La carta que no envié| Parte II

Al instituto no quería regresar, no pretendía ir a cruzarme al asesino en un pasillo. El asesino es el apodo que usaba en ese tiempo para catalogar a mi ex pareja, él había atentado contra mi vida, él me contagió una enfermedad sabiendo su estado serológico.

Y por si surge alguna duda: ¡Nunca lo volví a ver! tampoco le guardo rencor. Aprendí después de tanto la importancia del tiempo como estar el resto de mis días odiando a alguien.

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Solo no era yo la persona adecuada que podía darle ánimo y brindarle contención, al menos no en esas condiciones.

SEMANAS DESPUÉS

Pese a en un principio percibir como si estaba yendo encaminado por un callejón oscuro y sin salida, el destino empezó a empujarme hacia el sentido contrario, a traer consigo de vuelta a personas valiosas ausentadas por diversas causas, una de ellas es Gala .

Gala mi amiga desde la primaria, el motivo de nuestra unión fue ser las víctimas del bullying en el salón de clases. Teníamos unos cuantos meses sin hablar, en vista de que ella había iniciado una nueva relación sentimental y me había marginado al rinconcito más maltratado de su corazón.

Sin ningún aviso de por medio, una tarde Gala se presento a mi casa:

• Me tomé el atrevimiento de venir, te escribí al WhatsApp hace días y no lo revisaste. ¿Esta todo bien contigo? -me pregunto-

• ¿Por qué debería haber algo malo? -le respondí-

• Porque te conozco bien, sé que cuando desapareces es porque algo malo te pasa. ¡No cometas ninguna locura, por favor! -me dijo con un tono de voz cortado y nervioso-

• Tengo VIH -le dije-

• Deja de joder, en esta vida hay solución para todo. Al menos de eso no te vas a morir. -argumento, segundos más tarde después de asimilarlo-

• No he hecho mayor cosa por solventar, no lo sabe nadie. -le aclare-

Se paró del costado de mi cama donde estaba, bajo las escaleras y se marchó corriendo sin decir palabras.

A la hora estaba de regreso con un folleto de una organización sin fines de lucro.

• Llama un taxi, ¡vamos a esta asociación civil! Mi tío materno ha vivido 14 años tratándose adecuadamente, si te tiras al abandono vas a morir -me explicaba-

Le prometí ir al día siguiente a punto de llorar afligidamente :

• Vayamos a la mañana, mi mente requiere prepararse psicológicamente. Estoy shockeado aún. Entiéndeme.
• Te entiendo pero al menos accede a dejarme dormir esta noche acá contigo. No quiero dejarte solo esta noche -me suplico-

Amaneció, tenía como obligación actuar lo más rápido posible por ende apenas abrí los ojos salté a ducharme, mientras me vestía los nervios me atacaron, demoré algunos minutos abrochando la camisa.

Fuente

Al llegar al lugar sufría con cada paso que dábamos en dirección a la sala de atención, sentía que el zapato se iba a salir en cualquier momento y las piernas me temblaban. Gala inhalo y tocó la puerta a la cuenta de tres.
En esa sala dos chicas simpáticas se encargaron en asesorarme. Estaba completamente a gusto, el profesionalismo de ambas inspiraba confianza.

Entre las indicaciones que surgieron:

• Realizarme unos exámenes específicos para constatar el progreso del virus en el sistema inmunológico.
• Visitar a un médico especialista para construir definir el tratamiento adecuado a mi caso.
• Asistir a un ente ligado al Ministerio de Salud con la receta médica firmada por el especialista para la provisión de medicamentos.
• Buscar con urgencia ayuda psicológica profesional.

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La última sugerencia nos posibilitó el poder coincidir por primera vez, ese día lucias perfecto con tu camisa gris y pantalones ajustados negros esperando impaciente en la sala de espera.