Virtualidad se relaciona más con goma de mascar que con ordenadores

in #spanish6 years ago (edited)

En anteriores oportunidades hemos traído a colación el desgarrador criterio que sostiene que en buena parte vemos las cosas no tanto como son en realidad, sino como las palabras y otros símbolos permiten verlas y someterlas al supremo trabajo de evaluarlas.

Probablemente esta manera de concebir la relación pensamiento-lenguaje-realidad exagere un tanto su factura relativista, pero… “Sin embargo se mueve”, como diría la conseja galileiana. Es decir, algo de cierto hay en el planteamiento referido (hecho, por cierto, a principios del pasado siglo por los lingüistas Sapir y Whorf). [1]

Viene al caso referirnos a la palabra: “virtual”. Resulta usual ver que alguien dice que hizo un curso virtual, y lo aprobó. Que Jacinta se comunicó ayer de manera virtual con José Venancio, su novio que vive en el exterior. Así por el estilo advertimos que el significante “virtualidad” es relacionado linealmente con el mundo de la informática. Decir “virtual” es, de acuerdo a esto, sinónimo de electrónico, digital, computacional.

Creemos que esta aciaga costumbrita tan generalizada en estos días de teléfonos “todopoderosos” y ordenadores “supremos”, lleva consigo un enfoque enemigo de la inteligencia. Es, así, un hábito que va en contravía a la razón.

Chicle

Fuente

La virtualidad es algo que va muchísimo más allá que el espectro informático. Claro lo incluye, pero jamás lo agota.

En rigor, virtualidad es la cualidad que el pensamiento posee, de desplazarse (imaginariamente, claro) de múltiples formas por el relieve de las probabilidades. Posibilidades de espacio, de tiempo y de circunstancias. Virtualidad es elasticidad en materia imaginativa; elasticidad en términos de posibilidad, de probabilidad. Virtualidad es un estado de la imaginación, de moverse por diversísimas manifestaciones sistémicas, a punta de juego de probabilidad.

Virtualidad es elasticidad. Virtualidad es el ascenso del pensamiento, a instancias imaginativas en las cuales el espectro de las probabilidades es amplísimo (hasta antojadizo). Es tan flexible como la goma de mascar, como el pudor de la prostituta o del funcionario corrupto.

Muñeco

Fuente

Desde el flanco de la cultura popular latinoamericana, quizá no haya ejemplos más gráficos de lo que significa este asunto, que las bellas e inteligentes letras de un par de canciones de oro (escritas y hechas famosas en el siglo XX)…

En “Amar y vivir” (de Consuelo Velázquez), se expresa: “No quiero arrepentirme después de lo que pudo haber sido y no fue; quiero gozar esta vida teniéndote cerca de mí hasta que muera”. En el propio título de la canción “Lo que un día fue no será”, ya J. M. Napoleón (su autor), expresa desgarradoramente la impronta de virtualidad que habita en ésa. Dice: “Déjame encender la luz, no quiero nada; si esto hubiera sido ayer lo tomaría. La primera vez te ofreces para que yo aquí me quede, pero sin amarte ya… ¡qué ganaría!”.

Por todo lo dicho, la diamantina categoría denominada virtualidad debe ser asumida en teoría y en práctica, a tenor de su riqueza. Debemos hacer todo lo posible de evitar no solamente que se connote como sinónimo de “digital”, sino que se caricaturice. Con el respeto que merece la profesión de payaso de circo, debemos evitar que el concepto en cuestión se lleve al ámbito de colocarle pelotitas rojas en la punta de la nariz y de vestirlo con extravagantes bragas de estrellas rojas, azules y blancas. Hablar, por ejemplo, de “realidad virtual” es un sketch de circo (en estado de decadencia). Si algo es real, es concreto; jamás virtual. Lo virtual es abstracto, pensado, imaginado, intuido. Hablar, pues, de esa infeliz expresión, es cosa de competencia de los psiquiatras y los psicólogos clínicos; mas no del mundo de la lógica (ni analítica, ni dialéctica).

