El extraño Círculo de Stonehenge; una enorme Pirámide Maya, los Obeliscos de Egipto; son gigantescos monumentos de roca que ocultan un código antiguo y misterioso, unidos por la gran historia del sol.

A lo largo del mundo antiguo, se erigieron enormes monumentos alineados perfectamente para que, en el lugar y momento correctos, la gente puediese contemplar a un Dios –Ra, Kinich Ahau, Inti, Tonatiuh o Tonatiuh Teotl, Xué, Amateratsu, Jāņi, Malakbel, Kren; Magec, Alcorac o Abora-; el Sol.

En los escritos de la historia encontramos que el culto al sol es una antigua superstición, pero tras investigaciones y argumentaciones, develaremos juntos, ¿qué de cierto hay del mito de que el Sol es el creador, el amo de la realidad y del tiempo?

La manera en que vemos el tiempo, está relacionada con el hecho de haber nacido en este planeta, con este sol, con el ciclo de rotación y traslación. Y es tan crucial para nuestros cuerpos, cerebros y nuestra organización social que no podemos imaginar ¿cómo sería la vida sin el sol?

Los antiguos monumentos, no solo son bellos, fueron los primeros calendarios. Para entender esto tenemos que retroceder en la historia.

Científicamente se ha observado que, en la evolución de las células más primitivas, se reconoció este cambio como algo tan significativo para todas las actividades que las células deberían emprender, que estaba codificado incluso desde el inicio de la actividad celular dentro del mismo ADN de la célula.

El cuerpo humano tiene billones de células, así que hay billones de relojes individuales, y un reloj maestro que los controla a todos. Una pequeña estructura en el cerebro, que controla el sistema de ritmo coordinado; el ritmo circadiano, trabaja independientemente de nuestros pensamientos y puede funcionar fuera del tiempo.

La visión que nos proporciona la historia, revela un patrón profundo, tal como las civilizaciones construyeron mega estructuras para seguir el movimiento del sol, y conocer las mejores épocas para plantar y cosechar; las micro estructuras del cuerpo hacen lo mismo desde adentro, diciéndonos cuando trabajar, comer y dormir.

Los ritmos circadianos, sincronizan nuestros cuerpos con la hora del día, acelerando nuestro metabolismo antes de amanecer para darnos energía y preparándonos para dormir en la noche, al bajar la presión arterial y reduciendo la actividad en el cerebro.

El sistema tiene tal control sobre nosotros que funciona aun cuando no estemos expuestos a la luz del sol. Esta afirmación se ha corroborado, con la actividad de los mineros que permanecen semanas bajo tierra, se despiertan y duermen en un ciclo de veinticuatro horas.

Desde nuestras células a nuestros cuerpos, y civilizaciones, el sol determina como percibimos el tiempo; pero la historia revela que el sol también define lo que creemos real, y lo que estas en el reino de las sombras más allá del reino de nuestra percepción.

La historia nos brinda una nueva forma de ver el mundo, también revela que las civilizaciones florecen de la misma forma que lo hacen nuestras células; sincronizándose con el sol; el guardián del tiempo en el centro de nuestro sistema solar.

Venus está tan cerca del sol y rota tan lentamente que su día es más largo que su año. Júpiter, rota tan rápido que su día dura menos de diez horas. Más allá de nuestro Sistema Solar, hay mundos que no rotan; un lado está permanentemente bajo la luz del sol mientras que el otro permanece en total oscuridad.

Nuestros ojos están diseñados para hacer una cosa; darle sentido a la luz del sol. La luz que vemos, es menos de la mitad de lo que el sol irradia. Todo es parte de un espectro hecho de diferentes longitudes de ondas de luz, los humanos sólo vemos la luz en la mitad del espectro; nuestros ojos no pueden percibir las longitudes de luz que son muy largas o muy cortas -las infrarrojas y las ultravioletas es un mundo invisible para nosotros, pero no para todos los animales-.

Todo empezó con nuestros primeros ancestros, primates que vivian en árboles donde la capacidad de ver el rojo era una ventaja, ya que les permitía encontrar frutos con colores vistosos sobre fondo de follaje verde. Los humanos, heredamos esa visión diurna a todo color y eso nos dio una enorme ventaja; los humanos estamos muy bien adaptados para las actividades diurnas, y eso hizo que pudiéramos ser cazadores exitosos, y a la larga, regular todas nuestras actividades al sol, al ciclo regular del día y la luz.

Pero siempre hay compensaciones en la evolución. La visión a color es buena para encontrar comida a la luz del sol; pero los ojos que ven bien el color, no ven bien durante la noche. Las células que detectan colores en nuestros ojos se apagan y cambia la percepción de nuestra realidad, a tenues tonos de gris. Nuestras células de visión nocturna son cien veces más sensibles a la luz, pero son más sencillas que las que perciben el color. La visión que tenemos en la oscuridad es mucho menos nítida, es más misteriosa, no vemos un gran espectro de colores ni nada con nitidez. Esto convierte a la noche en un mundo de misterio y peligro donde un depredador digno puede convertirse en la presa de una criatura que evolucionó para ver en el mundo de las sombras.

La lucha entre el bien y el mal conecta a las religiones de la humanidad con los secretos del sol, pero hay un vínculo aun mayor entre el sol y nuestras creencias y está oculto dentro del momento mismo de la creación.

Mientras la historia tradicional nos cuenta que muchas civilizaciones antiguas creían que el sol era un dios, conectaremos a esas antiguas religiones con el nacimiento del sistema solar. Este era nuestro vecindario cósmico, hace cinco mil millones de años atrás, una época anterior al sol. Si vamos a la época anterior a la existencia del sol, lo que vemos es una especie de gran nube de gas y polvo como de un año luz de largo que contenía la masa total del sol. Una antigua estrella explota cerca, desata una onda de choque que atraviesa la nube de gas y la pone a girar. Empezó a colapsar por su propio peso, y giró cada vez más rápido mientras colapsaba.

La gravedad reúne una densa masa de escombras en el centro, el resto de la nube se aplana a su alrededor. Entonces era un gran disco giratorio, y luego en ese disco el sol se compactó por la gravedad, alcanzó unos increíbles diez millones de grados centígrados y se encendió –hágase la luz-. El sol nace, y en su despertar aparece algo más. El sol devoró el 99% de materia en la nube de gas, pero una parte de él se quedó rotando en este plano y se convirtió en los planetas.

La tierra nació en el disco giratorio y nunca para de girar tanto sobre su eje como en su órbita alrededor del sol. Y son esos giros los que están codificados en todo, desde las civilizaciones hasta en las células. Estos dos giros principales que afectan la vida en la tierra, la gran órbita anual de nuestro planeta alrededor del sol y el ciclo de rotación de veinticuatro horas, están relacionados con la evolución de las especies. La forma en que percibimos el tiempo en un año y en un día. Nuestro entendimiento de la fuerza de la luz y la oscuridad que han influenciado la psicología, la filosofía, la religión y otras cosas; en consecuencia, esas fuerzas iniciales creadas por ese gigantesco disco giratorio que se fusionó con un sol, están por lo tanto relacionadas con nuestra realidad diaria.

Pero la historia del sol es solo el comienzo, hay todo un rompecabezas escondido en la historia. Cada episodio revela una pista, cosas corrientes como el agua, la plata y la sal; tienen la clave. Véanlos todos y verán revelarse el misterio. La gran historia del tiempo, del espacio; nuestra gran historia. Continuará...