Monsieur Pain (Libro): la primera novela de Roberto Bolaño.

in #spanish5 years ago

Una obra menor dentro de la trayectoria de su autor (Imagen recortada)

Después de su debut literario a cuatro manos junto a A.G. Porta, sobre el cuál usted puede leer algo en este enlace, Roberto Bolaño en su deseo de vivir de la Literatura, se dedicó a perseguir “…premios búfalo que un piel roja tenía que salir a cazar pues en ello le iba la vida”, vivencias que relata en Sensini, un cuento de su libro Llamadas telefónicas. Fue en uno de estos concursos de provincias, el Premio de novela corta Félix Urabayen, concedido por el ayuntamiento de Toledo, en el cual Bolaño triunfó en 1984 con una novelita llamada La senda de los elefantes, reeditada en 1999 por Editorial Anagrama con el nombre de Monsieur Pain, en lo que representa su primera novela, ahora sí, escrita en soledad.

La historia transcurre en París, durante el mes de abril de 1938. Pierre Pain es un médico alternativo, discípulo de Mesmer, a quien una amiga, madame Reynaud, le piden que ayude al moribundo esposo de una amiga suya. La amiga de la mujer no es otra que Georgette y su esposo, el poeta César Vallejo. En el pasado, Pain fracasó al no poder salvar al esposo de madame Reynaud, quien estaba "más allá de toda salvación". Es por ello que, en esta ocasión, Pierre decide intentar salvar la vida del sudamericano, “De una manera no demasiado irrazonable estaba convencido de que podía curar a Vallejo”. Sin embargo, hay algunas personas interesadas en que no lo salve. ¿Por qué? ¿quiénes son estas personas? ¿qué motivos pueden tener para desear la muerte del poeta?
Combatiente en la gran guerra, al volver a Francia, Pain rechazó a la sociedad, sus ideales y adoptó las ciencias ocultas, entre las que se decantó por el mesmerismo (los lectores notarán acá una relación directa con dos relatos de Edgar Allan Poe: La verdad sobre el caso del señor Valdemar y Revelación Mesmérica), con sus teorías alternativas como el uso de la hipnosis para inducir la curación en los pacientes. Pierre es temeroso, de nervios frágiles; por eso, cuando comienza a sentir que dos figuras vestidas de negro lo persiguen, siente que lo llevan, que lo arrastran a lugares cada vez más extraños. Piensa: "Obedecía a impulsos desconocidos” y luego “Estoy perdiendo los cables… Los cables con la realidad…”. Está completamente perdido en lo que parece una gran conspiración que no logra descifrar, “me gustaría enterarme de tantas cosas”. Y a los lectores también.

En su huida, llega a la casa de la suegra de madame Raynaud, se topa con un grupo de jóvenes que van disfrazados, dos colegialas huyen de él, se encuentra con “El Bosque submarino”, un extraño café con una pecera en la que hay representado un accidente bajo el agua: trenes, aviones, víctimas y todo. Los creadores de esta escultura son dos hermanos, rubios, Alphonse y Charles, casi gemelos, que quieren irse a Nueva York. La duplicidad se repite a lo largo de la novela: los dos españoles que lo siguen, los hermanos rubios, las dos mujeres: madame Reynaud y madame Vallejo. ¿Es todo eso real? Pain está nervioso, se siente extraño, ajeno a sí mismo. Finalmente entra a un cine, la taquilla es atendida por una poetisa pelirroja, en dónde un conocido le "explica" ciertas cosas sobre Michele, Pauline, Terzeff, madame Curie (la científica) y su hija (?).
La sinopsis de la novela en la edición de Editorial Anagrama dice que Pain es "el menos indicado para intentar resolver una historia extraordinaria a mitad de camino entre la casualidad y la causalidad". Y no lo pongo en duda. Hay algunas frases muy buenas como estas:

“Pensé que la fe era el primer requisito para amar”

“[la soledad]…tal vez la forma más sutil de la locura, al menos la más lúcida”

“…la felicidad llega con las cosas más sencillas”

“Durante el día la amnesia es como el desierto. Durante la noches es como la selva, poblada de fieras salvajes.”

y algunas pinceladas de lo que se iría incorporando a su estilo tan propio en sus trabajos posteriores: al igual que en los Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, en Monsieur Pain Bolaño cuenta un cierre para los personajes; ese epílogo a voces es también una anticipación a la polifonía de Los detectives salvajes y esas biografías inventadas anticipan lo que luego haría en La literatura nazi en América. El tema sobre la Alemania Nazi que explotaría en varias de sus novelas, aparece acá brevemente, a través de los labios de un personaje menor: “Yo de nazis no sé nada. Lo único que digo es que los alemanes son un peligro para Francia y que los franceses debemos dejar de soñar y hacerles frente”.

A Bolaño le gustaban los juegos de palabras. En el libro se menciona que el maestro de Mesmer se llamaba Hell (infierno en inglés), de dónde es fácil deducir el por qué Pierre Pain lleva ese nombre, a pesar de ser francés (Pain es dolor en inglés). Sin embargo, no me queda claro lo de "La senda de los elefantes". Existe una película con ese título, protagonizada por Elizabeth Taylor, tras cuya aparición, una senda de elefantes indica un lugar por donde pasa la fauna silvestre. Y en España, según he podido investigar un poco, una Senda de los Elefantes indica también una calle llena de bares, porque después de un buen rato, todo el mundo que transita por ella "lleva una trompa y van a cuatro patas". ¿Qué llevó a Bolaño a darle ese nombre a su novela? no lo sé.

Siendo sincero, la novela es francamente mala. Es cierto que trata temas como el amor, la soledad, la dignidad y el valor del ser humano, el delirio, la irremediable tristeza, pero son apenas destellos, frases sueltas, dentro de una trama confusa, dispersa, cuyo misterio nunca llega a cuajar, mucho menos a develarse. Pain es otra muestra de la incapacidad inicial de Bolaño para darle autenticidad a la voz de sus personajes extranjeros: Ángel Ros no parece español, Pain no parece Francés y Udo, protagonista de El tercer Reich, no convence como alemán. Si Pierre no se entera del por qué de muchas cosas, nosotros mucho menos. La angustia que lo va absorbiendo se convierte en el lector en fastidio, casi aburrimiento. Por todo ello, no recomiendo leer este libro a los lectores que conozcan poco o nada de la obra de Roberto Bolaño. Creo que el valor de este libro, que aunque sea poco tiene, puede ser mejor apreciado por los amantes de las novelas posteriores del Chileno, quienes podrán darle un valor documental, acaso evolutivo, dentro de la trayectoria del escritor, y un valor sentimental, pues gracias a haber obtenido aquel premio de provincia, Bolaño pudo seguir en su ejercicio literario, con el que nos fascinaría apenas unos años después.

Reseñado por @cristiancaicedo


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