Capítulo 29 | Alma sacrificada [Parte 1]

in #spanish6 years ago (edited)

Sin título41.png

Regresar a mis tierras nunca fue tan difícil. Sentía un gran vacío por dentro, como si la persona que los llenaba se hubiese alejado de mí. Sabía que era ridículo pensar que Andrea todavía estaba enamorada de mí, pero guardaba esas esperanzas. Ella no podía olvidar algo que no quemó el alma y alertó al corazón sobre el amor. Lo nuestro no fue un amor convencional o estacionario; fue algo que traspasó el límite del tiempo.

Ella seguía igual de ella que siempre, con el cabello más corto y ropa más elegante, pero en el interior seguía siendo la misma chica que casi mató el caballo al que subió para buscar su teléfono. Todo el camino de regreso a Memphis pensé en ella. No podía quitármela de la cabeza, siendo la única mujer en la que pensaba. Y me sentía mal por ello. Era un hombre casado y feliz, que debía pensar en su esposa y no en Andrea.
Pero a quién iba a engañar; seguían amándola de la misma o mayor intensidad que años atrás. El destino nos separó de una forma desgarradora, pero ese mismo destino se encargó de llevarla de regreso. Cuando nos encontramos de forma casual en la cafetería, ella consoló mis penas sin temor a abrir viejas heridas. No me rechazó cuando coloqué mi cabeza en su hombro o me pidió que la dejara en paz. Se portó a la altura.
Andrea era una parte de mi pequeño universo; ese gran y vasto universo que alguna vez fue solo ella. En ese instante mi marquesina llevaba otro nombre, aun cuando ese pequeño motor latía por una persona especial. Traté por todos los medios de olvidarla, pero Alma se empeñó en traerla de regreso. Me preguntó en la casa de Keith, en el avión y en camino de regreso a casa de sus abuelos, si nosotros fuimos algo tiempo atrás. Y aunque no quería mentirle sobre nuestra historia, prefería callar.
Ella seguía siendo mi niña, una que no tenía que conocer los detalles de una vida consumida a la miseria y la soledad. Quería que Alma conociera lo bello del amor, no que se enterara por medio de su padrino que el amor no era como la mayoría lo pintaba; lleno de flores, caminos alumbrados, regalos amorosos o besos apasionados. Quizá buscaba evitarle un mal sabor de boca ante todos mis problemas pasados.
Eso no quería decir que no le contaría en algún punto de la trama, pero preferí esperar a que el tiempo pasara y ella entendiera mejor por qué hice o tomé las decisiones que marcaron el resto de mi vida. Sentía que ella no merecía arruinarse la vida con mis problemas o preocuparse más de la cuenta. En ese momento su cabeza debía estar enfocada en sus clases, no en los amores perdidos de su padrino.
Una vez que dejé a Alma en casa de sus abuelos, regresé a la mía. Skyler estaba sentada en el mesón de la cocina, cuando arribé a casa. Ella caminó hasta mí, me envolvió en un oloroso abrazo y me susurró lo mucho que me extrañó. Me ayudó a desempacar, preparó una comida rápida y me contó sobre el bebé de Steven.
Él sabía lo mucho que me encantaban los niños, por lo que fue imperativo dejarlo todo para conocer a Dawson. Skyler estuvo renuente a acompañarme, alegó tener un fuerte dolor de cabeza, pero al final logré convencerla para que fuera conmigo. Subimos de nuevo a la camioneta, pasamos por una tienda de regalos y terminamos en el cuarto del hospital. Naomi estaba dormida, el bebé igual y Steven cuidaba de ambos.
El bebé era precioso, con sus mejillas sonrojadas, las manitas pequeñitas, el corazón acelerado y sus ojos bien cerrados. Lo tenían cubierto con un gorro de algodón y una pijama con el logo de “es un niño”. Sentía la emoción correr por mis venas de solo imaginar tener un hijo con Skyler. Ese siempre fue mi talón de Aquiles, aun cuando ella se negaba a darme uno. Yo lo habría dejado todo, todo, por tener un hijo con ella.
