Caracterización de la ciencia (sin trasquiladuras ni sesgos)

in #spanish7 years ago (edited)

Constituye una impresionante paradoja que no pocas personalidades académicas de prestigio suelen, en sus libros, conferencias y entrevistas mediáticas, caracterizar un tema tan serio como la ciencia, desarrollando en ello, amputaciones significativas en las concepciones, y hasta sesgos más unidos al circunstancialismo del poder (campo ideológico) y a la especulación sin bridas (campo filosófico) que a la rigurosidad propia del tema.
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Aunque no debemos perder de vista que la verdad encarnada en el tejido textual propio de la ciencia, tiene un serio carácter históricamente provisional, es este tipo de conocimiento el más calificado en cuanto al apego a la realidad objetiva (naturaleza y sociedad); objeto este que da la pauta a los trabajos humanos de indagación. La provisionalidad de la cual estamos hablando no se parece a las modas de vestido, zapato o música popular; no. Es una provisionalidad cuyo obvio don de cambio aparece a punta de complejas labores y llevando consigo tiempos cognitivamente revolucionarios. Este planteamiento lo desarrolló finamente a finales del pasado siglo, el filósofo T. Kuhn.

Bien. La no afortunada tradición a la cual hemos hecho referencia al principio de este artículo, suele decir que la temática propia de la ciencia es la realidad (fenómenos naturales y relaciones sociales). Y es verdad. Es la realidad objetiva el objeto por excelencia de la ciencia, pero para ejecutar el trabajo investigativo de cara a esclarecer la realidad (venciendo los claroscuros que en ella habitan dinámicamente), se hace necesario asumir otros objetos. Uno de estos objetos cuya consideración se hace imprescindible para entender la realidad objetiva, es el pensamiento, el conocimiento. Es que para tomar el pulso al mundo de lo objetivo (la realidad) se hace ineludible tomar el pulso al mundo de lo abstracto (el pensamiento). Veamos el caso emblemático de la matemática… Es una ciencia que, en buena parte, estudia las reglas de juego conforme a las cuales la realidad objetiva se mueve. Este estudio lo hace a punta de un conocimiento constituido por un lenguaje; sí, por un lenguaje de abreviaturas. Veamos, así, que esta ciencia tan representativa como la matemática, asume lo real, pero también asume el pensamiento. Es más… nos estamos quedando cortos en el análisis. Asume el pensamiento ¡y el lenguaje como materia prima del pensamiento! La matemática entonces es un pensamiento que se hace plástico en un lenguaje (de abreviación). Todo esto, en plan de comprender no solo la realidad como es, sino como podría ser. (https://steemit.com/spanish/@alexandermoreno/virtualidad-se-relaciona-mas-con-goma-de-mascar-que-con-ordenadores)

Hace poco, en esta misma red social Steemit, nos ocupamos de este asunto de la estrecha relación que plantean con la realidad social (y también natural), tanto el factor pensamiento como el factor lenguaje. “¿Vemos la vida como la lengua lo permite?” se titula el artículo [2]. Tomando nuevamente la palabra que en la primera mitad del siglo XX nos dio virtuosamente el filósofo ruso Valentín Voloshinov, debemos ahorita subrayar la siguiente reflexión (bien curiosa, por cierto); a saber: si bien es la realidad una entidad objetiva-material y es el pensamiento una dimensión abstracta-energética, es entonces el lenguaje una instancia que lleva consigo tanto lo abstracto-energético del pensamiento (ideas, imaginación) como lo objetivo-material de la realidad (sonido, olor, tinta, movimiento gestual, iconografía informática en el monitor, movimiento comportamental, etc.). Por lo dicho, no solo la realidad objetiva interesa a la ciencia, sino el pensamiento y el lenguaje.

Vean ustedes, estimables lectores, que cuando recién nos referimos a la sociedad como componente de la realidad objetiva, hablamos de “relaciones sociales”; mas no de “ser humano”.

