papel y en el ipad, con la tele puesta, y lo pienso. ¿Lo somos? ¿Somos una Sociedad Educada? Creemos que en algunas partes del mundo han llegado a serlo. ¿Si? La paradoja es que en sociedades avanzadas hay un regreso al consumo sin más y al pensar cada vez menos. Para pensar, en la era mediática, una Sociedad educada exige medios de comunicación de calidad, periodistas independientes, comunicadores solventes que se ganen el prestigio social, no la fama. La fama hoy se la regalamos a personas sin valía alguna que sólo utilizan los trucos más zafios y provocadores para traspasar las pantallas. Nuestro mundo ya se vive casi más en las pantallas que en en lo que a duras penas sigue siendo todavía la realidad.

(Imagen obtenida en la cadena cdn.urgente24.com)

Sé que exagero para provocar la reflexión, pero no tanto. Recordemos esta declaración del viajero, escritor, periodista maestro del oficio, Riszard Kapuscinski (aunque ya nadie, intencionadamente, le haga caso):
-“¿Por qué soy escritor?¿Por qué soy periodista? ¿Por qué he arriesgado mi vida tantas veces y he estado a punto de morir? ¿Es simplemente para ganarme un salario? No, es una misión, no afrontaría estos peligros sino estuviera convencido de que hay algo tremendamente importante sobre la historia y sobre nosotros mismos que interesa contar, que me interesa que todos sepan”

(Kapuscinski junto a una de sus frases más célebres. Imagen obtenida en la website de clasesdeperiodismo.com)

Al respecto, algunas de las preguntas de nuestro tiempo podrían ser: ¿Cómo empatizar, implicarse, hasta hacer comprender la noticia que se debe dar sin ser superficial en el intento? ¿Cómo proponer contenidos al jefe de redacción que, cada vez más, es en ocasiones un gerente o director comercial o abrazador de la religión del Marketing, para que rellenen las parrillas y las páginas de prensa, radio y televisión como exigen los propietarios de los medios; y que al mismo tiempo esos contenidos trasladen calidad, valores y estimulen la educación y el conocimiento?
Complicado. Resulta complicado decir hoy que el profesional del Periodismo y la Comunicación debe tener fuerza por sí mismo a la hora de imponer sus decisiones profesionales y no sólo afanarse en contentar a los jefes y a una audiencia maleducada. Una audiencia ya ahormada al bombardeo mediático durante el tramo horario denominado "prime time" se llena de productos de serie B que corrosivamente van del rosa al amarillo -a propósito, así se llamaba aquella vieja película de Summers, Del Rosa al Amarillo, que hablaba de las etapas de la vida con ternura y sentido del humor-
Para colmo, a esto habría que sumarle la precariedad laboral en las empresas periodísticas, la transformación a la baja del modelo de negocio de las empresas de comunicación, su escasa fortaleza y credibilidad a la hora de enfrentarse al reto digital de los contenidos gratuitos y las redes sociales, y a la hora de enfrentarse al descrédito de los medios del que nos advierten los últimos sondeos oficiales que preguntan sobre los medios, como los del CIS en España.

(Carátula en dvd del film "Del rosa al amarillo", dirigida por Manuel Summers en 1963. Obtenida en todocoleccion.net)

Para muchos ya instalados en el cinismo de la supervivencia y los años de haber asistido como testigos desde dentro de esta degradación acelerada del periodismo, resulta casi utópico volver a encumbrar el periodismo como servicio público de calidad para las masas (sobre todo para quienes no se pueden pagar plataformas privadas que han hecho de la calidad de sus productos, al menos de los de ficción, su principal reclamo)
Hoy recuerdo cuando me dijo Cristóbal Halfter con entusiasmo en la mirada: "Qué habría hecho Aristóteles si hubiera tenido televisión en el siglo V a d JC"

(Cristóbal Halfter dirigiendo. Imagen obtenida de la web de la Asociación Madrileña de Compositores: amcc.es)

Volver a comprender -y exigir- que no sólo las malas noticias son noticias (en ocasiones los informativos en TV son ya sólo una revista de sucesos y bobadas). Volver a apelar a la responsabilidad social del comunicador, porque comunicar no es un trabajo cualquiera, como no lo es la Medicina, etc. Volver a creer que, por ejemplo, entretener no es antónimo de educar. Que hay que concernir y estimular al conocimiento de lo que se cuenta y a la solidaridad con quienes sufren la injusticia que se descubre. Volver... Volveremos sobre esto. Pero ahora voy a apagar la tele un rato.