Capítulo 30 | Alma sacrificada [Parte 1]

in #spanish7 years ago

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—¿Cómo es eso que estás pensando en desistir de Francia para no dejar a tu novio?

—No quiero separarme de Keith —fue la respuesta de Samantha.
Entendía que Samantha estaba ilusionada con el tema del cariño que sentía por el muchacho, pero eso no podía ser más fuerte que sus sueños e ilusiones. Lo de Keith era un romance de jóvenes, sin experiencia en la vida. Lo que sentía cambiaría al paso de los años y luego se arrepentiría de no elegir el camino correcto. Ella me comentó que él estaba tan orgulloso como yo, y tampoco quería que ella se quedara en Nueva York.
—¿De dónde sacaste esa idea, Samantha? —le pregunté.
—De lo que dice mi corazón.
—¡Tú corazón es el de una chiquilla que no sabe lo que quiere! —protesté al elevar las manos y señalarle que no era correcto lo que hacía—. No puedes renunciar a Francia, no pienso permitírtelo. Tú no vas a dejar tu carrera por un muchacho.
Era estúpido que tuviésemos una discusión por algo indiscutible. Yo no iba a permitir que lanzara todo a la borda por alguien que apenas comenzaba a conocer. Sin mencionar que él era un jinete de toros, y ese no era el mundo de Samantha. Quizá ella estaba idiotizada con el tema del amor, pero de allí a permitirle quedarse con él, era un trecho muy largo. Si ella seguía colocándolo por encima, tendría que separarlos.
—La última decisión siempre será mía —emitió ella cruzada de brazos.
—Quizá. Pero no eres mayor de edad. —Caminé hasta ella y coloqué las manos sobre sus hombros—. Sé que lo quieres, Sam, pero no voy a permitir que arruines tu vida por un romance pasajero. ¿De verdad crees que ustedes estarán juntos para siempre? Son de mundos muy distintos, con aspiraciones diferentes. No funcionará.
Ella se desprendió de mis manos y fijó su gélida mirada en la mía.
—No porque lo tuyo no funcionara, significa que lo mío tampoco —respondió sin detenerse a calcular la magnitud de sus palabras—. Tú renunciaste a él por algo estúpido como el rencor y la ira. Y no sé, mamá, pero no quiero ser como tú en temas del amor. Yo quiero arriesgarme a ser algo diferente. No quiero terminar como tú.
Retrocedí un paso y tragué saliva. Escuchar que mi hija quería ser algo más que una mujer abatida por el amor, me destrozó un poco el corazón. Samantha no podía ser tan ciega como para no darse cuenta de la clase de error que cometía. Sí, amaba al muchacho, pero eso no era suficiente para vivir una vida. Una persona siempre tendrá sueños, aspiraciones y un tumulto de ideas. Confinarlas todas a vivir la vida a través de ojos ajenos, nunca sería bueno para ella. ¿Qué pasaría cuándo se arrepintiera?
Todos en algún punto de nuestras vidas nos arrepentimos de tomar una mala decisión, que aunque el amor la compensó, no fue suficiente para salir adelante. Quería evitarle ese mal sabor de boca al mirar atrás diez años en el futuro y pensar que su vida habría sido mejor de haber asistido a la academia. Ella no lo entendía en ese momento, pero más temprano que tarde caería en cuenta que era un error garrafal.
—¿No quieres terminar como yo? —repetí con dolor.
—No me refiero a eso y lo sabes. —Ella caminó algunos pasos hacia mí y sujetó mis manos entre las suyas—. Eres una madre excelente, pero no eres la indicada para dar consejos de amor, cuando tu vida amorosa es una montaña rusa.
—Y eso mismo me hace la indicada.
Ella deseaba con todas sus fuerzas, recibir palabras alentadoras de mi parte. Samantha Connick quería que le pintara un mundo perfecto, lleno de vibrantes colores hermosos y un camino de flores por el cual transitar. Y aunque deseaba pintarlo para ella, no era justo decirle que la vida era así de sencilla. Ella no veía el mundo como yo o tenía mi experiencia, pero sí sabía, en lo profundo de su ser, que cometía un error.
