Mamá ayuda a papá a hacer la maleta. Yo estoy triste, muy triste, no quiero que mi papá se vaya. En mi cabeza solo pienso en lo tanto que lo voy a extrañar. Me pregunto: ¿Quién me ayudará con la tarea de matemáticas?, ¿Quién me enseñará de magias? Yo los veo desde el rincón, sentada en el sillón de la habitación, con los ojos llenos de lágrimas y muda. Ellos me dicen que será por poco tiempo, que mi papá se va a otro país a trabajar para mandar dinero y poder comprar la comida cara que están vendiendo en el supermercado.

Papá se fue.

Esperé ansiosa la llamada que me prometió. Esta tarde sonó el celular de mi mamá y yo corrí sabiendo que era él. ¡Sí, mi papá estaba llamando! Nos contó del viaje, de todo lo que tuvo que hacer hasta llegar a su destino. Nos contó que en el camino encontró gente muy buena, muy amable y generosa. Nos contó que al día siguiente empezaba a trabajar con unos señores que se ofrecieron a ayudarlo como hacían con todos los que llegaban de este país.

En las noches pienso mucho en mi papá, me lo imagino trabajando muy duro, llenando un tesoro para nosotras… Mi papá nos cuenta que el lugar donde trabaja es muy agradable, que le pagan muy bien. Que nos mandará tanto que alcanzará para que mi mami me compre un helado.

Por fin, el tesoro llegó a la casa. ¡Mi mamá y yo salimos de compras! Estoy un poquito contenta, pero el sabor del helado no es igual, me hace falta mi papá...