2300, Meses Antes

Ha viajado a través de la galaxia, por más tiempo del que ha existido nuestro sistema solar, nació en un sistema estelar que dejo de existir tras el colapso de su estrella principal, un evento tan devastador que lo impulso a una velocidad descomunal, en su viaje desde las inmediaciones del centro galáctico hasta el Brazo de Orión, nunca se había aproximado a otro sistema estelar, pero, ha llegado el momento de acabar su interminable viaje.

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La fila de los alimentos llevaba ya cinco horas sin avanzar, los oficiales de seguridad del GNU, no daban ningún tipo de información, Simón recargo su hombro en la pared, para aliviar un poco el peso de sus pies, ya llevaba ocho horas en la fila y aun estaba a unos quinientos metros del centro de distribución de alimentos. Según habían dicho algunas de las personas que habían pasado por ahí unas horas antes, ya no había más comida para vender, estaban haciendo la fila a esperas de que reabastecieran el centro.

Escucho un zumbido y sintió la vibración de su teléfono en el bolsillo, vio la pantalla del aparato, la fotografía de su esposa aparecía en ella, junto a la señal de mensaje recibido, - “No llegaron los medicamentos de Lucia, dijeron que pasara mañana” -, pudo leer en la pantalla. Decidió sentarse en el suelo como ya habían hecho la mayor parte de las personas de la fila.

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El 15 de marzo, en las casi abandonadas instalaciones del VLT, en el cerro Paranal, en el desierto de Atacama, en una de las ya escasas noches de observación en que podía ser usado, debido a los constantes recortes de presupuesto y a lo desactualizado y deteriorado de los equipos, Julieta Sepúlveda una estudiante de la licenciatura en astronomía de la Universidad Andrés Bello, mientras observaba en dirección a centro galáctico, pudo notar un extraño objeto que no debería estar ahí, después de reportarlo, esperando que fuera confirmado por algún otro operador de guardia, al no recibir respuesta, tomó nota del evento y continuó con sus asuntos, lamentablemente no se volvió prestar atención a aquel cuerpo, por lo que no se supo más de él hasta el 8 de septiembre.

Desde que los programas espaciales fueron abandonados y sólo las empresas privadas se encargaban de la astronáutica y su interés eran sólo aquellos proyectos que fuesen rentables, como el turismo y las comunicaciones, los telescopios espaciales habían sido abandonados, el, una vez exitoso, Telescopio Roger Penrose, el más grande y avanzado jamás construido, era hoy sólo un enorme despojo espacial, averiado y abandonado desde hace más de quince años.

El interés por la exploración astronómica también había desaparecido, años de observar el universo y maravillarse por su bastedad y belleza, no había servido para evitar que los gobiernos y las iniciativas privadas empezaran a retirar el apoyo financiero, a los diferentes programas e instalaciones que se ocupaban de ello, la necesidad de soluciones a los problemas que aquejaban al mundo, mediante la tecnología, privó sobre el deseo de satisfacer una curiosidad que, en la mayoría de los casos, conducía a más preguntas que respuestas.

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Tras sorber lo que quedaba en su vaso de soda, Makoto se detuvo frente a la calle y saco del bolsillo la interfaz generadora de Ether, la activó usando su código personal, la interfaz, tras sincronizarse con los femtobots que circulaban por su organismo y confirmar su identidad, inició el programa de generación; seleccionó el menú de vehículos y de una larga lista de opciones, escogió un pequeño coche monoplaza de tres ruedas, con aspecto de huevo.

-Por favor, proyecte el cubo en el espacio donde desea generar su pedido y presione aceptar-, dijo una voz femenina que salió del aparato, Makoto apunto el haz de luz que emanó del aparato, éste proyectó un cubo de luz verde en el espacio de la calle frente a él, luego de tocar la pantalla del dispositivo; frente a él, empezó a construirse de la nada el pequeño coche, de afuera hasta adentro, al cabo de unos cuarenta segundos, la sensual voz que surgía del aparato dijo: -Su pedido está listo, el cargo será descontado de su billetera. Gracias por usar Ether-.

