Cuando fuimos huérfanos (Libro): los hijos de la ausencia
Antes de que estallara el escándalo en el que se vio envuelta la Academia Sueca (encargada de escoger al ganador del Premio Nobel de Literatura) y tuviésemos que esperar un año para tener dos ganadores, el último galardonado fue el escritor británico Kazuo Ishiguro. Sí, británico, porque aunque haya nacido en Japón, Ishiguro vivió, estudio y creció en Inglaterra. Como un inglés. Y como tal, escribe.
Cuando fuimos huérfanos es la quinta novela de Ishiguro y pudiera describirse como una mezcla entre novela negra y - tomando la expresión prestada - "pesadilla kafkiana". Como si, animados por el genio de Sherlock Holmes, Patricia Highsmith hubiese escrito una novela a cuatro manos junto al autor de El proceso y un autor inglés (Henry James, quizás) les hubiese corregido el texto. La historia se desarrolla en Inglaterra, poco antes de la segunda guerra mundial y sigue a Christopher Banks, un célebre detective londinense, mientras intenta resolver el caso más importante de su vida: la desaparición de sus padres, ocurrida casi veinte años atrás, cuando él era un niño y la familia vivía en Shanghái. La investigación, iniciada con los pocos y confusos recuerdos que tiene de aquella época, le lleva a los peligrosos callejones, estrechos y oscuros, del tráfico de opio y la mafia china.
Como es costumbre en la prosa de Ishiguro, los eventos se van contando en un tiempo no lineal. La investigación avanza y a su vez vamos descubriendo la infancia de Banks en Shanghái, su adolescencia en Inglaterra y su presente en Londres. Aparecen sus padres, su mejor amigo de cuando era niño, la misteriosa y atractiva Sarah Hemmings, un teniente de la policía que fue su héroe de la infancia y su tío y benefactor, un personaje intermitente pero importante.
Christopher era un chico solitario, introspectivo, a quien sus compañeros veían como un “bicho raro”. Su padre trabajaba en una empresa que comerciaba opio. Aún no era ilegal la venta de esta sustancia, pero ya existían movimientos que denunciaban sus riesgos y que hacían campañas sociales para prohibir su comercio y castigar a esas empresas. ¿Y quién era una de las más fehacientes detractoras del opio? La madre de Christopher, quién logró convencer a su esposo de lo perjudicial de su trabajo y de que dejara de ser parte de esa comercialización... y entonces ambos desaparecieron. Primero él y luego ella.
Surge así uno de los elementos claves del libro, presente ya en el título: la orfandad. Banks es huérfano, aunque no sabe a ciencia cierta si sus padres están muertos; la creída, interesada, ambiciosa, y decidida Sarah, también es huérfana; al crecer, Banks adopta a Jennifer, otra huérfana a quien cría como su propia hija, aunque ella lo llama tío; y un personaje secundario cuenta “Mi padre tomó a su cuidado a una chiquilla huérfana…”. Es decir, la orfandad es una constante a lo largo de la historia que se colará incluso en su novela siguiente, Nunca me abandones. Opio, caudillos, drogas, mafia, poder, delincuencia, esperanza, la sombra de la guerra, la oscuridad del hombre, nostalgia, la memoria, los recuerdos, son algunos de los temas que toca la ficción de Ishiguro.
A mi parecer, el autor de El gigante enterrado no es un artífice de muchas frases memorables. Su estilo es más bien sereno y busca con palabras sencillas y situaciones simples propiciar el análisis del lector más con lo que no le cuenta, con lo que yace tácito debajo de las líneas. Sin embargo, rescato estas tres frases de esta novela, porque expresan ideas sobre las que es interesante reflexionar:
“…es lo que este mundo ha hecho de mí: yo nunca pretendí ser como soy. Siempre quise hacer el bien.”
“Cuando sea vieja, no quiero mirar hacia atrás y ver espacios vacíos. Quiero ver algo de lo que me sienta orgullosa.”
“Pienso que no estaría mal que todos los jovencitos como tú crecieran con un poco de esto y un poco de lo otro. Así podríamos tratarnos bastante mejor unos a otros. Habría menos guerras, para empezar. Oh, sí. Un día quizás acaben todos estos conflictos, y no será por esos grandes hombres de Estado ni por las Iglesias ni por las organizaciones como ésta. Será porque la gente habrá cambiado.”
Finalmente, aunque el libro es bueno y la prosa serena de Ishiguro está muy bien lograda, Cuando fuimos huérfanos no logró atraparme como Nunca me abandones, único contacto precedente con el autor. Es una novela policíaca que no profundiza ni explica los detalles de los casos que se presentan; la trama luce forzada a veces y aboga en determinados momentos a un melodrama que también luce impuesto. Claro está que esa es mi apreciación y como digo, es un buen libro. Tendré que leer algo más del autor (de hecho en mi estantería me espera Los restos del día), para poder comenzar a configurarme una idea más completa del escritor y decidir si elevarlo a mi paraíso literario personal, o dejarlo relegado en la antesala, en ese purgatorio de libros y autores que no hacen parte de mi dogma literario.
Can't be to easy if people think you are mad :o