De arpones y ballenas en el océano electoral

in #spanish6 years ago (edited)

Queequeg, el ballenero indio que se enrola con Ismael en el Pequod, en Moby Dick, la gran novela de Melville, sorprende a su compañero de cuarto la primera mañana que pasan juntos, al afeitarse la cara con su arpón. El presidente español, Pedro Sánchez, parece afeitarse, más chulo que un ocho también, con el afilado arpón del independentismo catalán. Quizá esperando llegar limpio y rasurado a su encuentro con el leviatán electoral que, más pronto que tarde, pondrá a cada uno en su sitio. Incluso a los votantes.

Acariciando la ballena

Se huele el miedo a la ballena blanca en la política española. No tanto a la blanca del voto en blanco (que el desprejuiciado posibilismo de los cabezas de partido desprecia) como a la cansada ballena gris de la abstención de los suyos y, sobre todo, a la insondable criatura fantasmal que surge de las profundidades para alimentarse de la duda ciudadana de no saber ya a quien votar. La duda e mobile.
Sánchez debería haber convocado elecciones y la presidenta andaluza, Susana Díaz, también. No está el temporal para provisionalidades. Suben la luz y el gas, la economía se desacelera, aumenta la desigualdad y el nacionalismo arrecia. Algunos no entendemos por qué ambos no separan las aguas de una vez con su báculo gubernamental, en vez de echar las cartas náuticas cada tarde a ver si llegan los grandes bancos a los caladeros habituales. Porque en este nuevo océano cuatripartito de la política en España el término habitual ha perdido su sentido en los mapas. Y en sus brújulas el norte electoral ya no señala siempre a nadie.

La difícil relación entre los socialistas Sánchez y Díaz

La presión debe de ser insoportable. A los dos líderes del PSOE con elecciones a las puertas se les nota. Díaz se ríe en exceso cuando se la entrevista. Sánchez demuestra una pachorra que podría interpretarse como impavidez o “empanamiento”, que diría mi niño, a pesar de la que le está cayendo a su gobierno, que ha pasado en semanas de flamante a flambeado.
Y si Díaz no consiguiese gobernar de nuevo, las toneladas de lastre acumuladas en el casco del barco andaluz acabarían en el fondo del mar de la historia política, expulsados de su asidero por la alternancia tras cuatro décadas de democracia. En las profundidades les espera el kraken del olvido. Por eso creo en la limitación de mandatos, además de por vacunarnos contra la creencia de que quienes en cada momento nos gobiernan son seres imprescindibles. Por eso y por piedad, porque tarde o temprano les llega el desgarro, a veces cuando empiezan a parecer vitalicios y ya no saben más que jubilarse. Diecinueve años nos gobernó Chaves, por ejemplo. Si hubiera dejado de presentarse antes se habría ahorrado, quizá, el banquillo en el que ahora, dolorosamente, anda sentado.

Andalucía, por sí, España y la Humanidad

Sin semejante peso acumulado en el casco, está por ver si al verdiblanco barco andaluz lo llevaría a buen puerto quien -o quienes- lo pilotara tras las elecciones sin ser del PSOE por vez primera. Pero el primer impulso sin ese peso histórico, incluso aunque fuera para luego estrellarse contra una ballena, asemejaría al barco con una veloz planeadora.

(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es

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