De haber sido por mí, me la habría llevado en ese momento a Francia y la habría alejado de esa decisión que retumbaba en su cabeza. Ella le había asegurado a la directora de la academia que asistiría en un par de semanas a Francia para ultimar detalles y familiarizarse con el entorno. Mis planes eran acompañarla un par de días y regresar cuando las clases comenzaran. Sería una mala madre si la dejaba sola.
Samantha contaba con todo mi apoyo para ser la mujer que siempre quiso, pero no apoyaría esas malas decisiones. Si era necesario que llamara a Keith y lo amenazara para que se alejara de ella, lo haría. Abandoné muchas cosas por mi hija, como para dejarla aventarse a un despeñadero como ese. Ella no estaba en posición de elegir a una edad tan pronta como esa. Samantha seguía siendo tan manejable como la plastilina.
—Nadie más que yo para decirte lo que duele decirle adiós a la persona que amas con todo tu corazón. Pero como te digo eso, también te aseguro que esas decisiones que tomamos en nombre del amor nos hacen mejores personas. —Me esforcé en creerme mis propias palabras y no sentir mi alma quebrarse ante la cantidad de mentiras que decía para que ella se marchara. De haberle dicho que esos amores nunca se olvidan, no se habría marchado—. ¿De verdad crees que ese amor podrá con todo lo que falta?
—Espero que sí.
—Esa no es una respuesta —protesté al aplastar su cabello con mis manos y proseguir el extenso sermón sobre las buenas elecciones—. Tú sabes que bailar ha sido todo tu mundo desde que tenías cinco años. ¿Estás dispuesta a decirle adiós sin mirar atrás? ¿Qué pasará si en veinte años te arrepientes y comienzan los problemas? Eso al creer que seguirán juntos en veinte años. ¿Qué pasa si se separan y no tienes de nuevo la oportunidad de ser una bailarina profesional porque tu tiempo ya pasó?
Aunque esas no era mentiras, sabía que Samantha necesitaba algo más firme que simples palabras; ella requería un ejemplo de lo que perdemos al aceptar el amor en lugar de las aspiraciones. Mis ejemplos eran que la perdí a ella por elegir el amor.
—No te estoy diciendo esto porque quiero verte infeliz; todo lo contrario. Quiero que vivas la vida que yo no pude, que seas infinitamente feliz y no te arrepientas de nada. El amor es muy volátil, y aún más cuando apenas conoces a la persona.
Ella pestañeó para alejar las lágrimas que brotaban de sus hermosos ojos azules. Podía sentir el dolor manar de sus lagrimales, la ira de la decisión apretar su mandíbula y mis palabras ser el trampolín que terminaba de lanzarla a Francia. Ella conocía los riesgos que tomaba al decidir quedarse en lugar de marcharse, pero tal como ella lo dijo, la última decisión era suya. Yo podía arrastrarla hasta allá, pero nada le costaba regresar a los brazos de su vaquero y ganarme el eterno desprecio de mi hija.
—Quizá tengas razón, pero esto duele mucho.
—Yo no digo que no duela, Samantha. Pero cualquier situación donde te coloquen a elegir entre el amor o el futuro, debes elegirte por sobre el amor —mascullé al retirar las lágrimas de su rostro—. Elígete a ti, una vez, por encima de los demás.
Samantha asintió, retiró las lágrimas de su mejilla y frotó sus manos en la falda. La estancia del pent-house fue el lugar que eligió para contarme sobre Keith. Todo comenzó de maravilla, pero al pronunciar que haría lo que fuera para quedarse, la sangre comenzó a hervir en mi cuerpo y mi interés por ella me condujo a tomar otras decisiones. No iba a permitir que por no aconsejarla bien, cometiera una atrocidad.