Mientras me embobaba con la ternura del bebé, Skyler sufrió un severo ataque de tos. Estuve con Steven algunos minutos, antes de disculparse también para ir a buscar algo de comida. Me quedé con el bebé hasta que Naomi despertó. Ella se alarmó ante la ausencia de Steven, pero yo la calmé al contarle que buscaba algo de comer. Una vez calmada, hablamos sobre el embarazo y el parto. Era un tema muy interesante.
—¿Estuviste tanto rato en labor? —pregunté al sentarme junto a ella.
—Sí. Fue horrible —aseguró antes de dibujar una sonrisa en su rostro—. Pero todo esfuerzo vale la pena al final. Míralo, Ezra, es hermoso. Es lo mejor de ambos.
—Lo sé. —Giré en dirección al bebé y noté que se movía un poco—. Es hermoso.
Naomi acomodó un poco su cuerpo en la cama y me pidió un vaso de agua. Estaba cansada después de tantas horas, no había dormido bien y moría de hambre. Le pregunté algunas cosas sobre los bebés, antes de escuchar el estruendoso llanto del bebé. Ella no podía levantarse de la cama antes de las horas reglamentarias, así que me pidió que le entregara al bebé en los brazos para alimentarlo un poco.
—¿Estás segura? No me siento cómodo cargando un bebé tan pequeño.
—Confío en ti —farfulló con una sonrisa.
Sequé mis manos en los pantalones, respiré profundo y tanteé su frágil cuerpo antes de extraerlo de la pequeña caja de cristal. Se sentía tan débil, blandito, delicado y tan hambriento, que casi corrí para colocárselo en los brazos. Ella bajó un poco el cuello de su bata y le indicó al bebé dónde debía amamantarse. Él colocó una mano en la piel de Naomi mientras ella fruncía el ceño. Le pregunté si se sentía mal, a lo que ella negó.
—El bebé debe romper el pezón para que la leche salga —comentó sin pudor.
—Oh. No lo sabía.
Ella elevó la mirada del bebé a mí y sonrió.
—¿Demasiada información? —preguntó y enarcó una ceja.
—La suficiente para no volver a preguntar.
Observé como el bebé succionaba su alimento, hasta que Steven entró por la puerta, acompañado de Skyler. No noté que ambos estuvieran juntos, pero no le veía lo malo. Eran amigos desde antes de conocerla, así que no tenía por qué sentirme celoso por algunos de los dos. Le pregunté a Skyler si se sentía mejor y negó con la cabeza. Ella quería que nos fuéramos tan pronto como fuese posible, pero Naomi tenía otros planes.
—¿No quieren cargar al bebé? —preguntó con esos ojitos dulces.
Yo ya lo había cargado, así que la pregunta era más para Skyler. Ella le comentó a Naomi que tenía algo de tos, pero Naomi se empeñó en que lo cargara una vez, ya que de haber tenido una fuerte infección, no habría asistido al hospital. Skyler no quería cargar al bebé, y no entendía por qué. ¿Acaso sentía fobia por los niños y por eso no quería tener propios, o solo se trataba de algo sucedido en el pasado?
Con el paso del tiempo tuve las respuestas a todas mis preguntas, aun cuando la mayoría hirió tanto como sentir una cornada en el pecho. En ese momento, para animarla a no herir los sentimientos de Naomi, sujeté primero al bebé. No sabía cómo hacerlo para no lastimarlo, por lo que ella me indicó cómo debía cargarlo, sujetar su cabecita y evitar moverlo mucho para que no vomitara sobre mí.
