Iniciando una nueva tradición

Hace una semana tenía las palabras para escribir este post, pero no tenía el tiempo necesario. Había pedido el día viernes en la empresa para pasar las fiestas en otra ciudad (por esa razón estuve mas ocupado para dejar todas las actividades del proyecto en orden). Este año decidí alejarme de esas tradiciones que formé con un grupo de amigos, hacer comidas típicas de nuestro país y compartir durante todo el día. No sé si fue una decisión egoísta, pero necesitaba despejarme tanto del trabajo como de la ciudad, y tenía ese deseo de viajar para conocer otras cosas.

Casualmente me conseguí con una palabra que describía ese sentimiento que tenía y viene del alemán llamada "Fernweh", y la definición más cercana que conseguí fue: "pasión por viajar", y es que estoy de acuerdo con lo que comenta Alexander Von Humboldt porque habla de una atracción inexplicable a lo desconocido, la añoranza de los lugares lejanos y la melancolía por quedarte en casa.

Esa atracción que comenta Alexander fue lo que me llevó a comprar un boleto aéreo sin estudiar bien el destino, estaba en un momento en que necesitaba una pausa breve y sólo basto con dar un par de clic y con eso bloquear la agenda de esos días.

Los últimos tres (03) años he vivido en 2 países, cada uno con diferentes culturas distintas a las que estoy acostumbrado; pero a la vez interesantes. En esta etapa de mi vida puedo decir que he mejorado a nivel personal y he cumplido parte de las metas que me he trazado. (Me faltan varias)

El jueves anterior me encontraba de camino al aeropuerto, recordé aquellos momentos en los que me iba para mi casa en las fiestas. No siento tristeza, al contrario; recodé todos los momentos felices que compartí con mi familia y fui guardando porque me estaba preparando para este momento. Me da tranquilidad que sigan manteniendo las mismas costumbres y eso me dibuja siempre una sonrisa en el rostro.

Una vez que abordé mi vuelo me conseguí en un par de horas en una ciudad tranquila, llamada por sus habitantes como la capital del turismo espiritual. Recorrí sus calles y cada uno de los paisajes que encontraban a su alrededor.

Recorrí la ciudad en bicicleta y al enterarme que había una excursión nocturna para subir la montaña en la madrugada para ver el amanecer, no dudé en anotarme. El tiempo a la cima de la montaña era de 3 horas y 30 min con algunas pausas que se hicieron a lo largo del camino.

Una vez que estuvimos en la cima del cerro, fue una de las cosas maravillosas que viví en los días anteriores. El estar ahí esperando el amanecer y ver como se iba iluminando las montañas con el sol fue algo fantástico. Siempre me ha gustado el senderismo (no lo practico a menudo) porque las veces que he ido me he conseguido con personas interesantes porque en unas horas logras establecer una conexión con el grupo con el que estas, siempre con dando ánimos aquel que necesita un impulso para continuar y/o compartiendo de las reservas de comida y/o agua.