Sujeté su mano y la conduje hasta el sillón cercano a la ventana. Nos sentamos una al lado de la otra, con las manos unidas. No me gustaba ver la tristeza en los ojos de mi niña, que su corazón se rompiera o verla derramar lágrimas por algo que no podíamos controlar. Si Keith no fuera vaquero o tuviera ese sueño, no me habría importado que se marchara con ella. Pero sabía muy bien que cuando se arranca a una persona de su lugar y se le impone seguir a otro, nunca se alcanza la felicidad esperada.
Quizá al principio todo marcharía sobre ruedas, pero al paso del tiempo comenzarían los arrepentimientos. Conocía en carne propia lo que se sentía arrepentirse por tomar una mala decisión. Gran parte de ellas me convirtieron en esa persona y me indicaron que cada paso que diera, debía calcularlo con anticipación. Ya no era esa mujer que arriesgó todo por una noticia, o la que se casó para sacar a su amor de la cárcel.
Con los años llegó la experiencia, el cuidado. Con el tiempo logré entender en qué momento de mi vida debía colocarme encima del resto, y en qué momento me tendría que acostar sobre los alambres para que alguien caminara por mi espalda. No podía decir que no seguiría haciendo todo lo posible para tener a mi hija, pero sí sabía que ella debía defenderse sola del entorno que la rodeaba. Ya no me necesitaba como antes.
En sus ojitos vislumbré la duda y la tristeza bailar una fúnebre danza.
—¿Qué le voy a decir cuando lo vea? —preguntó con la mirada en mis manos.
—La verdad. —Besé su frente—. Si él te ama, sabrá que es la mejor decisión.
Samantha asintió, movió un poco la cabeza y me apretó a su cuerpo. El golpe me sacó el aire de los pulmones, me hizo soltar un pequeño sollozo y sentir un fuerte ardor en el pecho. Mi niña me abrazó como si se le hubiese revelado que estaba a punto de morir. Apreté su espalda con una mano y enrosqué sus mechones en mis dedos. Me dejó aspirar el aroma de su crema para el cabello y el perfume de jazmín.
—Gracias, mamá —farfulló en mi oído—. Te amo demasiado.
—Te amo, nena. Siempre te amaré, y haré lo que sea por ti.
Dejó un fuerte beso en mi mejilla y me sonrió al separarse.
—¿Ya te vas a ver a la abuela?
—Sí —afirmé al colocarme de pie—. No quiero llegar tarde a la cita de galletas.
Nos despedimos en la parte baja del edificio. Ella subió a su auto para ensayar la presentación de la próxima semana, mientras yo me embarqué en un viaje a la casa de retiro de mamá. Llevaba semanas que no sabía nada de ella, ni siquiera por un mensaje de texto. Ella se mantenía alejada de todo ese mundo tecnológico y las visitas solo se permitían una vez a la semana, debido al alto tráfico de personas en toda la semana.
Necesitaba hablar con ella sobre todos los cambios a los que me sometí en los últimos días. Necesitaba que ella me indicara si lo que pensaba hacer estaba bien. Así como Samantha me preguntaba algunas cosas por mi experiencia, así acudía yo a mi madre para comentarle los siguientes pasos a dar. No era justo que colocara todo el peso de la decepción sobre mis hombros, solo por no preguntarle a alguien antes.
Conduje por la autopista hasta el lugar de retiro. Era un terreno en lo alto de una colina, con césped verde, una fuente par aves, sillas para observar el atardecer y una inmensa mansión que albergaba a todas esas personas acaudaladas que se hastiaban de sus vidas glamurosas y buscaban un lugar relajante y tranquilo. Recordé el día que la acompañé a hospedarse y la sonrisa en su rostro la última vez que fui; ella estaba jugando bingo con una de sus compañeras de pasillo.