Era maravilloso tener a un niño en mis brazos, aun cuando sabía que no era mío. Dawson le pertenecía a mi mejor amigo. No tuve la oportunidad de ver a Charles siendo el padre de Alma, así que lo compensaría con Steven. Yo le había regalado el libro de cómo ser un buen padre y lo obligué a leerlo en sus tiempos libres. Quería que fuera todo para Dawson, desde el hombre que lo enseñaría a manejar bicicleta, hasta la persona en la que podía confiar si algo malo ocurría; eso me lo enseñó mi padre.
—Es tu turno, cariño —comenté al colocar el bebé en los brazos de Skyler.
—Ezra —intentó excusarse, pero ya era demasiado tarde.
Utilizando las técnicas enseñadas, acunó al bebé en sus brazos. Noté como una diminuta sonrisa se dibujaba en sus brazos al tiempo que le decía que era el bebé más hermoso del mundo y sonreía para él. Dawson tenía los ojos cerrados, pero escuchaba todo lo que decíamos. Ella se emocionó tanto, que al separar al bebé de sus brazos, noté las lágrimas en sus ojos. Ella alegó que algo le había caído, pero sabía que era mentira.
Pocos minutos después nos despedimos de ellos y conduje de regreso a la casa. Skyler no comentó nada en todo el camino. Su silencio lo decía todo, aun cuando quise evitar aquellas preguntas incómodas sobre su repulsión ante los niños. Llegaríamos a un punto en el que no volveríamos a tocar el tema de los bebés hasta que alguno de los dos muriera. Ya me estaba resignando a quedarme sin hijos y sin esperanzas de uno.
Al llegar a la casa, ella casi corrió a la habitación y se encerró en ella. La seguí para preguntarle qué le ocurría. Ella me aseguró que se sentía mal, y que quizá era el comienzo de una gripe. Le dije que le prepararía caldo de pollo para que se recuperara, y eso hice. Mientras esperaba que la comida estuviera, revisé todos los emails que llenaban mi bandeja de entrada, en uno de ellos, Keith me agradecía el segundo lugar.
Ese chico tenía un gran futuro como jinete si no cometía mis errores. Él debía pensar en él antes que los demás, solo así sería tan famoso como quisiera. Revisé el resto del buzón de entrada y apagué la cocina. Serví un poco de caldo en un bol de cerámica y lo coloqué sobre una bandeja de madera. Caminé con cuidado hasta la habitación y entré sin tocar la puerta. Ella estaba acostada en posición fetal y los ojos cerrados.
Coloqué la bandeja sobre un mueble de madera y me acerqué a ella. Susurré su nombre y ella no respondió. Besé su frente, elevé un poco la cobija y cubrí su cuerpo. Ese clima no era apropiado para dormir sin sábana. Salí de nuevo, me serví un poco de sopa y encendí el televisor. Comenzaba a aburrirme cuando Alma me llamó.
—Hola, viejito —saludó seguido de una carcajada—. ¿Ya se te curó el reuma?
—Muy graciosa —comenté mientras soplaba la sopa—. ¿Qué ocurre?
—Solo quería decirte que iré la próxima semana a quedarme una noche con ustedes. Tengo una visita al doctor, así que debo llegar temprano. ¿Se puede, no?
—¿Tienes que preguntar? —Inserté una cucharada en mi boca—. Puedes venir.
Hablamos sobre lo que le había contado a sus abuelos del viaje. Evitó lo acontecido en la rueda de la fortuna y que nos quedamos en casa de unos desconocidos. Ambos sabíamos que si le contaba sobre eso, jamás llegarían a dejarla ir de nuevo conmigo a alguno de mis viajes. Ella, de nuevo, tocó el tema de Andrea. No se cansaría de preguntar por la mujer que me hizo fingir ser su esposo.
—Ay, vamos, Ezra. ¿Por qué no me dices si fueron algo?
—Porque no hay nada que decir —respondí con el cubierto en la mano.
—¿Sabes que no te dejaré en paz hasta que me cuentes, cierto?
Solté el cubierto y un bufido. Tenía muy claro que no me dejaría en paz hasta contarle sobre ella. Me acosaría por el resto de mi vida si era necesario, con tal de saber la historia completa. Sabía que no era momento de relatar una historia como esa, pero la incesante de mi ahijada era tan implacable como un torbellino de avispas. Si no le decía en ese momento, jamás podría continuar con mi vida como si nada hubiese ocurrido.
