¡Dia 1! 2da parte. ''Somos Insurgentes'' Sobrevivientes en el año 2018.
¡Dia 1!-2da parte.
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8 de la mañana. El sol ondeaba la bandera de victoria. Abrí mis ojos lentamente, mientras mi mente hacia un intento por adivinar ¿Como acabaría todo?
Intentos fallidos por encontrar la paz. Treguas inconclusas, maltratos, humillaciones, esclavitud... Se encuentran entre las razones de este nuevo alzamiento. Todas las naciones convocadas a hacerle frente a este mal que nos agobia desde hace tanto tiempo.
Jamas me había sentido tan lleno de vida y esperanza. Amarre mis botas tome mi recipiente con agua y emprendí el viaje. ¿Como enfrentaríamos a semejantes criaturas? no tenia ni idea. El plan parecía sencillo. Concentraríamos a toda nuestra gente en un solo sitio para poder organizar bien el comienzo de esta nueva lucha. En mi nación todos iríamos a Ciudad Central. Viaje 3 horas hasta llegar. Al entrar a Ciudad Central, lo primero que note fueron las ruinas de aquel lugar que había sido un paraíso, un orgullo en el pecho de cada uno de nosotros.
El ambiente se encontraba denso. No paso mucho tiempo cuando ya toda la ciudad se encontraba hasta los cojones de de gente, un desorden total. Todos caminando como vacas al matadero. Me mezcle entre la multitud avanzando rápido para llegar al punto de concentración. Desde sus naves en el cielo nos observaban las bestias, que ya estaban alerta ante aquella situación inesperada. Aunque no nos superaban en numero, nos superaban en tamaño, defensa y ya habían dejado claro lo que su tecnología armamentista era capaz de hacer.
Civiles, viejos soldados y parte de la resistencia, todos mezclados en aquella incertidumbre. Todos preparándose para lo peor. Me encontraba solo, camine hasta una esquina donde repartían mascaras anti-gas, el gas era la mejor arma que tenían las bestias en nuestra contra. Tome una y avance. ¿De cual extraño lugar del universo habrían salido estas monstruosas criaturas sedientas de sangre?
Por mi mente pasaba un recuerdo de un viejo amigo, Marlon, quien había perdido una pierna en 2014, cuando un proyectil a quemarropa impacto en su rodilla, haciendo un carnaval con sus huesos, músculos y tendones. Deseaba que no me pasara lo mismo.
Nos pusimos en posición. La piel empezaba a picar, el gas hacia su trabajo. Nosotros avanzábamos, los tiradores disparaban una y otra vez, cada vez que impactaba una bala en el escudo éste se soltaba de nuestras manos, ya casi no se podía ver nada, aun teniendo la mascara los ojos lloraban la nariz moqueaba, lo que me hizo entrar en pánico estaba en medio de aquel lió y me asfixiaba. La arrechera de haberlo perdido todo, dominaba mi cuerpo.
En el cielo el combate hacia una sinfonía de horror, nuestros aviones caían como papel quemándose ante sus poderosas naves, las explosiones estremecían el suelo bajo mis pies. De nuestro lado las bajas ya eran notables y aunque los hacíamos retroceder sus corazas de metal se burlaban de nuestras pobres municiones. A metros de distancia podía ver sus horribles rostros con ojos grises, colmillos y una expresión demoníaca.
Mientras veía a través de la ventanilla del enorme escudo que ya se encontraba abollado, escuchaba las ordenes de quien imagino seria el líder, quien se me acerco y me dijo «¡Hey! al salir los tiradores, necesitaremos defensa, colócate en el otro extremo, donde ya no hay asfalto, lo mas rápido que puedas y resiste ¡carajo! ¡QUE HOY ES EL DÍA!» Nos preparamos para el asalto, los seguros de las armas sonaban casi al unisono, los cócteles en llamas, y los GAC abrazaban sus escudos como si fueran sus esposas. Lo que me hizo recordar a mi prometida y a mi madre, a quienes había dejado en los calabozos, que una vez fueron nuestros hogares.
«¡VAAAMOOS!» Fue lo que escuche segundos después y seguido a eso lanzamos un largo grito de guerra para darnos animo mientras esquivábamos las municiones enemigas, recuerdo como aun en medio del escándalo se escuchaba el brillante sonido de los casquillos chocando con el suelo. Me dirigí al otro extremo de la calle y coloque firme mi escudo, dos tiradores me seguían uno disparaba un rifle mientras el otro cargaba el suyo, al terminarse las balas simplemente se pasaban el rifle cargado para no perder ni un segundo. Al avanzar vimos como llegaban las fuerzas especiales de las bestias, en unos vehículos tan veloces, que literalmente volaban sobre el pavimento. El estruendo de los motores de sus maquinas le arruinan el pulso a cualquiera. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que estábamos justo en el centro de una emboscada, solamente hizo falta ver la sombra de dos de sus naves dibujadas sutilmente en el piso. «¡MIERDAA CORRAAAAN! Solté el escudo, subí la mirada y me quede perplejo viendo en cámara lenta como descendía la lluvia de gas y balas sobre nosotros. La mirada fija, con un aura de oscuridad y muerte. Nos miraban como ratas sin destino.
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El empujón que me dio un compañero para despertar del letargo no fue nada agradable «¡CORREE NO VEAS HACIA ATRÁS CORRE!» gire mi cuerpo y corrí como nunca antes, intentaba ser mas rápido que las balas, retrocedimos y giramos hacia la montaña en busca de refugio, la fatiga golpeaba mi corazón, solo corría sin parar mientras que todo era destruido. Me estaba ahogando aun con la mascara puesta. Todo paso muy rápido. Apenas me daba cuenta que las miles de personas que habían llegado a Ciudad Central habían desaparecido. Unos imagino que huyeron como nosotros, otros se quedaron atrás adornando las aceras y las calles con un rojo vinotinto. Ahora eran alimento para las bestias. Quede con un grupo de unos casi 30 entre hombres y mujeres que también habían asistido para guerrear.
Calmamos la sed. Un grupo de paramedicos nos suministro un liquido que desapareció el ardor de la piel. Volvía a respirar tranquilo, en el aire aun sonaban explosiones y gritos desgarradores. Contemplamos como la ciudad ardía. En nuestro grupo un chico había sido alcanzado en un tobillo, gritaba sin pausa. Me quite la mascara, prendí un cigarrillo, nos encontrábamos en confusión. ¿Donde estaban los demás? ¿Donde estábamos? Unos minutos después apareció un chico del GAC «¡Hey muchachos! estamos abajo en la plaza, se necesitan refuerzos estamos todos los demás no se dispersen» Eran las palabras que se podían escuchar a cuatro cuadras más abajo. Empezamos a bajar por el medio de la calle preparándonos para volver «dame un poco de agua hermano» Me dijo un tirador de la GEAR-MADH, jadeando y con la mitad del rostro bañado en sangre. «Claro, ten» le conteste. Se acomodo su rifle a un lado y casi se termino el envase. Me dio su casco, «Lo necesitaras... yo ya estoy muerto en esta puta guerra» y camino con rapidez al frente del grupo.
Nos acomodamos en una formación defensiva mientras caminábamos. Bajaríamos de nuevo al infierno, pero el placer de saber que estábamos dando pelea valía la pena. Los ojos comenzaban a arder, la piel empezaba a picar y el vacío en el estomago regresaba.
Me puse la mascara......
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