Cuando decidí ver esta película sólo sabía que era una película polaca y que había sido filmada en blanco y negro. Nada más comenzar la cinta, comencé a reconocer en el estilo pulcro y artístico, la firma del director Pawel Pawlikowski, cuyo trabajo en "Ida" me encantó. Acá mi entrada anterior sobre esa otra película:

Sin duda alguna, Pawlikowski va en busca de ganar de nuevo el premio de la academia a la mejor película de habla no inglesa para la próxima entrega de los Oscar. Y posiblemente lo consiga, a juzgar por el trabajo realizado y por la recepción de la cinta que, en lo que va de año, ya le ha valido el premio a mejor director en el Festival de Cannes, y el de mejor película extranjera, tanto en el Círculo de Críticos de Nueva York como en la National Board of Review (NBR) además de muchas otras nominaciones. A nivel de la historia, la película se asemeja a su predecesora del 2013 "Ida" ya que la trama también transcurre en la Polonia de la posguerra, principalmente en la década de los años 50; sin embargo, su mayor parecido se encuentra en la técnica fílmica y en la fotografía.

"Cold War" ("Zimna wojna") muestra una historia de amor intensa entre dos personas de origen diferente, Wiktor, un director musical y Zula, una cantante joven, cuyos temperamentos son tan atrayentes como incompatibles. La Guerra Fría, con sus complicaciones políticas, sirve como telón de fondo para la relación de los desventurados amantes y los edificios semi derruidos y las vallas de alambre, constituyen un acertado paisaje para una historia que presenta muchos obstáculos, no todos externos a los enamorados. No se puede hablar de unos amantes desesperados por un destino que se empeña en separarlos, porque aunque es cierto que un par de veces son otros los que los separan, la mayoría de sus distanciamientos son voluntarios. Caprichosos y temperamentales, sí, pero voluntarios. Cuando Wiktor decide escaparse con Zula hacia la Europa occidental (recordemos que Polonia, por estar al Este de Europa, fue "colonizada" ideológicamente por el comunismo ruso después de la Segunda Guerra Mundial) Zula, por temor, no lo acompaña. Se ven luego en París, una noche, y más tarde en Yugoslavia, donde Wiktor es forzado a alejarse de ella nuevamente.

Dadas las circunstancias políticas de la Polonia de los años cincuenta, Zula se casa con un italiano, sólo para poder ir luego a París a encontrarse con Wiktor. El encuentro parece vaticinar lo mejor ya que por fin son libres, pero aunque trabajan juntos en la grabación de un disco de Zula y llevan a cabo el proyecto con éxito, son cada vez menos felices estando juntos. El tiempo distanciados no lo pasaron en una casta espera, ambos compartieron sus vidas con otras personas y aunque haya sido un interludio y estén juntos de nuevo, los celos carcomen a Zula. Además, Wiktor parece adaptarse mucho mejor a París, a la Europa Occidental, que ella. El entorno es menos frío, más sofisticado, más liberal, sí, pero ella siente que tantos cambios en el ambiente (el idioma, los lugares, la música) han acabado por cambiarla a ella y a ellos. Zula vuelve a Polonia y Wiktor, por ir tras ella, acaba encarcelado. Su sentencia es reducida posteriormente sólo porque Zula lo consigue a través de un nuevo matrimonio, esta vez con un polaco influyente. Han pasado dos décadas desde que se conocieron, ya son algo viejos, y no han podido alcanzar esa felicidad que deseaban compartir; así que deciden saltarse su próximo distanciamiento y pasar directamente a estar juntos, por fin, hasta el fin.

Igual que en "Ida", Pawlikowski optó por filmar en blanco y negro. Una decisión, nuevamente, muy acertada. Los colores llamativos pueden distraer la atención del espectador, mientras que al filmar en blanco y negro, se consigue que destaquen los elementos más básicos y los más importantes: las emociones, los diálogos, las actuaciones y la fotografía. Con una cámara ya no tan estática como la de "Ida", la fotografía de esta cinta también posee la capacidad de crear hermosas postales como estas:

A diferencia de "Ida", donde la música es un elemento adicional a la trama, relacionado pero no determinante, en "Cold War" la banda sonora juega un papel importantísimo, que embellece aún más el producto final. A lo largo de la cinta, la música va acompañando las emociones de los personajes y va marcando una época y un lugar. Las canciones campesinas recogidas por Wiktor y su interpretación por la compañía que funda, reflejan su compromiso con su país, con rescatar su tradición. Está feliz, lleno de esperanza por la labor que lleva a cabo; y es entonces cuando conoce a Zula. La imposición de que el conjunto interprete un tema político (ensalzando a Stalin) hace que decida abandonar Polonia. En París, Wiktor comienza a tocar Jazz en un club, "L'Eclipse", y en una escena posterior vemos a Zula bailando "Rock around the clock", nada más lejano de aquellas canciones autóctonas del comienzo. Un hermoso momento musical se produce cuando Zula interpreta una de aquellas canciones campesinas, ahora en versión Jazz, fusionando en una hermosa melodía, su tradición, su raíz, con su presente y con el resto del mundo. Por cierto, al ver cantar a Joanna Kulig, la actriz que interpreta a Zula, algo en su rostro se me hacía muy familiar. Al principio le vi como aires a Jessica Chastain, pero luego me di cuenta que la protagonista de esta historia había estado presente el la película del 2013 del mismo director. En una escena de aquella película, la tía de Ida se sienta a escuchar a una mujer que canta con una banda: esa mujer es Joanna Kulig. Así que Pawlikowski ya conocía las capacidades histriónicas y musicales de Kulig cuando la escogió para este film.

Por un trabajo de dirección impecable que permite, nuevamente, combinar una magnífica fotografía con una historia llena de emociones intensas; y por la confirmación de Pawlikowski como un cineasta de calidad que demuestra que lo de "Ida" no fue un acierto azaroso, sino una muestra del talento de este polaco, le otorgo 8/10 puntos a "Cold War" y le auguro una merecidísima candidatura a la próxima entrega de los premios Oscar.