—Bien. ¿Qué quieres saber?
—¡Sí! Sabía que te convencería —bramó embargada de felicidad—. Comencemos por el principio. ¿Dónde la conociste? ¿Tuvieron una relación? ¿Por qué se alejaron?
—La conocía hace unos trece o catorce años, en un rodeo en mi pueblo. No podría decir que tuvimos una relación como tal, pero sí estuvimos juntos un tiempo. Por último, nos alejamos porque ella tiene una hija, la chica pelirroja que estaba con ella, y la niña tuvo un accidente. Desde hace doce años no nos habíamos visto.
—Ay, Ezra —comentó con dulzura—. ¡Es una historia muy corta!
—¿Qué más quieres que te cuente?
—Detalles, pormenores, todo —articuló a viva voz.
Respiré profundo, me levanté de la mesa y caminé hasta las ventanas. Alma quería que hurgáramos juntos el pasado, lloráramos si había que llorar o me enojara por alguna razón. Ella buscaba la historia completa, no la resumida. El problema era que ella no conocía las partes malas de mi historia, así que contarle llevaría mucho tiempo, y no quería que supiera todo mi pasado, el tiempo que estuve en la cárcel o lo que fui.
No era un buen ejemplo a seguir, así que obvié las partes feas de la historia. Le conté que la conocí, la besé esa misma noche y de ahí en adelante comenzamos un romance turbulento. Le conté de mi accidente, la pérdida de memoria, cuando ella nació, que estuve a punto de casarme con otra mujer y que la tarde que nos íbamos a ir juntos a otra parte, ella no llegó porque su hija sufrió un accidente. Esa era la historia resumida.
—Impresionante. —Fue lo único que pudo decir—. ¡Escribe un libro!
—No quiero que la historia salga a la luz —bromeé sobre ello, aun cuando Alma no sonrió o mostró indicios de gracia—. ¿Te arrepientes de querer saber la historia?
—No. Solo estoy preocupada por ti.
—No entiendo.
—¿Qué haces con Skyler si no la amas? —preguntó con seriedad.
La pregunta me dejó en la banca. Era la primera vez que alguien me decía algo tan crudo con tan poca edad. La lengua se secó dentro de mi boca y mis oídos no creían lo escuchado. ¿Acaso Alma era la persona que me haría recapacitar sobre mi vida? Apenas tenía trece años, no era una sabia o una de esas personas que leen el futuro. Era una niña insolente que me decía anciano cada vez que podía, sin siquiera tener una cana.
—¿Por qué me dices eso, Alma? —pregunté sin desear conocer la respuesta.
—Porque sé que no la amas —respondió de forma contundente—. La forma en la que mirabas a Andrea, como sujetaste su mano, la simple idea de volverla a ver y como me hablaste de ella, me indica que no has dejado de quererla. ¿Por qué no lo admites?
—Estoy casado con Skyler.
—Pero tu corazón no es de ella. —Alma esperó que alegara algo en mi defensa. No sabía qué decir. Una niña de trece años me dejó enmudecido ante una relación extraída de una porción de la historia—. No hay que ser adivino para saber qué es lo que más deseas. Hazme caso, Ezra, y hazle caso a tu corazón. Tú no amas a Skyler. Amas con toda tu mente, todo tu cuerpo y toda tu alma, a tu taheña de Nueva York.
Sentí como las palabras de Alma calaron en mí ser. No podía negarle que seguía amando con todas mis fuerzas a Andrea. Creí que la había superado, y así habría sido de no encontrarla de nuevo, pero allí estaba, tan hermosa como antes, calentando mi corazón con el sonido de su risa y repitiéndome que no cometiera más errores.
—¿Me lo vas a negar?
—No —respondí sinceramente—. Sigo amando a Andrea White.