Esa mañana estacioné en la entrada de lugar, le entregué las llaves a un vallet y caminé por la empinada colina hasta la recepción. Allí, una jovencita de risos color chocolate me atendió con una sonrisa en sus labios y me pidió el nombre de la persona a la cual visitaría. Le mostré mi identificación para anotar mi nombre en su equipo computarizado y me indicó el camino que debía seguir para encontrarla.
Conocía el camino sola, pero una de las encargadas me acompañó hasta el exterior, donde vislumbré a mi madre leyendo un libro de poemas. Me acerqué son sigilo detrás de ella y deposité un suave beso en su mejilla. Ella saltó del susto, pero al ver mi rostro una sonrisa se dibujó en sus labios, seguido de un fuerte abrazo. Dejó el aroma a flores silvestres bailando en mi nariz, junto a una laca para el cabello.
—Andrea. ¡Qué gusto verte!
—¿Cómo estás? —pregunté al sentarme junto a ella—. ¿Has comido bien?
—Aquí preparan una comida maravillosa —articuló al cerrar los ojos y saborearse en los recuerdos—. Creo que he engordado en los últimos días.
—Me alegra que estés bien —afirmé con una sonrisa—. ¿Los compañeros siguen siendo tan buenos como antes, o te están dando problemas?
Ella visualizó a los que estaban junto a ella, en las adyacencias o bajando los escalones a la fuente. Emitió una sonrisa y apretó mis manos entre las suyas.
—Este lugar es maravilloso, Andrea. No tengo que preocuparme por nada, me siento a leer por horas. Solo me llaman para comer y tomar medicina. Hacía mucho tiempo que no me sentía de esta forma. —Me mostró una amplia sonrisa—. Soy feliz aquí.
Sentí la suavidad de su piel entre mis manos y una luz brillar en sus ojos. Era verdad lo que me decía; hacía mucho que no la veía tan feliz como en ese momento. Después de la muerte de papá, mamá se sumió en una tristeza y una soledad que ni ella misma la toleraba. Era justo que sintiera la felicidad por una vez en tanto tiempo y se regocijara por encontrarla en ella misma. Mi madre era la mujer que siempre quiso ser: alegre, divertida, hermosa, feliz y con esa sonrisa que nadie le arrebataba del rostro.
—¿Tú cómo estás? —preguntó—. ¿Samantha sigue siendo rebelde contigo?
—No. Samantha cambió mucho en los últimos meses.
—Me alegra mucho. Esa niña estaba para encerrarla en un cuarto de locos.
Sonreí al recordar lo complicada que estaba Samantha conmigo al principio. Ella solo se refugiaba en el desinterés para mantenerse alejada de Maximiliano. La primera persona que me abrió los ojos fue ella, y gracias a mi niña las dudas nacieron en mi interior. Sin ella, seguiría estando bajo el hechizo meticuloso de las palabras de mi peor enemigo. Maximiliano Hartnett, oficialmente, se había convertido en lo peor de mi vida.
—¿Qué te ocurre, linda? —preguntó al enfocar su atención en mí—. Sé que no habrías venido a visitarme si no tuvieras algo que contarme. Puedes confiar en mí.
Mis intenciones nunca fueron preocuparla por los dementes que adornaban mi vida, pero ella notó el grado de preocupación en mis ojos. Quería ser la Andrea alegre, animada y la que la hacía reír en los peores momentos. La mujer que estaba ante ella ese día, no era la sombra de la que fue a visitarla un mes atrás. Recordé que ese día me senté con sus compañeras a jugar bingo y me ganaron todo el dinero que saqué.
Fue un día maravilloso, lleno de galletas y té de Jamaica. Quería mostrarle una sonrisa y decirle que todo estaba bien, incluso cuando mi espalda estuviese llena de puñales. Cerré los ojos, respiré profundo y rodé mi cuerpo sobre la silla de metal para quedar frente a ella. Lo que estaba a punto de decir no era algo sencillo. Se trataba de darla la razón por advertirme sobre el hombre que derrumbó todo mi mundo.
—Tenías razón —mascullé entristecida.
—¿Sobre qué? —indagó ella con el ceño fruncido.
—Maximiliano.