Makoto dejó caer el vaso y subió al vehículo, que lo esperaba con la puerta abierta, se acomodó en el único asiento disponible, - a Akihabara por favor – dijo en voz alta, la puerta se cerró y el vehículo se incorporó al tráfico emitiendo un zumbido como el de un abejorro. Tras él, en el piso, el vaso empezó a desintegrarse, como si se estuviese evaporando.

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El tren había salido con retraso, este era el tercer y último trasbordo que tenia que hacer Simón para llegar a su casa, en cuestión de unos quince minutos estaría en la estación y aun debía caminar unos tres kilómetros para llegar, eran casi las veintitrés horas, con suerte para la media noche estaría en casa, en su mano colgaba la bolsa con los alimentos que había podido conseguir, fue afortunado, consiguió algo de carne, huevos, harina y leche, hasta se había podido dar el gusto de comprar una bolsita de yerba mate, mañana se ocuparía de buscar algunas frutas y vegetales en el mercado de agricultores. Ocupaba dos días de la semana en comprar los alimentos, los restantes cinco, los podía dedicar a su trabajo, lo mismo hacia su esposa, pero ella se ocupaba de los medicamentos de su madre y las otras compras que podía hacer sin tener que desplazarse al centro de la ciudad.

Camino a la chabola se detuvo en la panadería, el dueño era su amigo y normalmente a esa hora aún se encontraba trabajando.

-¿Miguel, estas ahí?- gritó frente a la pesada reja que brindaba seguridad al negocio.

-¿Quién eres y que quieres?-, se escucho una lejana voz que gritaba desde atrás de la reja.

-Soy yo, Simón, tienes un poco de pan que me vendas- gritó.

-Espera- contesto Miguel

Se escucho un fuerte zumbido y la reja se abrió, -Entra por la puesta de atrás- se escuchó.

Simón entró y cerro la reja, tras asegurarse de que estuviese bien cerrada, paso frente a la fachada de la panadería y se dirigió a la puerta trasera, se podía sentir el calor de los hornos en las paredes laterales del local. En el umbral de la puerta encontró a Miguel, tenia en la mano una larga baguette envuelta en papel marrón.

-Hola hermano, ¿cómo estás?- dijo simón sonriente, a la vez que extendía la mano.

-Bien Simón, terminando de arreglar todo para mañana, sólo tengo esto listo, ¿te sirve uno o necesitas más?.- respondió Miguel a la vez que le daba una mano a Simón y le extendía el pan con la otra.

-Así estará bien, no creo tener dinero para más, además aun falta comprar las medicinas de mi mamá. Toma…- dijo mientras sacaba de su bolsillo el teléfono y lo activaba.

Simón seleccionó la aplicación de pago, se iluminó un código en la pantalla y se lo mostró a Miguel, quien le apunto con un pequeño escáner de bolsillo, el teléfono cambio del código a una pantalla verde con dos botones que indicaban las opciones "aceptar" y "cancelar", Simón pulsó "aceptar" y una luz de color verde iluminó el escáner que mantenía Miguel en su mano.

-Bien amigo, gracias por venderme a esta hora, me tengo que ir, vengo de estar dieciséis horas haciendo una fila por víveres- dijo Simón, extendiendo nuevamente la mano a Miguel.

Miguel le devolvió el saludo y lo vio doblar la esquina hacia la fachada de la panadería y la reja de seguridad.

Frente a la reja Simón gritó para pedir que le abriera y tras el mismo zumbido de antes, la reja se abrió, dejándolo salir y seguir camino a su casa. Llegaría poco después de la media noche, tenía veintitrés horas desde que había salido en busca de alimento. Míriam, su esposa lo recibió con la noticia de que había encontrado los medicamentos, poco después de enviarle el mensaje, su hija y madre ya dormían hace varias horas. Tras conversar una media hora con su esposa, ambos se fueron a la cama, debía levantarse cuatro horas más tarde para ir por las frutas y vegetales, al mercado de agricultores que estaba a una hora en tren.

Texto original de @amart29, Barcelona, Venezuela, octubre de 2018

1. 2300, Cronología (parte 1/2)
2. 2300, Cronología (parte 2/2)

Espero que este breve relato haya sido de su agrado, agradezco sus comentarios y opiniones.