Retomando lo del tal “curso virtual” y lo de la “conversación virtual de los novios Jacinta y José Venancio”, pues no cabe duda que estamos tratando un par de disparates. Si el curso se hizo en realidad, pues fue real, no virtual (aunque haya sido en línea). Si los enamorados se comunicaron (dulcemente o no), pues esta acción no fue virtual, sino real (aunque haya sido por vía electrónica).

No deseamos finalizar este artículo sin admitir que el título que lleva, por irreverente es un tanto desproporcionado. Bueno es expresar con toda la claridad del mundo, que hoy por hoy el ordenador es, después del cerebro humano, el instrumento más valioso para la labor intelectiva de hacer virtualidad. No hay duda que las computadoras son unos aliados de primera línea para hacer virtualidad. Tanto es así que ya, quienes nos dedicamos a la filosofía del conocimiento, comenzamos a admitir que probablemente haya quedado atrás la era en la cual la investigación científica prepondere la verificación de fenómenos acontecidos. Vislumbramos ahora que este trabajo indagatorio debe colocar sus ojos (¡ordenador en mano!), más bien en acontecimientos futuros… Sean éstos, reales o abstractos.

¡A dar permiso, pues, al cerebro, a que use creativamente la palabra “virtualidad” de manera tal que suelte los potros de su gigante poder de creatividad (jugando inteligentemente con las probabilidades)!

Sort:  

Muy pertinente el post que nos presenta el Dr. Moreno. Existe una gran confusión acerca de lo que significa virtualidad, más bien una confusión nueva, creada quizás por malas interpretaciones o malas intenciones de quienes en realidad manejan correctamente el término. Lo cierto es, que es un error que nadie manifiesta como tal, lo cual me parece tan interesante problematizar, por lo cual manifiesto mis felicitaciones al Dr. Moreno por poner el tema a discusión. Además de manera tan amena con esas dos bellas canciones. Viene a mi mente un tango que también nos muestra el significado de virtualidad, y del cual me gustaría que nos hable el Dr. Moreno, se trata del tango "Cambalache".

Agradecido, @analealsuarez. Me complace que usted haya justipreciado el cuño de profundidad que tiene la palabra "virtualidad". Al parecer, no pocos programadores de cursos en línea, carecen de la agudeza que usted manifiesta, y siguen con la miopía (y hasta con la ignorancia) de hablar de "cursos virtuales". En relación al tango "Cambalache", coincido con usted. Esta pieza musical constituye una pieza diamantina del género del tango. "Cambalache" encarna quizá la primera canción de protesta, en América Latina. Al maestro Santos Discépolo -su autor- le cabe este honor. Años '30. Este tanto prefigura cómo iba a ser el año 2000... Llenos de injusticias sociales... "Lo mismo un burro que un gran profesor"... Juega Discépolo con los años y con las tristezas que en ésos habitaban y habitan. Presiento que algún día nos ocuparemos, pues, de "Cambalache".

Doctor, acláreme una duda, es un error llamar Modelo virtual a una maqueta de un proyecto arquitectónico hecha en un programa computacional donde podemos ver los detalles de determinado elemento como son las sombras que éste puede arrojar y/o recibir, los tornillos, los colores y textura? osea, lo que comunmente llamamos "realidad virtual".

Gracias, "kiragna, por leer mi artículo y formular inquietudes. Ninguna virtualidad es real. Si hay virtualidad, pues con lo que se cuenta es con una imaginación de lo podría ser dadas tal o cual situaciones. Toda realidad es concreta; jamás es virtual. Una maqueta es una maqueta... Ah, puede llevar consigo una simbología de virtualidad, pero ella misma es una realidad (vale decir, una maqueta). Podemos hablar de "modelos de virtualidad" toda vez que la riqueza que encarna el pensamiento en tan enorme (e inagotable) que, como dice la canción de Ítalo Pizolante ("Motivos"), es posible "crear mundos nuevos en la fantasía". Pueden existir modelos para la creación de constructos pensamentales de virtualidad. Es más... podemos inventarlos ahora mismo.

Coin Marketplace

STEEM 0.30
TRX 0.12
JST 0.034
BTC 63815.31
ETH 3124.40
USDT 1.00
SBD 3.99