Las redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram consumen hoy en día la mayor parte de nuestro tiempo, sin darnos cuenta que nos hace realmente estúpidos, muy parecido a una droga.Podrías estarte preguntando: ¿Estúpidos? ¡Sí!, definitivamente las redes sociales está haciendonos más estupidos, pero no sólo más estupida sino también controlada.

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Las redes sociales facilitan la creación y el intercambio de información, ideas y otras formas de expresión a través de comunidades y redes virtuales. Hoy en día las redes sociales parecen ser una plataforma basada sólo en el entretenimiento y que sólo se utiliza para pasar nuestro tiempo libre haciendo algo sin valor. Haciéndose cada vez más difícil hablar de algo importante o controvertido sin que cada emisión de una opinión sea caricaturizada inmediatamente por oportunistas escandalosos o trolls.

Según un estudio publicado en el Journal of the Royal Society Interface, los científicos han descubierto que si bien la conectividad masiva a través de las redes sociales e Internet nos hace parecer más inteligentes, de hecho, nos está haciendo más estúpidos.

No se trata de pasar el tiempo haciendo algo improductivo como ver un vídeo o jugar a un juego que sólo representa realmente el tiempo que se podría haber invertido, digamos, leyendo un libro y aprendiendo algo. Sin embargo, el mayor problema parece ser la tendencia humana a copiar a otros.

Copiar a otras personas llevó a la humanidad a ser más adaptable, nos ayudó a adquirir información rápidamente. Pero deberíamos tener cuidado con lo que realmente estamos copiando.

De acuerdo con los resultados del estudio, es posible que las redes sociales no nos estén haciendo más inteligente. De hecho, puede estar haciéndonos más tontos al proporcionarnos respuestas e ideas sin requerir ningún proceso de pensamiento o reflexión, de modo que nuestras capacidades analíticas están siendo consumidas como un músculo sin usar.

Los investigadores afirmaron:

Las redes sociales puede muy bien disminuir la frecuencia del razonamiento analítico haciendo fácil y accesible que la gente alcance la respuesta analítica sin comprometer el procesamiento analítico." A largo plazo, advierten, "el aumento de la conectividad puede finalmente hacernos estúpidos haciéndonos más inteligentes primero.

Estas plataformas estaban destinadas a conectar a personas de todo el mundo de una manera más fácil, difundir información, entre otros. Todas esas cosas parecen y se sienten más fáciles de hacer con las redes sociales, pero no nos hemos dado cuenta de lo extremadamente dependiente que es nuestra sociedad de los medios de comunicación social.

Facebook fue promovido originalmente como adicción a la universidad. Hoy en día, algunos investigadores dicen que la adicción a Facebook se ha convertido en una realidad. Además, como Facebook es sólo una de las muchas redes sociales, el término adicción a las redes sociales parecería ser más apropiado.

Se ha argumentado de manera convincente que el uso excesivo de las redes sociales conduce a síntomas asociados con la adicción. Esto incluye preocuparse por estos sitios de forma irracional, usarlos para cambiar el estado de ánimo, necesitar usarlos cada vez más y más para obtener los efectos reconfortantes y no poder abstenerse cuando se dejan de usar. Esto está muy relacionado con la dopamina, según algunos investigadores:

La dopamina se genera cada vez que alguien le gusta o comenta sobre una foto o un post, y eso resulta con que las personas se involucren más y más en la plataforma.

Una encuesta publicada por la revista Times se afirma que la obsesión con redes sociales como Instagram está correlacionada con niveles más altos de infelicidad. La gente está tan obsesionada con tratar de parecerse a la gente en línea que su propia felicidad está disminuyendo y la lucha por parecerse a sus cuentas favoritas en Instagram está golpeando rápidamente la confianza de la gente en sí misma.

Nuestra inteligencia, orientación sexual, gustos -y mucho más- pueden ser calculados a partir de nuestros likes de Facebook. Las máquinas, que utilizan datos, son mejores jueces de nuestra personalidad y saben aún más de nosotros que nuestros amigos y familiares. Pronto, la inteligencia artificial, utilizando los datos de nuestras redes sociales, sabrá aún más. Redes como Facebook, Instagram y Twitter se dedican a captar y vender nuestra atención. Esto ha tenido un costo, tanto personal como político del cual nadie hace mención o siquiera esta consiente.

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¿Qué tan libres somos hoy?

Si Facebook fuera una nación, sería el país con la mayor población del mundo y el gobierno que sabe más sobre sus propios ciudadanos. Facebook registra todo lo que has publicado en la plataforma y también lo que has eliminado. Si eso no fuese suficiente Facebook es dueño de Whatsapp, por lo que tienen el registro de tu historial de llamadas, de todos los mensajes que has enviado, y a quién.

Tanto el Brave New World como 1984 de George Orwell previeron un futuro distópico en el que los individuos fueron despojados de su libertad, pero diferían en que: Orwell vio una oligarquía al estilo soviético que ocultaba la verdad y la tiranía de la policía. Huxley, por lo contrario, imaginó que a nadie le importaría la verdad y que las elegirían dejar que el entretenimiento definiera sus acciones, así como las redes sociales de hoy en día.

Cuando Huxley retomó este tema en un libro de no ficcticio 30 años más tarde, observó que el mundo se parecía a la fantasía que había imaginado, diciendo que cualquiera que se opusiera a la tiranía "no tenía en cuenta el apetito casi infinito del hombre por las distracciones". Todo esto fue antes de que Internet y los dispositivos móviles pusieran las redes sociales en manos de todos.

Los mundos de Instagram y de Facebook son tan similares al mundo distópico de la droga-inducida SOMA. La gente pasa muchas horas en las redes sociales todos los días y su exaltación de la autoexpresión se ve reforzada por la retroalimentación de amigos y extraños. Los aspectos más insignificantes de la vida de todos son tan significativos como iguales. Estamos conectados, y nunca estamos solos.

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Mientras tanto, el mundo real está cambiando más allá de nuestra capacidad de percibirlo directamente. La campaña de las redes sociales nos vende la idea de que pasar más tiempo en línea nos conectará con la realidad de una manera directa y sin filtros que nunca antes había sido posible. Esta es una de las mayores mentiras de la posverdad.

Nos conecta a un mundo virtual, donde el contenido es compartido. Una selfie es sólo una imagen en una pieza de hardware; no es algo que otras personas puedan experimentar hasta que suben a una plataforma donde existen otras imágenes. El video de una protesta política no es diferente del video de un gato mudo ya que todo está contenido en un espacio virtual compartido.

Esta virtualidad (literalmente "algo que es, pero no es") es infinitamente poderosa. Podemos decir lo que queramos y ver y oír lo que elijamos. Todo lo que tiene sentido se define por lo que decidimos individualmente, ignorando cualquier otra cosa; de hecho, nuestra exposición al contenido está técnicamente separada del contexto de dónde, cómo y por quién se carga, por lo que nuestras experiencias no se definen por la realidad, sino por lo que nosotros y otros decidimos que es real.

Estamos demasiado ocupados con nuestras versiones imaginadas para preocuparnos de estas cosas. Un mundo Feliz.