Sort:  

Vámonos por puntos que si no me pierdo.

1) Odio al infinito y más allá para Skyperra (al fin lo dije :'3 )
No necesito explicarlo. Odio que se las dé de santa. Odio que retenga a Ezra en un matrimonio en el que ella ni siquiera está a gusto (lo dijo todo con su "me casé por idiota").
¡LA ODIO, LA ODIO, LA ODIO!

2) Ezra con bebé Dawson 😍
De esto tampoco necesito decir mucho. Lo dije desde que nació Alma: Este hombre sería el segundo mejor papá del mundo 😍

3) Alma y sus insistencias
Me encanta Alma. Siempre se las apaña para que Ezra haga lo que ella quiere xD
Esa niña tiene TODO mi respeto.

4) Amor infinito para Alma ❤❤❤❤
Yo no sé si Skyperra escuchó la conversación, sinceramente me vale un rábano, pero me encanta que Ezra admitiera que sigue amando a Andrea y que sea capaz de admitírselo a Alma. En serio que esa niña tiene todo mi amor y respeto. Espero que, como eran mis especulaciones desde un principio, ella logre que estos dos estén juntos porque en verdad que estoy deseando mi final bonito aunque no haya boda.

Fin. 😍

Bueno, Alma es como la hija que Ezra nunca tuvo, así que hará lo que sea para hacerla feliz. Con relación a si Skyler escuchó o no la conversación, será resuelto en un par de capítulos. Pero así como dije en el chat, esta es apenas la mitad del capítulo, así que aun queda la otra mitad, que promete mucho más ♥

¡MUUUEEEROOOOOO! Tanto lo espere, Dios que hermosura. Ezra cosita hermosa, cosita linda, cosita bien hecha. Me encantó y que se le vaya borrando esa loca idea de un hijo con Skyler, no señor; su hijo tiene que ser con Andrea. Ellos harían una combinación hermosa, sería una creación perfecta. Ya quiero otro capítulo de Alma Sacrificada <3

Siii, una hermosura. Dicen que cuando las cosas se hacen con verdadero amor, quedan perfectas y hermosamente hechas; en ellos eso sería una obra de arte.

Ojalá que sus súplicas ablanden el corazón de esa escritora tan cruel.

Alma demuestra cada día ser mucho mas madura que los adultos es increible como con una conversación logra que Ezra saque a la luz sus sentimientos por Andrea. ahora esperar que el sea capaz de decircelo a Andrea lo primero es que se de cuenta en realidad quien es Skyler.

me encanta el gran mute que le dio alma a erza es hora de que se de cuenta y se valla a buscar a su alma gemela (andrea)

Me encantó!!! Te deja con más ganas de leer!!😍😍

Ame a Alma y la forma en q logro hacer q su padrino admita sus verdaderos sentimientos. Detesto a Skiler x burlarse y jugar de esa forma con los sentimientos de Ezra.

Estoy en una contradicción, por una parte me alegraría mucho que Skyler escuchara esa afirmación y se revolcara de coraje, pero creo que ya es mucho para un solo día para ella, me da un poco de lástima, solo un poco que quede claro.

Omgggg sin duda alguna esto se pone mas interesante!!!! Y que decir de Alma una niña inteligente con respecto a lo que le dijo a Ezra!!!!?Y que Skayler ya deje de existir en esta novela.....

Oh Dios :3 Alma es lo maximo, hizo que admitiera que sigue amando a Andrea. Esto se pone cada vez mas interesante

Coin Marketplace

STEEM 0.19
TRX 0.14
JST 0.030
BTC 64535.04
ETH 3462.08
USDT 1.00
SBD 2.49