¡Saludos!

Luego de mucho tiempo (prácticamente un mes) les comparto el primer capítulo del Emperador de las Nubes, y les prometo mayor continuidad. A partir de ahora me comprometo a publicar un capítulo cada viernes (aunque pueden ser 2 publicaciones semanales si les gusta mucho, ya veremos jeje).

Primero les dejo la sinopsis para refrescar la memoria:

El Emperador de las Nubes es una nave insignia, pionera de un proyecto de la ONU que debía ser el faro de nueva esperanza de la humanidad, abrumada por la Catástrofe Verde y en vías de extinción. El proyecto no resultó tan esperanzador, y ahora la nave es la única de su tipo, llevando consigo la última chispa de la humanidad. Ahora la supervivencia de la raza humana pende de un hilo mientras la nave navega a través de las nubes de Júpiter.


Una historia de sci-fi y drama, donde acompañaremos a nuestro protagonista Marcos y su importante cruzada: ¿será vital para salvar a la nave? ¿O será acaso un espectador de lujo en la condena de todos?

Y en este enlace podrán leer el prólogo.

Ahora si, disfruten del primer capítulo.

Advertencia: Pueden contener lenguaje vulgar, descripciones muy explícitas y temas que pueden considerarse sensibles. Recomiendo discreción.

Fuente

El Emperador de las Nubes

Marcos despertó, muy molesto por la súbita interrupción de su sueño. Estaba todavía agotado por los acontecimientos recientes: hacía apenas un par de horas habían cremado el cadáver del viejo Jenkins, el Gran Jefe de los Antiguos.

Además del pesar de despedir a un viejo amigo y mentor, debía lidiar con una “súper mega fiesta” que los Lords llevaban en el salón de fiestas. Todo un evento para celebrar el gran aniversario número 70 del inicio del gran viaje del Emperador de las Nubes.

Para Marcos, celebrar este aniversario era como ser apuñalado por un puñal de oro. El Emperador de las Nubes no era un crucero de lujo, mucho menos un faro de la esperanza para la humanidad. Era algo más parecido a un lindo contenedor que resguardaba a los Lords, los grandes señores de Arriba, y sus “esclavos”: las Ratas.

Eso era lo que decía el Viejo Jenkins. La nave sólo era una protección del infierno, de Júpiter. Pero nada los protegía a ellos de la crueldad de los Lords.

Después de maldecir en silencio a los Lords, y también, por costumbre, al difunto capitán Anderson, por condenarlos a todos, Marcos se deslizó debajo de las tuberías de refrigeración, lugar donde tenía su cama, y se dio cuenta de la seriedad del asunto: todo el pasillo estaba iluminado de rojo.

Las tuberías, donde se encuentran las Madrigueras, son el lugar perfecto para dormir dado eran el único espacio fresco donde las Ratas podían dormir. Sin embargo, Marcos notó que estaba sudando, estaba acalorado. Una alarma entonces se hizo tan estridente que lo aturdió y lo terminó de despertar. Al poco rato, las alarmas se ahogaron, pero prevaleció la luz roja.

Marcos corrió rápidamente por el pasillo hasta llegar al Cerco, la sala de control de las Ratas. Allí Norman, la Rata mayor, estaba ladrando todas las órdenes que podía a los recién llegados.

-¡Marcos! ¡Qué bien que llegas! Tenemos problemas, muy serios. Estalló la estación de purificación de agua, y el fuego se expande hasta las granjas. Necesito que bajes con Cabrera y ayuden a controlarlo.

Marcos no tuvo tiempo más que responder con enérgico “sí” a medida que el pánico y la adrenalina se mezclaban. Sin tiempo que perder, Marcos corrió hacia la estación de purificación, y en el trayecto encontró a Cabrera, un muchacho de no más de 24 años, contemporáneo con él.

Una vez llegaron a la estación, el fuego arremetía con fuerza, y el sistema automático anti-incendios estaba inoperativo. También varios bots de emergencia estaban chamuscados y dañados. Por suerte, los sistemas manuales para controlar el incendio aún estaban operativos, y un par de bots peleaban para controlar las llamas.

El verdadero riesgo no era como tal controlar las llamas, sino evitar que los Lords descubrieran la emergencia. Por más de 60 años existe la sagrada norma de no perturbar a los Lords ni permitir que los accidentes los afecten. Era una norma inquebrantable que se remonta a los primeros años del viaje, tiempos que ninguna Rata conoce y por supuesto no sabe que la norma costó 60 mil millones de dólares por Lord.

Afortunadamente el incendio se controló un par de horas después, con la ayuda de más Ratas y bots de emergencias, aunque con graves consecuencias: dos Ratas, Albert y Jameson, murieron quemados o asfixiados; doce Ratas más sufrían una seria tos por culpa del humo y algunas quemaduras menores; y más del 70% de los bots de emergencia se destruyeron durante la explosión o en el incendio.

Y por si no fuera suficiente, la explosión consumió la mitad de la estación, dejándola casi inoperativa. Las granjas cercanas también sufrieron daños, aunque en principio no eran tan graves.

-Visto de esta forma, esta estación está clausurada. Tendremos que desviar el flujo de la estación de emergencia de popa hacia el suministro de los Lords. Y tal vez haya que reducir las raciones de comida. Se quemaron algunos cultivos.

Norman ignoró las fuertes quejas de sus Ratas. Mantenía una turbia mirada en su rostro.

-Me sabe a mierda, no reduciré el agua ni comida de los reyes. Ojalá los Lords no nos escuchen, no quiero que vuelvan los “Exterminadores”. Somos Ratas, maldita sea. Si no quieren obedecer, pueden nadar con las nubes. ¡Vamos! Veamos si podemos salvar algo de la estación.

Norman le ordenó a Marcos que estuviera cerca, porque era el mejor chatarrero entre las Ratas. Eso le traía recompensas muy buenas, como raciones adicionales de comida. Pero también momentos molestos, como aguantarse el muy mal humor de Norman, y sus casi insufribles teorías locas.

-Esto no es normal- dijo tras un rato de trabajo-. Sé que no somos los mejores, pero nada explota de la nada.

-¿Sabotaje?

La pregunta de Marcos fue más un reflejo que sincera curiosidad. Norman no parecía interesado en responderle. En todo momento, su intención parecía ser la de comentar al aire, para encerrarse en sus pensamientos. Actitud muy extraña que Marcos supo apreciar.

Tras terminar el trabajo y considerar que todo lo rescatable fue rescatado, Norman permitió dar libre a las Ratas el resto de la jornada. Fue excelente para Marcos, que no perdió tiempo y fue a su lugar en la Madriguera.

Hacía horas que la gran fiesta se había terminado, y con éxito nadie se dio cuenta de la emergencia. Pero eso no consolaba a Marcos, que exhausto sabía que probablemente mañana le tocaría lo mismo.

Era una rutina sin fin y estéril. Las Ratas lo único que podían hacer es salvar algunas cosas y reparar otras, pero tarde o temprano el Emperador de las Nubes sucumbiría ante Júpiter, y se perdería la tormenta.

Esto ha sido todo por hoy, espero hayan disfrutado de la lectura. Recuerden que será una novela con entregas por capítulos, cada viernes. Espero sus comentarios, críticas y opiniones.

Quiero saber: ¿qué te pareció?

No duden en preguntar, y si existen muchas inquietudes, puedo publicar un glosario que ayude a entender un poco mejor la historia.

Y sin más que agregar, les agradezco su tiempo por leerme. Hasta próximas publicaciones. ¡Saludos!