Al verla, la asociamos de inmediato con “gestación”.

Apreciamos la construcción del bastidor, la precisa tensión del lienzo y el tratamiento adecuado de la técnica del acrílico. Este cuidado de los detalles obviamente nos dice que su objetivo es conservar la obra en el tiempo y ofrecer un producto de calidad.

El fondo fue resuelto con un contraste entre tonalidades de colores fríos y cálidos. La monocromía cálida estabiliza la horizontalidad de la composición.
La ausencia de horizonte y línea de tierra crea un espacio inmensurable, donde las formas levitan ingrávidas, en un frenesí (fecundación lúdica), produciendo un ritmo dinámico y envolvente.
El gesto, característico del action painting (abstracto), produce en el espectador la sensación de energía, espontaneidad y automatismo.
Las formas, cual signos crípticos invaden el espacio y desde esa atmósfera (holográfica) busca evadir el horror vacui.

Puedo imaginar al pintor haciendo un viaje hacia su interior, cuyo propósito grandioso es la fecundación. Acaso, se produce en esos instantes la primera proclama de la independencia del hombre, tal vez el primer encuentro olímpico o el primer juego de guerra.
El hombre, hacia su contínuum, busca siempre la posibilidad de bajar un ser a la tierra. Y quiero pensar en la imagen de un ángel hombre.

Estimado @franciscomarval, gracias por dejarnos expresar nuestra opinión. Esperamos sirva para producir un acercamiento conceptual y personal con tu obra. Quiero dejar para ti y los lectores al poeta húngaro, Sándor Márai (1900-89).