Entiendo que la impotencia es el resultado de sentirte de brazos atados, de no poder hacer nada, de tener que mirar el toro desde la barrera y no poder torearlo, y es que los venezolanos ya parecemos gorriones enjaulados a la deriva de quien se apiade de nosotros y otros parecen prófugos de un país en el olvido y en la miseria.
¡Escapar es lo que queremos todos!, escapar a la locura, a la calamidad, a la desidia, a la indolencia e ineficiencia de quienes nos gobiernan, por decirlo decentemente.
Como no sentir el corazón partido, reventado, desangrado... si aquí no solo mueren los enfermos, las victimas del hampa y los hambrientos, aquí también está muriendo nuestra gente de pena, tristeza e impotencia.
Había cesado de escribir pues llegue a pensar que ya no valía la pena, que no sirve de nada, pero cuando sientes que dentro de ti patalea la desesperación, la angustia, la decepción, la frustración y la arrechera, pues no queda de otra que dejar escapar los sentimientos.
Hermanos, es increíble pensar que el lado oscuro, que el lado negativo, que la maldad, se haya salido con la suya. Es increíble aceptar que mi pueblo ya se acostumbró a mal vivir o a morir en vida. ¿Cómo pueden continuar como si nada estuviese pasando?
¿Dónde están los Venezolanos con alma de triunfadores y vencedores, los descendientes de libertadores? ¿Acaso ya se encuentran en el delirio de los últimos días?
Amigos aunque trato de vivir en paz conmigo misma y con él prójimo, aunque hago lo posible por mantener la fe y la esperanza, aunque trato que el optimismo acompañe mi plato de cada día, aun no saco mi bandera blanca de resignación y espero no tener que hacerlo nunca.
Antes quisiera que un milagro nos arrope, un gran líder nos rescate, un hombre recto y justo goce de su raciocinio y astucia para liberarnos nuevamente. Yo sí creo que me lo merezco, creo que merezco algo mejor, ¿no se ustedes?
Sé que están los que desprestigian al Venezolano y nos asocian con lo peor, pero pienso que en la viña del señor hay de todo, así como están los que a duras penas pudiese llamárseles venezolanos, también somos muchos los que valemos la pena, tenemos valores, trabajamos duro y estamos dispuestos a sacar nuestro país adelante, pero dentro de la igualdad, la verdad, la democracia, la libertad, el trato justo, y la multiplicidad de oportunidades.
Queremos trabajar para cubrir nuestras necesidades básicas, queremos que la tan conocida pirámide de Maslow no sea más, una estrella en el cielo que los venezolanos miramos desde lejos, queremos devuelta la seguridad alimentaria, de vivienda, salud, vestido, empleo... que nos ha sido arrebatada.
Queremos que nuestros trabajos nos permitan dignificar nuestras vidas. Aunque muchos no lo entiendan, un carnet de la patria no es la solución, pues lo que estas recibiendo es tu pase seguro a convertirte en un mendigo de la mal llamada revolución. A esperar un CLAP que a unos llega de vez en cuando pero a otros nunca llega, a esperar jornadas eventuales donde tendrás que calarte colas interminables para calmar tu hambre, pero que de seguro ni siquiera alcanzara para todos. A esperar un beneficio inconstante y fraudulento del gobierno. Porque no entienden que vivir de migajas no sirve.
Quienes viven en una relación de las migajas del amor que le dé el otro, son infelices toda una vida, pero por miedo nunca se separan. ¡Reaccionen en que lo mismo nos está pasando!
¿Creen que esos supuestos beneficios sociales nos van a resolver la vida de por vida? (valga la redundancia).
Compañeros yo quiero trabajar para comprarme lo que quiera, deseo un supermercado en el que pueda escoger lo que me guste. Quiero poder comprarle merienda a mis hijos y no sentir que se me arruga el corazón escuchando que quieren un helado, una galleta, un pedazo de pan o una fruta y no pueda comprársela. Y ni pensar en los que ya han tenido que restringir o eliminar alguna de las 3 comidas del día.
No es posible que se arrodillen y rindan pleitesía a quienes viven en el derroche, en la vanidad y en la abundancia, a quienes se bañan con nuestra riqueza, con la riqueza que nos robaron y aun así les rindan méritos y sean corderos de sus antojos. Es el momento de quitarse las VENDAS pero no de los ojos, sino las vendas del cuerpo. Basta ya de seguir siendo momias embobadas, trabajadas, dogmadas, condicionadas. Los invito a romper las cadenas y batir las alas por un vuelo libre. Quiero respirar un aire de prosperidad, ¡por favor! ya fue bastante el retroceso, vamos adelante, caminemos juntos.
POR TUS HIJOS Y POR LOS MIOS, NO LO IGNORES.