#DesahogoNecesario: La buena educación ante todo

No soy una persona fácil, aunque extrañamente para muchos parezca lo contrario. La gente con quien no cruzo palabra a veces piensa que soy una persona pesada, cerrada… incluso intimidante (eso me han dicho) pero la gente con quien tengo trato suele expresarse muy bien de mí, me tienen en un concepto que me halaga y pienso que hasta me sobrevaloran.

En una clase de un diplomado en docencia que tome hace algunos años se hizo un ejercicio que me resultó muy interesante, y me dejó pensando bastante. Se armaron grupos de 6 a 8 personas, nos pusieron en círculo, y nos pidieron que uno por uno expresáramos nuestra más honesta opinión de los otros. Para ser sincero, me sentí muy sorprendido por cómo se expresaron todos de mí, por momentos hasta sentía que hablaban de otra persona, en más de una ocasión estuve a punto de preguntar: ¿en serio estás hablando de mí? Los comentarios fueron muy halagadores, y parecidos, y fueron externados tanto por gente que conocía desde hace años como por personas que conocí apenas unos meses antes al iniciar el diplomado.

La mañana de hoy sucedió algo que una vez más confirmo mis conclusiones sobre el porque recibí tan buenos comentarios en ese ejercicio, y porque la gente que me conoce suele tenerme en buen concepto.

Poco después de las 8:30am recibí una llamada de mi madre, estaba con mi padre en camino a visitar a mi hermana menor, e hicieron una escala en una ferretería para comprar algunas cosas, y justo cuando estaba saliendo en reversa del cajón de estacionamiento al frente del establecimiento, un joven estacionó su auto bloqueándole el paso, mi padre ya no pudo frenar y le dio un pequeño golpe a este. Al vehículo de mis padres no le pasó absolutamente nada, ni siquiera un rayón en la pintura, pero al auto del joven se le hundió un poco la puerta derecha.

Al llegar al lugar y ver todo esto, me acerqué al joven para preguntarle con gesto serio pero sin levantar la voz si había llamado a su aseguradora, el chico de aproximadamente unos 20 años de edad, que según me platicaron mis padres estuvo altanero momentos antes con ellos, se mostró más sereno… eso de que puedo ser intimidante, jugó a mi favor en ese momento.

Llamé a nuestra asegurada, y poco más de media hora después los agentes de ambas aseguradoras llegaron al lugar, curiosamente con segundos de diferencia. Se procedió a los trámites de rigor, tomar fotos de los daños, ver que todos los papeles de ambos estuvieran en regla y al día y, entregar la póliza del seguro de los autos para que los agentes pudieran ponerse de acuerdo para resolver la situación, lo que por lo general es un mero trámite, pero aquí es donde todo comenzó a complicarse.

Resulta que por alguna extraña razón que aún tengo que averiguar este lunes próximo en las oficinas de la aseguradora, la póliza del auto de mis padres estaba cancelada, hecho que nunca se nos notificó y que al propio agente de la aseguradora le pareció extraño porque el documento que le presentamos estaba en orden y tenía como fecha de vencimiento el mes de Mayo del año en curso.

Ante esta situación el agente de la aseguradora nos pidió que contactáramos al agente que nos vendió la póliza para que resuelva la situación o de lo contrario él no podría apoyarnos, así que empezamos a marcarle pero no contestaba, después de varios intentos me acerqué al agente de la otra aseguradora, y al joven, para explicarles la situación. Les dije que les daba mis datos de contacto, mi identificación oficial o lo que hiciera falta, y que me dieran un tiempo para poder localizar a esta persona y resolver la situación. Les dije también que si no se resolvía esta, dado que no era su culpa el problema de nuestra póliza, yo cubriría los gastos.

El agente, me dijo en un tono indiferente e intentando amedrentarme, que tenía que resolver la situación en ese momento, y que si no le pagaba los daños llamaría a la autoridad, y que si estando presente la autoridad no se resolvía, nos iríamos todos los involucrados al juzgado y ambos autos serían retenidos mientras tanto.

Haciendo acopió de paciencia le pregunté: “¿y de cuánto estamos hablando?”, a lo que contestó que de 5 a 6mil pesos, unos 300 dólares, que en ese momento no tenía conmigo. La forma en que me contestó, y su actitud en general me enojaron sobremanera, y estaba a punto de contestarle cuando el otro agente me llamó, había logrado contactar al agente que me vendió el seguro, me di la vuelta para tomar el teléfono y hablar con él, y el agente de la aseguradora del chico me dice: “resuélvalo rápido que no tengo tiempo, y tengo otras cosas que hacer”, por lo que volteé, lo agarre del hombre y le dije: “yo espere a que llegues, ahora tú me esperas a mí, es parte de tu trabajo”, y me di la media vuelta.