¿Acaso el ser humano no es del interés de la ciencia? ¡Claro que el ser humano es otro objeto del cual la ciencia se ocupa! Ah… dado que no existe un ser humano general, sino un ser humano concreto, específico, entonces la ciencia asume el asunto no a tenor de María Josefina en sí, de Juan en sí, de Luisa en sí o de Jonás en sí, sino a tenor de los factores objetivos que determinan la singularidad humana. Para ello, la ciencia desecha todo aquello que representa el crédito a lo inmaterial, asumiendo así categorías tan claras y factuales como: acto real de vida personal, uso del tiempo real de vida personal, motivación para ejecutar actos reales de vida personal, necesidad social de desarrollo de actos, capacidad de ejecución de actos, productos de aprendizaje en los actos, etc. En este camino de hacer ciencia de la personalidad humana, toman verosimilitud consejas (filosóficas) como “yo soy yo y mis circunstancias” (del español Ortega y Gasset, siglo XX) o como la expresada en la “VI Tesis sobre Feuerbach” (Bruselas, 1845) “la esencia de lo humano es el conjunto de las relaciones sociales”. El filósofo francés Lucien Sève (quien por fortuna, vive) ha venido coadyuvando significativamente en todo este trabajo.

Si vinculamos complejamente lo emocional con el proceso de conformación de la personalidad humana a tenor de la concatenación de actos (sobre todo los de raigambre social) y con los otros factores de competencia de la ciencia, se hace verosímil asumir entonces el asunto en referencia, como otro objeto.

Por todo lo dicho, a la ciencia interesa la realidad (naturaleza y relaciones sociales), el pensamiento, el lenguaje y la emocionalidad; así como también el proceso objetivo de conformación de la individualidad humana. El tratamiento que de todo ello hace, es ejecutado a punta de tres principios disciplinarios fundamentales: la comprobación, la validación lógica y la concreción-totalidad-síntesis.

La comprobación no es otra cosa que la confrontación de las ideas que van aflorando en el proceso accidentado de la investigación, con los hechos reales. La validez lógica es la asunción de un orden determinado de pensamiento, consagrado en la historia. Asunción que tiene que evidenciarse en la exposición final (y provisional) del azaroso trabajo investigativo. Es, pues, el abrazo a una lógica. El tercer principio disciplinario fundamental es, como recién dijimos, la concreción-totalidad-síntesis. Si bien la ciencia tiene que explicar la realidad y los otros objetos de estudio, en términos de lo específico, de lo determinado, de lo singular; también tiene que explicar los factores generales que determinan esas concreciones. Sólo así, en ese zigzag (de lo concreto a lo total, y al revés), el conocimiento que aflora de la investigación, halla síntesis; vale decir, halla cientificidad.

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Muy buen artículo, profesor. Supongo que es una de las reflexiones que plantea a sus alumnos. Yo cursé la carrera de Filosofía, disciplina sobre la que usted imparte clase.

Me agrada ver cómo profesionales de la filosofía elaboran un discurso articulado sobre la ciencia, sobre su alcance y sus límites, pero defendiendo su rol y valor en la evolución del conocimiento.

Digo esto porque son muchos los académicos de las humanidades que desprecian a la ciencia y rechazan todo diálogo con ella. La corriente postmodernista se apodera poco a poco de las universidades y con ello se pretende dar la misma autoridad a la ciencia que a la astrología. Incomprensible.

Espero leerle en futuras entradas sobre filosofía de la ciencia, pues he disfrutado mucho esta publicación.

Amigo y colega @sonsocrypto Valoro enormemente sus palabras. Son de las que refuerzan la lucha por la ideas a tenor de la gnoseología (filosofía del conocimiento). Percibo que seguiremos compartiendo muchas inquietudes académicas. Ah... ¿cuándo hace usted su presentación ante Steemit? Es necesario. Un abrazo.

Doctor, tema complejo pero muy interesante... gracias por compartirlo.

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