Una bolsa de libros
(Fotografía original del autor)
Para leer escuchando a Susan Tedeschi Just Won't Burn
"Oh I'm feeling kinda lonely/ And I'm feeling kinda down/ Oh but I know I'm gonna be alright/ If these blues are hangin' around/ Hangin' 'round.../ Oh... hangin' 'round/ Hangin' 'round.../ Oh... blues hangin' 'round"
Me contaba anoche mi esposa de este diálogo..."Tu eras una consentida en Venezuela, ¿verdad? (Entre las pocas personas que creo pueden hacer esta pregunta de forma respetuosa está mi esposa) - Sí, no me gustaba trabajar. Bueno... Compraba y vendía cosas. Y dormía con mi Mami. (La chica de 27 años ahora garzona en Santiago grita) ¡Maduro coño e tu madre!"
Quiero escribrir sobre una bolsa de libros. Sobre los libros que escogí para traer a Santiago. Consentido de mi biblioteca era yo. Esa libertad de caminar desnudo por casa y estirar la mano y conseguir ese libro... El que te iba a bien ese momento. Detenerse frente a tu biblioteca y esperar a que alguno de aquellos te guiñara un ojo, te batiera la melena. Ahora no camino desnudo -porque he vuelto a vivir con mis padres después de 27 años (Salí de casa a los 17)- y aquellos que me consienten entran en una bolsa. Me toco entonces consentirlos a ellos... ¿A quiénes traería de paseo? ¿Y por qué? Me tome la tarea con bastante seriedad. Me dediqué un par de meses a ordenar la biblioteca. Primero fue una forma de despedirme de todos. De releer algunas páginas. De decidir regalar algunos otros.
Algunos libros fueron rápidamente a algunas cajas que había que esconder. Libros que tal vez no tenía sentido traer. Pero libros que me gustaría conservar para un futuro aquí o allá. Estas cajas estan conformadas por mi pequeña colección de facsímiles de manuscritos medievales. Libros costosos, pesados y que eran mi colirio en los domingos en que me sentaba como un rey a beber café recien tostado y molido por mis propias manos, comer queso brie y distraer la mirada entre el mar de mi ventana y estos libros.
En una célebre entrevista Mario Vargas Llosa le preguntaba a Borges sobre qué libros se llevaría a una isla desierta. Borges respondió, entre varios títulos, que un volumen de una vieja enciclopedia y la Biblia. A hacer este ejercicio curiosamente me detuve en playas cercanas. No me pude resistir al tener que escojer entre pocos libros a incluir algunos diccionarios.
Uno de ellos es el Diccionario de mitología griega y romana de Pierre Grimal. Este, uno de los primeros libros que compré cuando inicié mi carrera de Letras es uno de esos que no me canso de leer y curiosear. Muy a pesar del internet. En el mismo grupo de los diccionarios incluí el Diccionario filosófico de André Compte-Sponville: Una obra que siempre me da base para iniciar alguna solitaria reflexión. Curiosamente no traje en físico ningún libro del pensador enemigo de Compte-Sponville: Michel Onfray. A Onfray le tengo igual gusto pero de él tengo unas cuantas cosas en forma electrónica.
Baste esa observación para señalar que hay libros en donde creo que la necesidad del contacto físico es imperiosa. Me parece que los libros que requieren una sostenida reflexión, la presencia del papel, del objeto, es muy necesaria. Creo que eso priva en el fondo de todas mis elecciones en esta oportunidad. Decía Umberto Eco que el libro es ese tipo de inventos que no dejará de ser lo que es: Podrá ser electrónico pero no dejará de ser lo que es. Yo, a pesar de la necesidad -no de las ventajas- sigo creyendo en el libro de papel.
Entre los libros que he escogido no podía faltar entonces Montaigne: Un pensador que me acompaña cada día. Y El libro rojo de C. G. Jung. En una entrevista en donde le hacían a Vargas Llosa la pregunta que él le hizo a Borges respondía que entre sus libros estaría el Finnegans Wake por ser una obra que no había podido entender. Eso me pasa un poco con El libro rojo: Es un libro que ejerce en mí una profunda atracción. Un libro que no entiendo pero que extrañamente disfruto mucho.