El agente que me vendió el seguro quedó en que iba a averiguar que pasó y nos contactaba a la brevedad, ante la actitud del otro agente ya ni me acerqué a él para avisarle, y para mi sorpresa en menos de 5 minutos para una patrulla y se baja un oficial de policía y se acerca a él, para luego venir hacia nosotros, el infeliz… perdón, el agente, había llamado a la policía.

Le expliqué tranquilamente al oficial de policía la situación, para mi suerte siempre me ha ido bien con los policías, y esta vez no fue la excepción. El oficial nos comentó que tenía que hacer un reporte del hecho, que le entregáramos los documentos del auto, mi padre desconfió y me miró con cara de “no se los quiero dar, nos van a hacer un cuatro aquí”, pero le dije: “dáselos papá, solo está haciendo su trabajo”.

A final de cuentas se resolvió la situación, la aseguradora autorizó al agente que estaba con nosotros para hacer válida la póliza… respiramos aliviados y bromeamos un momento con el agente y con el oficial de policía mientras este nos entregaba unos documentos a llenar como parte de su reporte.

El oficial llama al joven para que también le firme unos documentos y en eso veo que el otro agente se estaba marchando, y le preguntó al joven: “¿todo bien?” y me contesta explicándome que el agente le dijo que la aseguradora no podía apoyarle, por lo que llamó a la empresa y que le iban a enviar al agente de otra aseguradora con quien trabajaba esta.

Me comenta que el de la aseguradora estaba muy apurado, que lo trató muy mal y que iba a decirle a sus jefes que ya no trabajaran con la aseguradora en cuestión. Al escuchar eso el oficial le dice que él ya tiene que retirarse, que el ya atendió a la llamada, que ya comprobó que el responsable, en este caso nosotros según el reglamento de tránsito, no se está negando a hacerse responsable y que si su aseguradora lo ha dejado solo él no puede hacer nada al respecto, que en todo caso tendría que poner una denuncia.

El joven le contesta que lo entiende, y que no hay problema, le da la mano al oficial en señal de agradecimiento y nos dice que ya está viniendo el agente de la otra aseguradora, que como en media hora llega. Para ese entonces teníamos ya dos horas en el sitio, y pensé para mis adentros “por dios cuando se va a acabar esto”.

En ese momento el de nuestra aseguradora le dice el joven que estaba bien, que esperaba al otro agente, pero que con él solo podía hacer un convenio, y que si la aseguradora no lo aceptaba, dadas las circunstancias el ya no podía hacer nada. El joven nos dice que el otro agente no le explico nada de eso, el fulano había dejado al chico a su suerte sin explicarle bien nada.

Nuestro agente le dice al joven que le puede dar un vale con uno de sus talleres y que le arreglan e auto sin problema, pero que si llega el otro agente y no acepta un convenio entre aseguradoras puede complicarse la cosa. El joven charla un rato con nuestro agente y al final, ante el riesgo de quedar en una peor situación, acepta. Le agradece al agente y a nosotros, y se despide dándonos la mano, y fin de la historia.

¿A que ha venido toda esta larga narración?, aparte de la necesidad de sacarla de mi sistema, por algo llamo a estos textos '#DesahogoNecesario', pues al hecho de como el respeto a los otros, el buen trato, la buena educación ante todo, pueden marcar la diferencia. A pesar de las circunstancias complejas de la situación, el único que no estuvo a la altura en ningún momento fue el agente de la otra aseguradora, quien aparte de no hacer su trabajo, y tratar de intimidarme, dejó en una situación desventajosa al chico, un joven inexperto, que si bien grosero y altanero al principio, al final mostró humildad, y en cierto modo se disculpó con nosotros y nos agradeció el apoyo que junto con el agente le dimos.

Ya para concluir y dejarles seguir con sus vidas, les digo que puedo ser intimidante, serio, hosco, pero nunca grosero. Le doy siempre a la gente el beneficio de la duda, y procuro tratarlas con la misma dignidad y respeto con la que me gustaría que todo mundo me trate, que todo mundo se trate el uno al otro. Por eso la gente se expresa bien de mí, no es porque sea una mejor persona que los demás, tengo los mismos o más defectos que los otros, pero de manera empírica he descubierto, y aprendido, que tratar a la gente como eso, como gente, es muy importante, mucho más de lo que a veces pensamos.

Moraleja: Dejemos de mirar por encima del hombro a los demás, dejemos de abusar del mucho o poco poder que tenemos, dejemos de prejuzgar a los otros, pongamos la buena educación ante todo, y les garantizo que tendremos un mundo mejor.