Sort:  

Me encantó por el simple hecho de que pienso y mantengo eso de que los crecimientos personales van por encima del amor, es cierto que el amor mueve montañas, que te hace feliz (a ratos), que te promete la galaxia entera... Pero así como llega, también se puede ir y dar paso a la rutina. El amor bonito y verdadero es el amor que tiene sabor a libertad, en donde ambas personas respetan los pensamientos y sentimientos de la otra; no porque ames debes dejar tus planes y futuro para estar con esa persona. Bien dicho está que "debemos amarnos primero a nosotros mismos para poder amar a alguien más". El amor es bello, pero también es triste y nunca tendrás la certeza de que este será eterno, porque puede ser también muy efímero. Apoyo a Andrea, primero su sueño y su pasión; después si el amor es verdadero se dará y se cumplirá, pues bien dicen que todos estamos unidos a nuestra alma gemela por el hilo rojo. Así que, lo que tiene que ser será y si es de ellos estar juntos, ya el destino en un futuro cercano o lejano los juntará sin tener que sacrificar cosas que son importantes para ambos.

Así es. Andrea tiene toda la razón. Ella no puede dejar algo que ama por un romance de verano, algo que pasará con el paso del tiempo.

pienso que aunq andrea tiene razón es no dejar el sueño de toda la vida por un hombre también esta claro que si uno deja pasar el amor mas a delante cuando se quiera recuperar sea demasiado tarde para hacerlo y pase como a ella le paso con erza siempre digo que hay q poner todo los pro y los contra y tomar la opción mas razonable ella puede ser la bailarina mas entregada pero no por eso esta en la necesidad de abandonar lo que la hace feliz (Keith)
le doy punto a samanta al decir q andrea no tiene moral para decirle que hacer con su vida amorosa por todo lo que perdio al dejar en tercer plano a nicolas y ahora vive una vida de soledad y sin el hombre que la mata por dentro. espero la vida de samanta sea una historia distinta y feliz. (en la dulce espera de la segunda parte que me tiene en ascuas) besos

Estoy un poco confundida, ¿esto es antes o después de que Sama hablara con Keith?

Las mamás siempre tienen la razón, son como brujas xD

Esto es al después de la otra, y creo saber cuál es la parte en la que te confundiste. Pero déjame decirte que a lo que ella se refiere es a que sea sincera y le diga que eso no pasará, que ella no se quedará con él.

Sólo me confundí con los tiempos porque se me hizo raro que luego de decirle a Keith que se iría, ahora vaya y le diga a su mamá que se queda por él. Yo no sé si Andrea realmente se sienta en la necesidad de hacer algo para separar a los chicos, pero espero que no. Eso sería demasiado cruel y aunque entiendo las razones, yo simplemente no se lo perdonaría. Espero que Keith logre demostrar el amor que siente por Sam hablando con ella y convenciendola de que siga su sueño. Que logre que ella se ponga en su lugar y le planteé el que él dejase su sueño por ella. Creo que ella entendería porque estoy segura que no le permitiría dejarlo.

Me encanto este capitulo aqui es donde verdaderamente uno entiende que las madres aunque no lo queramos aceptar son las que tienen la experiencia y cuando dicen las cosas. ame cuando le dijo que luche por sus sueños, que no los deje por amor.

Porque a veces las personas no estendemls que lo que uno vive no es algo que pueda pasarle a los demas pero en fin ua como madre quiere lo mejor para sus hijos asi andrea aunque en un futuro las cosas para samantha y keith sean inciertas creo que deberian vivir su propia experiencia y el tiempo dira si los une o no.

Me dolieron las palabras de Samantha. Justo en mi cocoro Llora

Esta es una lectura sabrosa. Una historia bien pensada, con esos giros emocionales y dramas de cada quien.

Espero por la segunda parte. Ya quiero saber qué le hizo Maximiliano a Andrea. Y lo que sucederá entre Keith y Samantha. Saludos.

Muchas gracias por leerla ♥. Mañana subo la otra mitad.

Por q toda madre quiere lo mejor para sus hijos!!!

Qué complicado es esto de ser madre...
Espero que la decisión que tome Samantha sea la correcta.

La mamá todo lo sabe. Es muy triste que rompan las ilusiones de alguien, mas si es la de un hijo, no estoy muy de acuerdo con la decisión de Andrea hacia Samanta, pero igual no digo que no sea la correcta. Me gustó mucho este capítulo, es muy especial la platica de madre a hija, un hijo siempre espera la aceptación de nuestros padres.

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