He incluído también algunos libros pensando en el trabajo. En un posible trabajo como profesor de literatura infantil o de didáctica de la literatura. Allí he escogido tres que considero imprescindibles: La Gramática de la fantasía de Rodari, Como una novela de Pennac y La literatura como exploración de Rosenblat. Son tres libros en los que está, a mi parecer, todo lo que un profesor de literatura debería masticar y digerir bien. Decía un personaje que he citado aquí varias veces, el padre Jesús Olza: "Ay del hombre de un solo libro". Yo no he entendido bien por qué lo decía. Si por bien o por mal. A veces creo que por bien. El podía pasarse un seminario comentando dos o tres libros. Con estos libros que citaba quiero apropiarme de esa frase del padre Olza: ¡Ay del profesor de literatura que se lea bien esos tres libros!
He dejado casi para el final a los dos autores que están en el tope de mis listas. Alejandra Pizarnik de mi lista de poetas. Y Ray Bradbury de mi lista de narradores. Ambos son autores con los que vibro en cada una de sus líneas."¿Es posible hallar más misterio que en la propia existencia?", dice Alejandra. Y Ray le responde: "Los marcianos estaban allí, en el canal, reflejados en el agua: Timothy y Michael y Robert y papá y mamá. Los marcianos les devolvieron una larga, larga mirada silenciosa desde el agua ondulada...".
Para el final dejé una Biblia. Casualmente el último libro que compré en Venezuela (aunque habría que decir desde Venezuela: Porque cada día es más difícil acceder a las novedades allá): El buen libro. Una biblia humanista de A. C. Grayling. Un libro más facil de leer que El libro rojo pero igual de desconcertante. Desconcertante especialmente porque... ¿Para qué necesita un libro que parece una biblia un lector que se siente ateo? Curiosa situación...
Se me ocurre retar a @cantantecumanes para que responda: ¿Qué libros te llevarías si decides emigrar?
Hello chretien!
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Gracias por compartir, @chretien. Leerte me ha puesto a pensar en cuáles me llevaría... Lo mas curioso es que voy haciendo una mezcla que se parece a la lista de reproducción con la que viajo, indescifrable mixtura para muchos, para mi, la vida misma. Abrazo!
Great! This is why we always need to move forward :)
Don't Let Yesterday Take Up Too Much Of Today.
Un libro es un buen acompañante para toda ocasión y sentimiento.
¡Genial post mi pana!
Pd: Comparto tu ¡Maduro coño e tu madre!
Ninguno de los mencionados he leído. Es un reto bastante tentador pues nos pone a pensar muy bien en esa lista de libros que tanto apreciamos por las huellas que nos dejan.
Como siempre tus escritos son una ventana a la reflexión y a la buena lectura. Gracias, @chretien.
Mucho gusto, @chretien.
Qué buena y hermosa descripción de la manera como escogiste a esos compañeros de viaje. Me he sentido muy identificada con tu escrito, sobretodo por lo que no dices: por la separación con aquellos que dejaste en el estante o, peor, en una caja sellada.
Si ya la sola experiencia de desechar libros a los que le faltan carátula o que por cualquier percance hayan perdido páginas es para mí un dilema...
Felicitaciones por tu escrito. que estés bien.
Tus mejores compañeros de viaje, saludos @chretien...
Cada vez que nos mudamos, nos damos cuenta de la cantidad de libros que tenemos; muchos leídos; otros por leer. Escoger los imprescindibles requiere de fuerza de voluntad. Es como escoger solo unos pocos hijos cuando se tienen muchos. Me encantó tu trabajo. Saludos.
Hola. Es la primera vez que reviso tu blog. Ni apenas me suena tu nombre de usuario. Llegué aquí por obligación de voto. VC, por ejemplo. Sin embargo, encontré en tu ritmo el pacer de leer los buenos escritos. Consigo que tu voz es grave, aunque no la he escuchado y tu vida, calma. Hoy estoy estudiando, en el país donde no se puede acceder a los libros, Castellano y Literatura. Y aun así no he reconocido más de tres referencias de tu escrito. Pero me ha gustado lo que leí. Suerte donde estés. Estaré pendiente de revisar tus posts. Saludos.